Evangelio y lecturas de la Misa del IV Domingo de Adviento 2024

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COLUMNA

Ángelus Dominical

Un Rey auténtico

NO ESTARÉ PRESENTE de modo presencial en la reapertura de la Catedral de Nuestra Señora de París (Notre Dame) -intentaré hacerlo de manera virtual- e imagino que más que la emoción de un edificio material, la verdadera y profunda alegría estará centrada en la capacidad de levantarnos, una y otra vez, luego de catástrofes, problemas, […]

24 noviembre, 2024

NO ESTARÉ PRESENTE de modo presencial en la reapertura de la Catedral de Nuestra Señora de París (Notre Dame) -intentaré hacerlo de manera virtual- e imagino que más que la emoción de un edificio material, la verdadera y profunda alegría estará centrada en la capacidad de levantarnos, una y otra vez, luego de catástrofes, problemas, guerras, adversidades, crisis, etc., que tenemos los seres humanos… QUE ME DISCULPE PARÍS y toda Francia si digo que el gozo por ver nuevamente abiertas las puertas de dicha catedral es de toda la humanidad, pues también fue de todos la angustia y desesperación al ver el fuego y sus consecuencias en aquella tarde de primavera: ¡hasta el más recalcitrante enemigo del orbe católico, de la cultura occidental, o del mismísimo planeta Tierra, se vio impactado con escenas tan dantescas!… RESALTO LAS PALABRAS que, pidiendo perdón, hace un par de meses publicaba una francesa que en otro tiempo ingresó a tan bello recinto con toda la gana de burla y desprecio; en efecto, logró su propósito de protesta y escándalo en lo que entonces defendía con toda rabia y que hoy va dejando atrás con toda razón; menciono su nombre con respeto y en correspondencia a su recta intención: Marguerite Stern… LOS SERES HUMANOS siempre estamos en proceso de cambio y siempre es deseable que sea para bien, pues quienes se enfilan en cambiar para mal terminan autodestruyéndose: si le apostamos al aborto estamos cancelando el futuro, si le abonamos a la guerra destrozamos también el presente, si anhelamos derechos sin responsabilidades caminamos hacia el vacío, si sólo buscamos placer y olvidamos nuestra fragilidad ante el dolor terminaremos sucumbiendo… LO QUE HA SUCEDIDO en Valencia y sus alrededores no es solo una catástrofe mil veces lamentable, también es el reto -para unos y otros- de sobreponerse con empeño y solidaridad, con esperanza y sin rencores, construyendo un futuro mejor que jamás se pinta fácil, que nunca debe ser solo de los afectados directamente… APLAUDIRÉ CON AMBAS MANOS -no se puede de otro modo- lo que hagan en Nueva Delhi o en Ámsterdam, en Morelia o en El Cairo, en orden a prevenir y enfrentar cualquier tipo de desastre natural o artificial; y si acaso sucediera algo tremendo, aplaudiré con todo el corazón lo que buenas voluntades y rectas intenciones hagan para mitigar las lamentables consecuencias y -¡más todavía!- lo que se emprenda para volver a levantar la cabeza y con ella el cuerpo entero… LO QUE HIZO EL GOBIERNO y el pueblo de Francia, las disculpas que ofreció la antes anticatólica, lo que sigue haciendo cada valenciano y cada español, son claro ejemplo de la capacidad -apostaría a decir casi infinita- que tenemos los seres humanos, creyentes o no, pudientes o no, instruidos o no, urbanos y rurales, para volver a emprender el camino al crecimiento; y con la dosis de ironía lógica y necesaria, también menciono una excepción: los políticos, que parecería se empeñan en destruir y despilfarrar lo que hace el mortal común y corriente… UN REY AUTÉNTICO –entendámonos seriamente- no es el que se encierra en su palacio, con su corte y su lacayos, con sus excesos y ambiciones, con riquezas mal habidas y sus vicios vienbenidos (¡ups!, hasta la palabra se negó a presentarse correctamente); un buen rey busca la unidad de su pueblo, la libertad de sus integrantes, la dignidad para propios y ajenos; un rey en serio pone su vida toda -no solo un sexenio- en procurar lo que engrandezca a su pueblo, lo que procure la paz, lo que sirva para un futuro mejor… MI AFIRMACIÓN PREVIA no quiere ser política -me quedaría muy bajo- sino familiar y espiritual: en la familia hablamos de la “reina del hogar” para referirnos a quien lava la ropa y prepara la comida, en la Iglesia hablamos de Cristo “Rey del Universo” reconociendo y agradeciendo que su entrega en la cruz fue para salvación de todos; al celebrar hoy a Cristo Rey, pídele ser rey como Él -en la entrega total y el servicio generoso-, no como un Herodes cualquiera o como cualquiera que pretenda ser Herodes…