Consuelo Mendoza
Tal como ha sucedido en los últimos años con otros documentos pontificios, muchas voces se levantaron a través de las redes sociales, mostrando su acuerdo o desacuerdo con la nueva nota doctrinal Mater populi Fidelis, publicada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Al parecer, a algunos no les agradó y han mostrado su molestia porque en dicho documento, entre muchas otras cosas, se señala como inapropiado e incorrecto el título de “corredentora” a la Virgen María.
La nota del Dicasterio considera que dicho título “no ayuda a ensalzar a María como la primera y máxima colaboradora en la obra de la Redención y de la gracia, porque el peligro de oscurecer el lugar exclusivo de Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre por nuestra salvación, único capaz de ofrecer al Padre un sacrificio de valor infinito, no sería un verdadero honor a la Madre”.
Me preocupa escuchar o leer a sacerdotes y laicos con prestigio y un enorme número de seguidores en medios de comunicación y redes sociales, cuestionando el contenido del documento y generando, con sus comentarios, desconfianza hacia los responsables del Dicasterio para la Doctrina de la Fe; poniendo en entredicho, o calificando de “inoportuna” la decisión del Santo Padre León XIV, que ha firmado y avalado dicho documento.
El impacto de sacerdotes y laicos “youtubers” llega a los católicos que confían en ellos y creen en su buen criterio para “conocer”, sin necesidad de leer, los textos originales; difundiendo (sus seguidores), dichos contenidos en sus círculos sociales como muy recomendables.
Vivimos una época difícil, en la que hemos perdido la confianza en muchas instituciones, gobiernos, políticos y líderes; en la que los extremos nos intentan convencer y seducir con sus ideologías. Muchos católicos, que aprendimos en el catecismo que el Papa es el Vicario de Cristo, cabeza visible de la Iglesia a la que gobierna con la asistencia del Espíritu Santo, buscamos permanecer fieles a nuestra fe y encontrar en nuestros sacerdotes acompañamiento, caminos de paz y palabras de esperanza; que su elocuencia y celo apostólico nos reafirmen en la unidad y la obediencia al Romano Pontífice.
Desde niña aprendí que María, Madre de Dios y de la Iglesia, siempre es el camino que nos conduce a Cristo. Que tiene muchos títulos con los que podemos invocarla y Ella siempre escucharnos; que es un modelo de virtudes, siempre cercana y amorosa, siempre intercesora: “haced lo que él os diga”. Y lo más importante: aprendí que también es mi Madre y, como tal, me ama incondicionalmente y siempre está dispuesta a atenderme y a interceder por mí.
Si dejo de llamarla Corredentora, en nada afectará el amor que por Ella siento, ni creo que le afectará en toda su grandeza como Reina del Cielo. Como dice Lumen Gentium, “la función materna de María no hace sombra a la mediación de Cristo, sino que la manifiesta y estimula la adoración que sólo a Él se debe”.
Ojalá que todos aquellos sacerdotes y laicos católicos tan activos en las redes sociales y que han hecho tanto bien con sus videos, pódcasts y mensajes, valoren la trascendencia de sus opiniones y lo que pueden provocar. Poner en tela de juicio las decisiones doctrinales del Santo Padre no hace bien, nsueloo alimenta la esperanza ni la unidad en la Iglesia, que tanto necesitamos los católicos en un mundo tan dividido.
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