La nueva enfermedad social

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COLUMNA

La voz del Obispo

La nueva enfermedad social

Lancemos preguntas para auditorios que nos hagan movilizarnos de manera diferente y nos comprometan a mancharnos las manos para tener limpio el corazón

29 julio, 2025
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Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México desde el 18 de noviembre de 2022. En 1993 se consagra como religioso agustino recoleto y realiza sus estudios de filosofía y teología; ordenado sacerdote el 31 de julio de 1999. 

Se llama aporofobia. No es una palabra muy común ni de reciente creación. El 20 de diciembre de 2017 era admitida en el Diccionario de la Lengua Española con el contenido siguiente: “Fobia a las personas pobres o desfavorecidos”.

La profesora Adela Cortina lo expone en un diario español como causa de muchas otras patologías sociales que estaban perfectamente reconocidas (xenofobia, homofobia, racismo, fundamentalismo de todo tipo …).

Incluso en algunos lugares eclesiales no se habla de los pobres y de las nuevas pobrezas. Todos sabemos que cuando el creyente carece de menos injerencia en las problemáticas sociales tiende más al fanatismo.

En los centros de formación inicial cuando no hay sensibilidad social se provoca una superficialidad espiritual. Un experto Michael Walzer escribía en una de sus obras que los bienes que se han producido por la sociedad son bienes sociales y que, por tanto deben ser distribuidos socialmente según un criterio de justicia para que no le falta nada a nadie.

Recordando el histórico artículo de la año 1995 la catedrática de Ética, Cortina en el diario español ABC consideró que era necesario establecer un nuevo concepto para nombrar la verdadera etiología de tantas patologías sociales: “el odio al extranjero o al de distinta raza no nacen aquí sino vienen acompañados del triste aditamento de la pobreza, enfermedad que padecen también los de casa de toda la vida, y entonces es todavía peor, porque el pariente pobre es aún más que un peligro: es una vergüenza. Es el “pobre” (el “aporos”) el que molesta más que el extranjero (el “xenos”)”.

Hoy somos testigos de los discursos que provocan odio y rechazo a las personas que viven en situaciones de pobreza y vulnerabilidad. También experimentamos campañas estratégicas de comunicación que quieren polarizar a la población desde las idelogías sin querer centrarse en el problema que existe en nuestro país: la inseguridad y la desiguladad.

Las estadísticas sobre la pobreza indican que siguen existiendo diferencias sociales que rompen el tejido social. El desaparecido Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social indicaba que entre 2018 y 2022 el porcentaje de la población en situación de pobreza a nivel nacional pasó de 41.9 a 36.3 %, lo que representó un cambio de 51.9 a 46.8 millones de personas. En otras palabras, en 2022, aproximadamente 36 de cada 100 personas en México presentaban al menos una carencia social y tenían un ingreso mensual insuficiente para adquirir alimentos, bienes y servicios necesarios (valor de las canastas alimentaria y no alimentaria).

Desde hace 14 años en México se ha establecido la necesidad de evaluar la pobreza como una problemática multidimensional, es decir, que además de considerar la insuficiencia de los recursos económicos, utiliza varias dimensiones adicionales sobre las cuales debe focalizarse la política social.

Bajo estos parámetros, un indicador alarmante ha sido el incremento de personas que carecen de acceso efectivo a servicios de salud, pasando de 16.2 a 39.1 % entre 2018 y 2022, es decir, de 20.1 a 50.4 millones de personas.

Es importante señalar que la pobreza en México no es uniforme. Existen diferencias significativas en la incidencia de la pobreza entre las áreas urbanas y rurales, así como entre los estados del país. Además, algunas poblaciones enfrentan un riesgo mayor de caer en la pobreza y aquí es donde la cuestión indígena cobra relevancia.

El tema de las personas que viven en situación de pobreza y vulnerabilidad e incluso los que viven alejados de la Iglesia no se puede limitar a unas reuniones con el objetivo de un sínodo arquidiocesano. Tenemos que abordar con honestidad estos temas escuchando a los laicos que son los verdaderos protagonistas de nuestra Iglesia lo que viven a pie de calle: en Cáritas y otras organizaciones que se dedican con la Iglesia a acompañar a estas personas.

En nuestras evaluaciones, si se tienen preguntarnos más que mostrar números y asistencias nuestra ¿cuánto tiempo dedico a la caridad en la parroquia y el decanato?¿qué conozco sobre las actividades que tiene Cáritas arquidiócesis primada de México?¿qué misión tiene la vicaría de laicos en el mundo con los que viven en situación de pobreza y vulnerabilidad, con los alejados?¿cómo es mi diálogo con aquel que está alejado de Dios o afirma que Dios no está en su vida?

Desde la implicación personal es como podemos realizar preguntas a todos los fieles de nuestra arqudiócesis primada de México. Me dio mucha pena conocer a unas personas en situación de calle y no conocer a su párroco porque tiene mucho trabajo, me comentaban. Lancemos preguntas para auditorios que nos hagan movilizarnos de manera diferente y nos comprometan a mancharnos las manos para tener limpio el corazón. No solo a los de siempre, a todos.

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Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México desde el 18 de noviembre de 2022. En 1993 se consagra como religioso agustino recoleto y realiza sus estudios de filosofía y teología; ordenado sacerdote el 31 de julio de 1999.