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COLUMNA

Columna invitada

Otro país, con granos de mostaza

Preguntémonos cada uno qué podemos hacer para construir otra sociedad, otro país. Hagamos cada quien lo que más podamos por nuestra comunidad.

13 julio, 2021

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El cobro de piso, las extorsiones, las amenazas, los grupos armados y la violencia en general van en aumento, con autoridades ausentes o rebasadas. No falta quien asegure que están coludidas con el crimen, pero eso es difícil de comprobar. Lo que es evidente es que no enfrentan a estos grupos con todos los recursos tácticos de que el gobierno dispone. Por ello, el pueblo se siente indefenso, desamparado, expuesto a tantas arbitrariedades. Nosotros, como pastores religiosos, no podemos quedarnos en silencio y sólo lamentar la situación. Hay quienes nos recomiendan nada decir al respecto, pero no podemos dejar solo a nuestro pueblo; debemos acompañarlo y defenderlo, en la medida de nuestras responsabilidades. Sin embargo, la paz social, la armonía en nuestras comunidades, el progreso compartido y el bienestar solidario, dependen también de cada uno de nosotros. Desde nuestra familia, con la luz y la ayuda de Dios, podemos ser constructores de otro estilo de vida. Como dice Jesús, podemos ser pequeños granitos de mostaza, que dan fruto a su tiempo. Si cada uno se esfuerza por ser justo, por respetar a sus vecinos, por no dañar a nadie, por ayudar a quien sufre, por compartir desde su pobreza, puede cambiar el país, nuestra patria puede ser un oasis de paz. El país depende también de cada uno. Lo peor es quedarse sólo en críticas y lamentos.

Pensar

El Papa Francisco, en una reunión ecuménica para promover la paz en Líbano, dijo algo que nos ilumina para la situación que vivimos en nuestro país: “Como cristianos, hoy queremos renovar nuestro compromiso de construir juntos un futuro, porque el porvenir será pacífico sólo si será común. Las relaciones entre los hombres no pueden basarse en la búsqueda de intereses, privilegios y ganancias particulares. No, la visión cristiana de la sociedad viene de las Bienaventuranzas, brota de la mansedumbre y la misericordia, lleva a imitar en el mundo el actuar de Dios, que es Padre y quiere la concordia entre sus hijos. Los cristianos estamos llamados a ser sembradores de paz y artesanos de fraternidad, a no vivir de rencores y remordimientos pasados, a no huir de las responsabilidades del presente, a cultivar una mirada de esperanza hacia el futuro. Creemos que Dios nos muestra una sola dirección para nuestro camino: la de la paz. Por lo tanto, aseguramos nuestra apertura y disposición para colaborar en la construcción de la fraternidad y la promoción de la paz. Ésta no exige vencedores ni vencidos, sino hermanos y hermanas que, a pesar de las incomprensiones y las heridas del pasado, se encaminan del conflicto a la unidad… En la noche de la crisis, tenemos que permanecer unidos. Juntos, a través de un diálogo honesto y de intenciones sinceras, podemos llevar luz a las zonas oscuras. Encomendemos todo esfuerzo y compromiso a Cristo, Príncipe de la Paz. Que la noche de los conflictos se desvanezca y surja un amanecer de esperanza. Que cese el rencor, desaparezcan las discordias y vuelva a irradiar la luz de la paz” (1 julio 2021). Los obispos mexicanos, en nuestro Proyecto Global de Pastoral 2021+2033, decimos: “Es necesario reconocer que, en diferente medida, todos los ciudadanos somos responsables de esta situación que vivimos. Es innegable que hay personas que tienen una responsabilidad más grande sobre esto, porque se han aprovechado de cargos públicos, políticos o influencias inmorales para enriquecerse escandalosamente, dejando en la pobreza y bajo condiciones inhumanas a un gran número de ciudadanos. Los mexicanos como sociedad en su conjunto, no hemos sabido involucrarnos responsablemente en el destino de nuestro país y hemos dejado muchas veces en manos deshonestas y gente sin escrúpulos, el desarrollo de nuestra patria” (PGP 44). Ante ello, nos propusimos: “fomentar el sentido de responsabilidad civil de los ciudadanos” (176 g).

Actuar

Preguntémonos cada uno qué podemos hacer para construir otra sociedad, otro país. ¿Cómo puedes ser constructor de paz en tu familia, con tus vecinos, con quienes has tenido problemas? ¿Cómo puedes influir en tu comunidad, para que se conviva en paz y se eviten las injusticias y los pleitos? Hagamos cada quien lo que más podamos por nuestra comunidad local y nacional. El Card. Felipe Arizmendi es obispo emérito de San Cristóbal de las Casas.

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El cobro de piso, las extorsiones, las amenazas, los grupos armados y la violencia en general van en aumento, con autoridades ausentes o rebasadas. No falta quien asegure que están coludidas con el crimen, pero eso es difícil de comprobar. Lo que es evidente es que no enfrentan a estos grupos con todos los recursos tácticos de que el gobierno dispone.

Por ello, el pueblo se siente indefenso, desamparado, expuesto a tantas arbitrariedades. Nosotros, como pastores religiosos, no podemos quedarnos en silencio y sólo lamentar la situación. Hay quienes nos recomiendan nada decir al respecto, pero no podemos dejar solo a nuestro pueblo; debemos acompañarlo y defenderlo, en la medida de nuestras responsabilidades.

Sin embargo, la paz social, la armonía en nuestras comunidades, el progreso compartido y el bienestar solidario, dependen también de cada uno de nosotros. Desde nuestra familia, con la luz y la ayuda de Dios, podemos ser constructores de otro estilo de vida. Como dice Jesús, podemos ser pequeños granitos de mostaza, que dan fruto a su tiempo. Si cada uno se esfuerza por ser justo, por respetar a sus vecinos, por no dañar a nadie, por ayudar a quien sufre, por compartir desde su pobreza, puede cambiar el país, nuestra patria puede ser un oasis de paz. El país depende también de cada uno. Lo peor es quedarse sólo en críticas y lamentos.

Pensar

El Papa Francisco, en una reunión ecuménica para promover la paz en Líbano, dijo algo que nos ilumina para la situación que vivimos en nuestro país:

“Como cristianos, hoy queremos renovar nuestro compromiso de construir juntos un futuro, porque el porvenir será pacífico sólo si será común. Las relaciones entre los hombres no pueden basarse en la búsqueda de intereses, privilegios y ganancias particulares. No, la visión cristiana de la sociedad viene de las Bienaventuranzas, brota de la mansedumbre y la misericordia, lleva a imitar en el mundo el actuar de Dios, que es Padre y quiere la concordia entre sus hijos. Los cristianos estamos llamados a ser sembradores de paz y artesanos de fraternidad, a no vivir de rencores y remordimientos pasados, a no huir de las responsabilidades del presente, a cultivar una mirada de esperanza hacia el futuro. Creemos que Dios nos muestra una sola dirección para nuestro camino: la de la paz. Por lo tanto, aseguramos nuestra apertura y disposición para colaborar en la construcción de la fraternidad y la promoción de la paz. Ésta no exige vencedores ni vencidos, sino hermanos y hermanas que, a pesar de las incomprensiones y las heridas del pasado, se encaminan del conflicto a la unidad… En la noche de la crisis, tenemos que permanecer unidos. Juntos, a través de un diálogo honesto y de intenciones sinceras, podemos llevar luz a las zonas oscuras. Encomendemos todo esfuerzo y compromiso a Cristo, Príncipe de la Paz. Que la noche de los conflictos se desvanezca y surja un amanecer de esperanza. Que cese el rencor, desaparezcan las discordias y vuelva a irradiar la luz de la paz” (1 julio 2021).

Los obispos mexicanos, en nuestro Proyecto Global de Pastoral 2021+2033, decimos: “Es necesario reconocer que, en diferente medida, todos los ciudadanos somos responsables de esta situación que vivimos. Es innegable que hay personas que tienen una responsabilidad más grande sobre esto, porque se han aprovechado de cargos públicos, políticos o influencias inmorales para enriquecerse escandalosamente, dejando en la pobreza y bajo condiciones inhumanas a un gran número de ciudadanos. Los mexicanos como sociedad en su conjunto, no hemos sabido involucrarnos responsablemente en el destino de nuestro país y hemos dejado muchas veces en manos deshonestas y gente sin escrúpulos, el desarrollo de nuestra patria” (PGP 44). Ante ello, nos propusimos: “fomentar el sentido de responsabilidad civil de los ciudadanos” (176 g).

Actuar

Preguntémonos cada uno qué podemos hacer para construir otra sociedad, otro país. ¿Cómo puedes ser constructor de paz en tu familia, con tus vecinos, con quienes has tenido problemas? ¿Cómo puedes influir en tu comunidad, para que se conviva en paz y se eviten las injusticias y los pleitos? Hagamos cada quien lo que más podamos por nuestra comunidad local y nacional.

El Card. Felipe Arizmendi es obispo emérito de San Cristóbal de las Casas.