¿Por qué es importante el diálogo interreligioso?
Fue el Concilio Vaticano II, realizado en los años setenta del siglo pasado, el que abrió las puertas para el respetuoso y fraternal diálogo interreligioso.
¿Por qué el Papa Francisco viaja a países de mayoría musulmana y no sólo católicos?, ¿por qué hay tantas religiones en el mundo? El mismo Santo Padre lo explicó el miércoles 3 de abril de 2019 en la Audiencia General, tras haber realizado un viaje apostólico a Marruecos: “Dios quiso permitir esta realidad: hay muchas religiones que algunas nacen de la cultura, pero siempre miran al cielo, miran a Dios. Pero lo que Dios quiere es la fraternidad entre nosotros y de manera especial con nuestros hermanos, hijos de Abraham, como los musulmanes. No debemos tener miedo de la diferencia: Dios lo ha permitido. Pero sí debemos tener miedo si no trabajamos por la fraternidad, para ir juntos en la vida”.
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En un mundo tan plural y globalizado, en donde las redes sociales y los medios de comunicación permiten la instantaneidad de toda clase de informaciones y el acceso simultáneo a todos los públicos, el diálogo interreligioso es una urgente necesidad, pues, de otra forma, las creencias espirituales de la humanidad se convierten en obstáculos para una armónica integración social que debe estar marcada por la tolerancia y el respeto, y que permitan crear puentes que conduzcan a la paz, al amor y a la promoción de otras virtudes.
Fue el Concilio Ecuménico Vaticano II, realizado en los años sesentas del siglo pasado, en el que participaron obispos, teólogos y especialistas de distintas iglesias cristianas, el que abrió las puertas para el respetuoso y fraternal diálogo interreligioso, y a través del documento conocido como Nostra Aetate, la Iglesia fijó su postura con otras iglesias. En esta tarea, dos pontífices fueron los grandes promotores: Juan XXIII y Paulo VI, ambos protagonistas del Concilio, y en el mismo sentido, San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, han mostrado especial interés por el tema y la aplicación de los principios conciliares.
Hay dos errores que con frecuencia se cometen al hablar de la pluralidad religiosa en el mundo: el primero es suponer que todas las religiones son iguales, pues conducen a Dios; uno de los promotores de tal falsedad es la corriente conocida como New Age, que es reprobada por la Iglesia.
El segundo error es pretender responsabilizar a las distintas religiones e Iglesias de actos terrorista y de las distintas guerras, involucrando en ello principalmente al Islam. Esta postura también ha sido abiertamente rechazada por la Iglesia.
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La intolerancia religiosa, provenga de donde provenga, es un hecho reprobable, y en sí, constituye una franca violación a uno de los derechos fundamentales del hombre: la libertad religiosa estipulada por la ONU. Ciertamente hay países en los que no hay plenas garantías de libertad religiosa y de culto, lo que trae como consecuencia discriminación, crímenes y asesinatos, pero en todo momento, el diálogo interreligioso es la mejor herramienta para el entendimiento de la humanidad.
En paralelo a los marcos jurídicos de organismos internacionales y de cada país, el diálogo interreligioso es el principal instrumento para desterrar males como el antisemitismo, o el desprecio de las personas y de las razas a partir de sus creencias religiosas.
Teólogos, filósofos, juristas y agrupaciones civiles y religiosas son grandes promotores del diálogo interreligioso, en sus distintas facetas, siendo la primera de todas ellas, la práctica de la caridad.