Evangelio 12 de enero 2025: La fiesta del bautismo del Señor
Ser sumergido en el agua de pies a cabeza puede implicar dos cosas: la primera de ellas es purificación, la segunda de ellas es paso de muerte a vida de esclavitud a libertad
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
Lucas 3, 15-16. 21-22
En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan el Bautista era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”.
Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco”.
Fiesta del bautismo del Señor
El evangelio de hoy habla de Juan Bautista como aquel que bautiza con agua, es un signo. Pero ¿Cómo entender el sentido simbólico de la expresión él los bautizará con Espíritu Santo y con fuego?
Desde muy antiguo en la humanidad, se ha desarrollado el sentido de lo sagrado. Este ámbito es diverso al ámbito de lo profano. Entendemos por profano el mundo en que vivimos, no necesariamente en sentido negativo, sino más bien como el ámbito de las cosas de este mundo. En cambio el ámbito sagrado está más allá de este mundo.
El sentido más inmediato del más allá, y tal vez el más antiguo reflejado en ritos es el de los muertos. Ellos están más allá de este mundo. Más adelante en el desarrollo de las grandes religiones, aparece el concepto más abstracto de Dios, eterno, invisible, irrepresentable, misterioso. Del contacto de los seres humanos con el más allá, surge el concepto de purificación, porque la purificación sirve de transición entre los lugares, los tiempos y las acciones sagradas para regresar a este mundo profano. Así es como hablamos de ritos de purificación de los cálices y las patenas después de la comunión.
En el Antiguo Testamento existían muchos ritos de purificación para los sacerdotes, los cuales implicaban tiempos, oraciones y acciones (cfr. Nm 19,1-22). Del sentido ritual de la purificación se pasó al sentido moral de la purificación. Esto es lo que caracterizó el ministerio de Juan Bautista, él predicaba para que las personas reconocieran sus pecados y se convirtieran, como rito de apoyo a esto realizaba el bautismo con agua en el río Jordán.
Ser sumergido en el agua de pies a cabeza puede implicar dos cosas: la primera de ellas es purificación, la segunda de ellas es paso de muerte a vida de esclavitud a libertad. Cuando Juan habla del bautismo del Espíritu claramente podemos referirla a la efusión del Espíritu Santo, Jesús recibió esta efusión inmediatamente después de su bautismo en el Jordán, los discípulos suyos la recibieron en Pentecostés.
La mención del bautismo con fuego, puede ser en primer lugar un paralelismo con la efusión del Espíritu Santo, pues en Pentecostés fueron como llamas de fuego sobre los discípulos (cfr. Hch 2,3). Otro sentido es la purificación comparada con el acrisolamiento de los metales. Jesucristo nos ha purificado de todo pecado por su sangre derramada en la cruz.
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