¿Qué quieren decir los signos del Apocalipsis?
El Apocalipsis está lleno de metáforas, de poesía, de símbolos y de signos que deben ser interpretados para comprender lo que el autor nos está diciendo.
“En el libro del Apocalipsis, las imágenes que ve el vidente han de interpretarse, es decir, buscar su significado” (Eduardo Arens).
El lenguaje que utiliza el autor del libro del Apocalipsis discurre mediante imágenes que nos remiten a otras realidades. Es un desatino pensar que la bestia es una bestia o que el dragón es un dragón, o que la mujer que la monta es realmente una persona del género femenino.
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El Apocalipsis no es una crónica histórica de personajes o acontecimientos que sucederán en el futuro. Pondré un ejemplo; supongamos que yo digo: ¡María es una rosa! Nadie en su sano juicio pensaría que estoy afirmando que María es literalmente una flor. De inmediato, el que me escucha o lee infiere que lo que estoy afirmando es que María es tan bella y delicada como una rosa.
El Apocalipsis está lleno de metáforas, de poesía, de símbolos y de signos que deben ser interpretados para comprender lo que el autor nos está diciendo. En este breve artículo expondré algunos ejemplos que nos aclararán por qué cauces teológicos y espirituales este maravilloso libro nos quiere llevar.
Dice el autor que “cayó en éxtasis el día del Señor”; eso significa que estamos en un contexto litúrgico, pues el día del Señor es el Domingo, celebración litúrgica de la Iglesia. Lo primero que experimenta en la fe Juan, es el “escuchar una voz estruendosa como sonido de trompeta”. Juan no se refiere a que literalmente escuchó con los oídos físicos una voz. ¿Acaso no es en la Eucaristía que nosotros también escuchamos –si prestamos atención, claro está y disponemos el corazón- la voz poderosa de Dios que es capaz de abrir nuevos horizontes de esperanza a nuestros corazones temerosos y abatidos? Esa voz le indica a Juan que escriba lo que “vea” y lo envíe a las “siete iglesias” (y nombra cada una de ellas).
Ese “ver” tampoco debe entenderse literalmente. Juan verá con los ojos de la fe el verdadero sentido de la historia y cómo, a pesar de que aparentemente los opresores y asesinos estén triunfando, Dios y sus elegidos vencerán finalmente. Eso que ve Juan lo escribirá mediante imágenes, símbolos, metáforas, etc.
Por eso, lo primero que ve Juan son “siete candelabros de oro y en medio de ellos uno como Hijo de hombre, vestido con una túnica talar (sin costura) y ceñido con un cinturón de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos, como la lana blanca, igual que la nieve; sus ojos se asemejaban a llamas de fuego. Sus pies parecían de metal precioso, acrisolado…”.
Los siete candelabros son las siete Iglesias (es decir la totalidad de La Iglesia, puesto que el número 7 en el Apocalipsis significa la perfección del poder de Dios). El Hijo de hombre es sin duda Jesús, que durante su vida se identificó con la humanidad, se hizo en todo semejante a los hombres. La túnica talar (sin costura) es el símbolo de su unicidad como salvador del mundo y de la universalidad de su salvación. El cinturón de oro es símbolo de su divinidad y dignidad de Rey. El color blanco es símbolo de la divinidad, de la sabiduría divina que solo posee Cristo, que por eso es El Camino que conduce a la vida. El fuego simboliza al Espíritu Santo que ilumina la realidad (por eso sale de sus ojos, que representan la luz de la fe que de él procede). Sus pies (símbolo de la capacidad de salir de las esclavitudes) son sólidos como metal acrisolado y nos abren el único camino seguro hacia la plenitud.
Imaginen ustedes amables lectores, si tan solo en los primeros versículos Juan nos maravilla con los detalles de su primera visión de Cristo, cuántas cosas extraordinarias y útiles para nuestra vida cristiana nos aguardan si sabemos interpretar el lenguaje del Apocalipsis.
*Jorge Arévalo Nájera es Director de la Dimensión de Biblia y Extensión Formativa de la Arquidiócesis Primada de México.
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