El Cristo del Rebozo: la conmovedora leyenda que originó su devoción en Santo Domingo
Conoce la historia y leyenda del Cristo del Rebozo, una imagen venerada en Santo Domingo, que refleja devoción, amor y milagros en la CDMX.
Se trata de una figura antigua de un Cristo Nazareno, obra de un escultor desconocido, que fue encontrada por las monjas dominicas cuando llegaron y se establecieron en el siglo XVI en el Convento de la Orden de los Dominicos, situado detrás del antiguo Templo de Santa Catalina de Siena, en la actual calle de República de Argentina.

La leyenda del Señor del Rebozo
Este peculiar Cristo Nazareno, que parecía mostrar la carne viva de Cristo, fue muy querido por las monjas, quienes decían que cada día parecía más triste, con una expresión más humana, desolada y angustiada.
Con el tiempo, una joven novicia llamada Sor Severa de Gracida y Álvarez ingresó al convento y, tras tomar sus votos perpetuos, se llamó Sor Severa de Santo Domingo. Desde que vio la imagen, rezaba allí todos los días, encontrando en ella refugio y consuelo.
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Años después, ya anciana y enferma, Sor Severa lloraba desconsolada en una noche fría y de tormenta, pues por la vejez, sus fuerzas menguaba y le impedían caminar hacia el templo de Santa Catalina y orar frente al Cristo. En su celda, ella lloraba y rezaba, pero nada la consolaba.
La leyenda cuenta que esa noche se escuchó a Sor Severa gritar: “¡Cristo mío, déjame cubrir tu enjuto y aterido (rígido de frío) cuerpo! Venid a mi Señor y muéstrate ante esta pecadora que solo ha sabido amarte y adorarte en reverente oración”.
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Se dice que, mientras la tormenta arreciaba, Sor Severa escuchó que llamaban a la puerta de su celda. La monja, con dificultad, abrió y encontró a un mendigo casi desnudo, pidiendo pan y abrigo.
Ella le ofreció un trozo de pan, agua y cubrió su cuerpo con su rebozo de lana. Al día siguiente, las hermanas encontraron a Sor Severa tendida en su cama, con una gran sonrisa en el rostro marchito por los años y la enfermedad. Mientras tanto, en el Templo de Santa Catalina de Siena, el Cristo Nazareno permanecía cubierto con el rebozo de lana de Sor Severa.
Al conocerse este prodigio, la imagen fue trasladada al Templo de Santo Domingo de la Arquidiócesis de México, un templo barroco del siglo XVI, ubicado en Plaza 23 de Mayo, en Santo Domingo, donde se encuentra actualmente y recibe a miles de fieles cada año en su fiesta el primer domingo de marzo.
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