Hoy en la sociedad el cuidado de la salud ha pasado a ocupar el lugar más relevante entre los desafíos actuales. Lamentablemente por todas partes del mundo la pandemia, de modo exponencial, ha superado por lo pronto a la ciencia humana. Estamos a la espera de nuevas soluciones y de ayudas para afrontar mejor este contagio universal.
Mientras tanto, los gobiernos, las instituciones públicas, las religiones y la sociedad, a través de las redes sociales, se esfuerzan en proponer y difundir, en el ámbito de la salud y de la economía, el cuidado de cada ser humano, especialmente el cuidado de las personas más vulnerables, entre los que merecen más atención los adultos mayores y las personas en situación de calle.
La Iglesia, en relación con las indicaciones de las autoridades civiles y de salud, se esmera día a día y redobla esfuerzos en estos momentos por anunciar el Evangelio de la vida mostrando su cercanía para con todos, especialmente con los que más sufren. En este momento en que se ve flagelada la humanidad entera por un virus, percibimos cada vez más cercano el riesgo del contagio en nuestra ciudad, las noticias acerca de los casos sospechosos, casos confirmados y defunciones son cada vez más alarmantes.
Por ello, la Arquidiócesis de México fiel a su misión de anunciar el Evangelio ha organizado en este momento, en que se recomienda como primer medida sanitaria quedarse en casa, transmisiones directas de las celebraciones litúrgicas en la Basílica de Guadalupe, en la Catedral Metropolitana y en la Capilla de los obispos auxiliares; también se ha instalado un call center para escuchar a las personas que reaccionan con estrés, temor o ansiedad y se están organizando círculos de acción caritativa que puedan beneficiar a los párrocos y a las personas más vulnerables de sus comunidades.
Basta asomarse a las redes sociales para descubrir la gran cantidad de iniciativas creativas por parte de los párrocos, unos llevan el Santísimo expuesto por las calles de sus comunidades; otros transmiten diariamente, a través de sus redes sociales, la Eucaristía, la Hora Santa, el rezo del Rosario, reflexiones, retiros, palabras de esperanza, etc., y constatan que el gran número de laicos que siguen esas transmisiones superan en mucho a las personas que ordinariamente visitaban los templos antes de la pandemia.
Y las congregaciones religiosas ¿qué acciones están realizando en este duro momento de la pandemia? Las Comunidades de Vida Consagrada proponen una vivencia de la caridad muy concreta desde sus múltiples carismas y estilos de vida, son un signo que indica el camino al Pueblo de Dios, pues queriendo vivir muy unidas a Jesús y practicando los consejos evangélicos nos proponen una realización concreta del Evangelio.
Algunas acciones de estas comunidades sobresalen como signo luminoso que indica el camino a Dios en medio de una noche oscura que espera ya el lucero de la mañana: tres hermanas religiosas Siervas del Santísimo y de la Caridad tienen en su albergue a 48 niños con daños cerebrales severos, ellas han reducido el número de voluntarios solo a cuantos estén dispuestos a estar viviendo con los niños al menos un mes completo, a fin de evitar entradas y salidas de personal con posibilidad de ocasionar un contagio.
Esto ocasiona un gran desgaste de las religiosas. Las hermanas, como mamás de todos estos niños, quieren evitar a toda costa que ellos sean contagiados pues dicen con enorme aflicción “si se contagian los niños serán los últimos en recibir atención”.
Las Hermanitas de los ancianos desamparados atienden a cerca de 100 ancianos, mujeres y hombres, con gran dedicación. No paran en su servicio, incluso ahora acentuando los cuidados. Las hermanas de vida contemplativa, en sus monasterios, tienen más motivos para orar por la humanidad y redoblan sus horarios de oración con la convicción de que “se pueden decir y hacer muchas cosas, pero de quien vendrá la salud y la salvación es de Dios”; los Hermanos de Lasalle, al igual que las congregaciones que atienden colegios y Universidades, continúan sus actividades educativas, clases y catequesis de modo virtual; las Misionera Eucarísticas de Jesús atienden un hospital de la colonia Morelos, visitan en sus habitaciones a los enfermos para darles consuelo y los sacramentos, ellas ahora temen llegar a tener casos de contagio, pero no dejan de atender con caridad a los enfermos.
Los Legionarios de Cristo han hecho tandas de confesión donde se hacen filas de autos, previamente organizados para que las personas puedan confesarse, siempre contemplando las medidas correspondientes para evitar riesgos, muchos sacerdotes religiosos que son capellanes de conventos de religiosas o bien párrocos y rectores de Iglesias están atendiendo a estas comunidades celebrando la Eucaristía y transmitiéndoselas de modo virtual.
Algunas comunidades religiosas, al no poder tener la Misa presencial realizan celebraciones de la palabra; las religiosas que atienden las Casas hogar no dejan de atender a las niñas en su educación y formación integral consiguiendo con empresas los alimentos y lo necesario para continuar su misión; algunas religiosas están tristes porque se han muerto algunas hermanas de sus congregaciones en otros países; las Hermanas Ravasco con las Misioneras de la Caridad salieron a llevar a personas muy pobres que viven en vagones de ferrocarril abandonados.
¿Qué está haciendo la Vida Consagrada en este tiempo de pandemia? Solamente lo que debe de hacer poniendo su confianza en Dios, dando motivos de esperanza a quienes viven angustiados y con la conciencia sincera de que por amor a Cristo al prójimo siempre se podrá hacer mucho más. Es así como algunas acciones de estas comunidades sobresalen como signo luminoso que indica el camino a Dios en medio de una noche oscura que espera ya al Lucero de la mañana que es el Cristo Resucitado, Señor de la historia.
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