En el programa ‘Regreso a casa’ (Journey Home, de la cadena católica EWTN) en el que se entrevista a ex-protestantes que ingresaron a la Iglesia Católica, es muy frecuente que alguno cuente que lo que hizo una diferencia en su vida fue descubrir que alguien, de quien admiraba su integridad, su inteligencia o alguna otra cualidad, era católico, lo cual le sorprendió mucho porque pensaba que los católicos eran tontos supersticiosos.

Así mismo es común que alguno platique que cuando estaba en la universidad y compartía el dormitorio con varios compañeros, le llamaba la atención que uno de ellos se levantaba muy temprano los domingos y salía sin hacer ruido, para ir quién sabe a dónde. Y cuando le preguntó a dónde iba, le dijo que a Misa. Le impactó que estuviera tan comprometido con su fe.

También es frecuente que algún ex-protestante diga que se empezó a interesar en la Iglesia Católica cuando alguien le invitó a ir con él a Misa, y aunque la encontró extraña y no entendió lo que sucedía, captó que allí había algo que no había en otras iglesias.

Y en no pocos casos fue una charla con alguien católico que le compartió algún aspecto de su fe y supo responder a sus dudas lo que motivó a un protestante a empezar a cuestionar lo que le estaban enseñando en su denominación y captar que no era verdad.

Son ejemplos de testimonios, silenciosos o verbales, que movieron corazones.

Cuando somos parientes o amigos de personas que no comparten nuestra fe, nos suele dar pena hacer alguna referencia religiosa, creemos que podemos ofenderlos o ser criticados. Pero puede ser todo lo contrario, puede ser que ese comentario siembre una semilla:

‘Ya me voy porque quiero rezar mi Rosario’, ‘el otro día, que estaba yo leyendo en la Biblia esto que me encantó, mira…’, ‘me dio miedo, pero me encomendé a Dios’.

Son frases que no son recibidas a la defensiva, porque no se percibe que su objetivo sea sermonear, sino compartir una vivencia. Y eso se acepta y siembra una semilla sin que la persona se dé cuenta.

¿Qué tal si nos proponemos en esta Cuaresma que al menos cada semana demos a alguien que se haya alejado de la Iglesia, testimonio, sea silencioso o verbal, de nuestra fe?  Puede parecer una insignificancia, pero puede ser que le impacte y haga en su vida una gran diferencia.

Alejandra Sosa

Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años.

Compartir
Publicado por
Alejandra Sosa

Entradas recientes

¿Es posible esperar la paz en México hoy?

La realidad que enfrentamos desafía nuestra fe y nuestra esperanza: la violencia desatada por el…

8 horas hace

El discurso de odio

México necesita un gobierno que trabaje y respete a todos sus ciudadanos y no un…

9 horas hace

Acerca de la nueva nota doctrinal Mater populi fidelis

Poner en tela de juicio las decisiones doctrinales del Santo Padre no hace bien, no…

9 horas hace

25 de noviembre: Día contra la violencia hacia las mujeres

Exijamos lo verdaderamente importante, mecanismos de protección, fondos para colectivos y reformas que castiguen la…

10 horas hace

Papa León a los jóvenes: “La tecnología puede ayudarnos a vivir nuestra fe cristiana”

El Papa León XIV dialogó con jóvenes en Indianápolis sobre fe, tecnología, errores, lucha interior…

13 horas hace

Adviento: ¿Cómo cambia la Liturgia y cuáles son sus significados?

Durante el Adviento, la Iglesia vive un tiempo de esperanza y oración en espera del…

2 días hace