Estamos preocupados porque el gobierno federal está llevando a cabo lo decretado en 2019, en orden a lo que llama La nueva escuela mexicana. Para ello, ha decidido hacer unos cambios importantes, orientados a una nueva organización académica y presentando nuevos contenidos en los textos escolares, que serán vigentes en todas las escuelas públicas y privadas, a partir del próximo curso escolar, como nuevo modelo educativo.
A los grados académicos conocidos tradicionalmente como primero, segundo, tercero, etc. de Primaria y Secundaria, se les distribuirá ahora en seis fases continuas desde Preescolar hasta Secundaria, con nuevos nombres. No sé si esto vaya a generar problemas a quienes deben ir a otros países a estudiar.
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Al Maestro no se le considera más como docente, sino como líder comunitario y social. Los mismos alumnos harán sus evaluaciones académicas de aprendizaje, no los profesores… El centro de este modelo educativo no es el alumno, sino la comunidad.
Se califica el anterior modelo educativo como neoliberal, meritocrático, conductista, elitista, punitivo, patriarcal, racista, competencial, eurocéntrico, colonial, inhumano y racista… No sé si maestras y maestros estén de acuerdo con ello, pues estos epítetos, propios de esta era gubernamental, son muy ofensivos para ellos.
Se afirma que, ahora, la educación será más humanista, orientada a la solidaridad social y al amor al prójimo, y, de esta forma, convertirse en un espacio de transformación social… Hay que ver si estos buenos deseos tienen cimientos sólidos, o son pura apariencia. Pareciera que todo lo anterior es nocivo y que sólo con este gobierno llegó la salvación del país. ¡Y que haya muchos que así lo creen!
En los regímenes democráticos, los gobiernos toman muy en cuenta a los padres de familia, que son los primeros responsables de la educación de sus hijos. Este es un derecho natural, no religioso.
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En los sistemas totalitarios, son los afines en ideología al gobierno en turno quienes hacen y deshacen la educación, sin tomar en cuenta a los padres de familia; son los adictos a quienes presiden los gobiernos, los que, cuanto éstos les preguntan qué hora es, responden servilmente: la que usted diga, señor…
El Concilio Vaticano II (1962-65), en su Declaración Gravissimum educationis sobre la educación, afirma: “Todos los hombres de cualquier raza, condición y edad, por poseer la dignidad de persona, tienen derecho inalienable a una educación que responda al propio fin, al propio carácter, al diferente sexo, y acomodada a la cultura y a las tradiciones patrias, y, al mismo tiempo, abierta a las relaciones fraternas con otros pueblos, para fomentar en la tierra la unidad verdadera y la paz. Mas la verdadera educación se propone la formación de la persona humana en orden a su fin último y al bien de las sociedades, de las que el hombre es miembro y en cuyas responsabilidades participará cuanto llegue a ser adulto.
Hay que ayudar, pues, a los niños y a los adolescentes, teniendo en cuenta el progreso de la psicología, de la pedagogía y la didáctica, a desarrollar armoniosamente sus condiciones físicas, morales a intelectuales, a fin de que adquieran gradualmente un sentido más perfecto de la responsabilidad en el recto y continuo desarrollo de la propia vida y en la consecución de la verdadera libertad, superando los obstáculos con grandeza y constancia de alma. Hay que iniciarlos, conforme avanza su edad, en una positiva y prudente educación sexual. Hay que prepararlos, además, para participar en la vida social, de modo que, bien instruidos con los medios necesarios y oportunos, puedan adscribirse activamente a los diversos grupos de la sociedad humana, estén dispuestos para el diálogo con los demás y presten su colaboración de buen grado al logro del bien común. Los niños y los adolescentes tienen derecho a que se les estimule a apreciar con recta conciencia los valores morales y a prestarles su adhesión personal, y también a que se les incite a conocer y amar más a Dios” (No. 1).
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El episcopado mexicano, en su documento Educar para una nueva sociedad (2012), dice: “Todas las instituciones – gobiernos, sindicatos, escuelas públicas y privadas, medios de comunicación, centros culturales, iglesias y comunidades eclesiales, debemos colocarnos permanentemente al servicio de la persona del educando. En nuestro tiempo, algunos criterios económicos y políticos, incluso una mal entendida “excelencia educativa” han desplazado la centralidad de la persona subordinándola a otros intereses. Es muy grave la instrumentalización de la cuestión educativa, dando cabida al utilitarismo económico, a la conveniencia ideológica o a los intereses de gremio, por encima de la dignidad y los derechos que tienen los niños y jóvenes de México” (61).
“Los padres de familia, y no la escuela ni el Estado, son los primeros responsables de la educación de los hijos. Esto lo deben reconocer y promover las leyes civiles y la propia Iglesia” (64).
Padres de familia, exijan ser tomados en cuenta en esta reforma educativa que lleva a cabo el gobierno actual. Al inicio de nuevo curso escolar, lean y analicen los libros de texto obligatorio, y manifiesten su conformidad o inconformidad con algunos contenidos y metodologías. Asuman su responsabilidad en la correcta educación de sus hijos, y no dejen que el gobierno haga con ellos lo que quiera. Igualmente, maestras y maestros, sean corresponsables con los padres de familia y vean lo que sea más conveniente para el país.
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