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Viacrucis de la Misericordia. ¡Descárgalo gratis!

También puedes descargar en esta nota el PDF del Viacrucis de la Misericordia, con el que podrás meditar en el amor misericordioso de Jesús.

13 marzo, 2024
Viacrucis de la Misericordia. ¡Descárgalo gratis!
No te pierdas el Viacrucis de la Misericordia. Ilustraciones: María Escutia.

Aquí te compartimos el Viacrucis de la Misericordia, con ilustraciones y emotivas reflexiones. Al final, encontrarás un link de descarga en el que puedes obtener gratuitamente el PDF a todo color.

Desde la Cruz, Jesús nos enseñó que no hay mayor victoria sobre la violencia que el amor; que no hay injusticia que no pueda ser vencida con la misericordia; y que no existe situación alguna de desesperanza que no encuentre respuesta al confiarla en las manos del Padre. Por eso, al meditar en la vía de la Cruz hemos de contemplar el triunfo del amor y la misericordia del Hijo que puso toda su vida y obra en manos del Padre.

¿Habremos comprendido ya el mensaje del Crucificado? Por este motivo, el Viacrucis de la Misericordia busca profundizar en los gestos de misericordia que Jesús nos regaló durante su Pasión y Muerte. No busca sólo conmover el corazón con el recuerdo de los sufrimientos de Jesús; más bien quiere contemplar a Cristo amándonos desde su sufrimiento, para aprender a perdonar y confiar en Dios cuando experimentamos también nosotros momentos de injusticia, violencia o dolor.

I Estación: Jesús es sentenciado a muerte

(Mt 27, 24-26)

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

Jesús anunció este momento varias veces a sus discípulos; conocía que la consecuencia de amar y perdonar como su Padre se lo pedía podría acarrearle la muerte, pero Él no quiso renunciar a dar este testimonio de Amor. Ahora carga con su cruz, condenado por “un exceso de misericordia divina”. ¿Alguna vez nos hemos excedido en perdonar al grado que nos critiquen por ello?

Petición

Concédenos Señor la gracia de creer en tu misericordia y compartirla con alegría.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

II Estación: Jesús carga con la cruz

(Mt 27,27-29)

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

“El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame”. Jesús se niega a sí mismo al poner su suerte en manos del Padre y abraza su cruz, no como camino de ignominia, sino de salvación. Cuando nos determinamos a amar, muchas veces nos enfrentaremos con incomprensiones, obstáculos o desencuentros que nos pueden hacer desfallecer. En ese momento, contemplemos a Jesús, confiando su vida al Padre y cargando su cruz para dar testimonio de su amor.

Petición

Ayúdanos Señor a confiar en Ti y no renunciar al amor cuando enfrentemos alguna cruz en nuestro caminar.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

III Estación: Jesús cae con la cruz a cuestas

(Lc 18,38-41)

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

Cuando Jesús vio en el suelo al ciego, Él se detuvo, lo escuchó y lo sanó. Ahora es Jesús quien cae al suelo, y no encuentra quien lo escuche, lo ayude o lo levante. ¿Cuántas veces hemos visto a hermanos que han tropezado por algún error, y en lugar de levantarlos los juzgamos y los dejamos ahí?

Petición

Concédenos Señor un corazón generoso para amar y ser misericordiosos con nuestros hermanos que han tropezado por el camino de la vida.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

IV Estación: Jesús encuentra a su Santísima Madre

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

El dolor de María es incomparable; ella es la Madre, la discípula, y la compañera de Jesús en esta historia de redención. María sostiene a su Hijo en fidelidad al Padre, como aquella madre de los jóvenes macabeos que sostuvo a sus hijos mientras morían dando testimonio de su fe.

Petición

María, enséñanos a vivir el amor y la misericordia que tu Hijo nos compartió desde la cruz; ayúdanos a mantenernos fieles en los momentos de prueba.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

V Estación: Jesús es llevado por Simón de Cirene a llevar la cruz

(Lc 23,26)

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

¡Qué incomparable honor el de Simón! Llevar la cruz de Jesús y sin siquiera buscarlo. ¿Cómo podemos nosotros vivir esta experiencia? Cuando nos toca ayudar a algún hermano que carga con una cruz muy pesada, recordemos que estamos amando a Jesús y ayudándole a cargar la cruz. Pues él dijo: “Lo que hagan con el más pequeño de estos, conmigo lo hicieron”.

Petición

Danos, Señor un corazón servicial y misericordioso que no ignore a quienes tu pones en nuestro camino porque necesitan de nuestra ayuda.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

VI Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén

(Lc 23 27-28)

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

Las mujeres lloran al ver al profeta morir; Jesús había sido causa de bendición y esperanza para muchos; las mujeres lo saben y por eso lloran, pues ven condenado a muerte al Justo. ¡Cuántas mamás lloran hoy la desaparición o la muerte de sus hijos! Jóvenes llenos de esperanza que se han perdido en las drogas o han sido engañados por el consumismo, jóvenes víctimas de la violencia que han visto truncados sus sueños.

Petición

Señor, te pedimos que nuestro llanto se transforme en acciones que nos ayuden a construir la paz.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

VII Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras

(LC 23,35)

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

¡Jesús es despojado de sus vestiduras! Pareciera que junto con las vestiduras le arrebataban su libertad, sus sueños, su proyecto del Reino de Dios, su misma vida. En realidad, es Jesús quien lo entrega todo por testificar su entrega total para que el amor de Dios por su pueblo reine. Su desnudez física nos muestra el despojo total de las glorias de este mundo y la total confianza en la gloria que sólo su Padre le puede ofrecer. ¡Qué fácil nos dejamos engañar por este mundo que quiere que le entreguemos nuestro corazón ofreciéndonos las glorias pasajeras que caducan y nos esclavizan!

Petición

Señor, te pedimos nos ayudes a que nos experimentemos siempre colmados por tu Amor, para que no caigamos en la tentación de buscar nuestra felicidad lejos de Ti.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

VIII Estación: Jesús es clavado en la cruz

(Jn 19, 18-19)

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

¡Vaya trono ha elegido este Rey para vencer al mundo, una cruz! Desde ella, Cristo vencerá el pecado, la violencia y la muerte. Coronado por una corona de espinas, custodiado por dos ladrones, acompañado por Su Madre, unas mujeres y sólo uno de sus discípulos, Cristo se prepara para consumar su obra: hacer triunfar el amor misericordioso del Padre sobre el pecado y la muerte. ¿Nos atreveremos a ser fieles súbditos de este rey cuyas armas son la confianza en el Padre y su infinita?

Petición

Concédenos, Señor, tu misericordia y perdona nuestras obras que colaboran con el motivo de tu crucifixión: nuestro pecado.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

IX Estación: Jesús perdona a quienes lo han crucificado

(Lc 23, 33-34)

FALTA IMAGEN

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

Jesús crucificado nos muestra su primer arma para vencer en la batalla contra el pecado: la Misericordia. Él no exige el arrepentimiento por anticipado, ni cree que, por perdonar, justificará la violencia de los verdugos. El Crucificado nos da testimonio que ni la injusticia más atroz merece el odio como respuesta, sino la misericordia.

Petición

Padre, sana nuestras heridas, fortalece nuestros corazones y ayúdanos a ser fieles testigos del acto de misericordia más grande que tu Hijo nos regaló desde la cruz.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

X Estación: Jesús guarda silencio ante los insultos

(Lc 23, 35-37)

FALTA IMAGEN

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

En las tentaciones que Jesús había vivido al inicio de su ministerio, el demonio le había propuesto: “Si eres el Hijo de Dios, transforma estas piedras en panes”; ahora, el demonio aparece de nuevo en boca de la turba: “Si eres el Mesías, sálvate a ti mismo”. Pero Jesús sabe que su condición de Ungido de Dios no era un don para Él sino para el Pueblo. Por eso, su silencio es un acto de amor. Dios calla para que el pueblo escuche: la vida es para entregarse, no para conservarse; “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?”

Petición

Señor, concédenos la gracia de tener oídos sordos para las palabras necias que nos quieren convencer de alejarnos de tu camino.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

XI Estación: Jesús ofrece el paraíso al ladrón arrepentido

(Lc 23,39-43)

FALTA IMAGEN

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

En esta escena contemplamos cómo Jesús da vida, aún cuando está experimentando la muerte. Jesús no premia el acto malo cometido, sino la sinceridad del ladrón arrepentido y el reconocimiento de Jesús como Rey. Dios no espera corazones perfectos, pero sí, corazones humildes que, reconociendo sus faltas y limitaciones, se acojan a su misericordia. ¡Más vale confiar en la misericordia divina que en nuestra perfección humana!

Petición

Señor, concédenos la gracia de tener un corazón humilde que nos ayude a reconocer la gravedad de nuestras faltas y la grandeza de tu misericordia a quien nos podemos confiar.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

XII Estación: Jesús muere en la cruz

(Jn 19, 29-30)

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

Jesús entrega su Espíritu; aquel Espíritu que hizo posible su encarnación, el mismo que descendió sobre Él durante el bautismo de Juan y quien lo llevó al desierto. Aquel Espíritu que animó cada oración con su Padre y lo condujo por todo Israel haciendo el bien. Jesús vertió hasta la última gota de su vida dando testimonio del amor del Padre y de su infinita misericordia por la humanidad; Jesús nos ofreció Su Vida y Su Espíritu para que comprendiéramos cuán infinito es el Amor del Padre por nosotros. ¿Qué hemos hecho con este testimonio los cristianos? ¿Su vida y muerte ha transformado nuestras vidas?

Petición

Señor, concédenos la gracia de ser fieles testigos de tan divino amor.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

XIII Estación: Jesús es depositado en los brazos de Su Madre

(Jn 19,25)

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

“Una espada atravesará tu alma”, le habían predicho a María. Sin duda, Simeón se refería a este momento. María no podía experimentar más dolor, su Hijo, el Hijo del Altísimo que el Ángel le había anunciado nacería en ella, estaba muerto en sus brazos. ¿Cómo sobrevivir a tanto dolor? ¿Cómo mantener la esperanza ante esta realidad? María nos enseña el camino; ella ofrece su dolor al Padre, y Él hace este dolor fecundo. Más fuerte que los posibles dolores de parto al dar a su Hijo a luz, fueron los dolores de parto para gestar la Iglesia.

Petición

Virgen Santísima, Madre de los Dolores, intercede por nosotros para que no seamos causa de más dolores para tu Corazón.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

XIV Estación: Jesús es sepultado

(Jn 19, 38-41)

V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.

Reflexión

El silencio del sepulcro es imponente. Pareciera marcar el final de una historia, en este caso la historia del Profeta de la Misericordia. ¿Podría el sepulcro contener el amor que emanaba del Corazón de Jesús? ¿Sería capaz una lápida y una roca contener tanto Amor? Allí yacía el sueño de Dios, el anhelo de hacer de la historia de la humanidad, una historia de esperanza, una historia de fraternidad y de paz. ¿Sería capaz el sepulcro de contener tanto amor?

Petición

Señor, concédenos la gracia de ser testigos de tu infinito amor; de hacer valer en medio de este mundo tu testimonio de misericordia, tu testimonio de que el amor siempre vencerá al odio y la violencia. Señor, concédenos la gracia de ser dignos discípulos del amor del crucificado.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

V/. Señor, pequé. Ten misericordia de mí.

R/. Pecamos y nos pesa, ten misericordia de nosotros.

Oración final

Señor Jesucristo, tú nos has concedido acompañarte, con María tu Madre, en los misterios de tu pasión, muerte y sepultura, para que te acompañemos también en tu resurrección; concédenos caminar contigo por los nuevos caminos del amor y de la paz que nos has enseñado. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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