El Vaticano mantiene la tradición de informar por medio de la fumata cuándo se ha elegido al Papa. Foto Especial.
Cada vez que se realiza un Cónclave para elegir a un nuevo Papa, miles de personas congregadas en el Vaticano y millones más alrededor del mundo están atentas de la chimenea del Quirinal de la Capilla Sixtina, esperando el anuncio más esperado: el color de la fumata que indica si ya hay un nuevo Pontífice o no.
El humo que surca los cielos de la Santa Sede y es visible desde la Plaza de San Pedro, en donde se congregan miles de fieles, es conocido como fumata y puede ser blanca o negra, lo que depende del resultado que se obtenga en la votación que realizan los Cardenales electores en el Cónclave.
Fumata es una palabra italiana que significa “humareda” y según refiere el libro “La Sede Vacante. Historia y nuevas reglas del Cónclave”, del padre José de Jesús Aguilar Valdés y Javier Martínez-Brocal, es el procedimiento tradicional con el que, por medio de la chimenea de la Capilla Sixtina, se informa al mundo en general sobre el resultado que se alcanza en cada una de las rondas de las votaciones para elegir al Papa, sin el uso de palabras ni anuncios intermedios.
Cuando la fumata negra aparece por la chimenea de la Capilla Sixtina indica que en la votación que realizaron los Cardenales electores en el Cónclave no alcanzó la mayoría necesaria para elegir al nuevo Papa.
Por el contrario, cuando por el cielo se esparce la fumata blanca es el anuncio de que los Cardenales eligieron al nuevo Papa, por lo que este anuncio se recibe con júbilo por fieles que desde la Plaza de San Pedro observan la chimenea, pues saben que la Iglesia católica tendrá un nuevo Sucesor de San Pedro, sin darles aún el nombre del elegido.
Las fumatas son una forma simbólica, visual y universal de comunicar el progreso del Cónclave al mundo entero, manteniendo la estricta clausura de los procedimientos, como lo establece la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis.
Dicha normativa prohíbe la divulgación de cualquier detalle del proceso de elección que realizan los Cardenales Electores hasta que se haya elegido válidamente al nuevo Papa. Así, el humo que sale de la Capilla Sixtina es la única señal externa legítima que se utiliza durante el proceso de votación.
De acuerdo con el libro “La Sede Vacante. Historias y nuevas reglas del Cónclave”, en 1823 los romanos estaban atentos al humo que salía de la chimenea del Quirinal, ya que era la señal convenida para que el cuerpo de la guardia disparara salvas y anunciara a toda Roma que se había elegido a un nuevo Papa, en ese caso fue electo el Papa León XII, para suceder a Pío VII.
El uso de las fumatas fue institucionalizado de forma oficial en 1903 durante el Cónclave que eligió al Papa Pío X y la primera ocasión en que se utilizó el humo blanco para comunicar la elección del Santo Padre fue en 1914 cuando en el Cónclave fue electo Benedicto XV. Desde entonces, se ha perfeccionado el método para que la señal sea clara y comprensible.
El humo proviene de la quema de las papeletas de votación que utilizaron los Cardenales electores durante el Cónclave, combinadas con productos químicos específicos para producir el color deseado, los cuales se empezaron a utilizar en 1958, cuando se eligió al Papa Juan XXIII.
Para la fumata negra, se añaden al fuego compuestos como perclorato de potasio, antraceno y negro de humo.
Para la fumata blanca, se utiliza una mezcla de clorato de potasio, lactosa y resina de pino.
Estas sustancias se agregan a una estufa especial instalada en la Capilla Sixtina y producen el color del humo que se eleva por la chimenea del Quirinal visible desde la Plaza de San Pedro.
La tarea de quemar las papeletas de votación y de producir la fumata recae en dos responsables técnicos, que son designados especialmente para esta función, quienes trabajan bajo la supervisión de las autoridades del Cónclave, y su función está cuidadosamente regulada para garantizar la confidencialidad y claridad del proceso.
El humo se genera a partir de una doble estufa: una para quemar las papeletas y otra electrónica, que contiene los químicos que aseguran el color del humo. Ambas están conectadas a una chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina.
El padre José de Jesús Aguilar señala en su libro que las papeletas que utilizan los cardenales electores para elegir al nuevo Papa se queman en una estufa que se instala en la Capilla Sixtina y se conecta a la chimenea que sale por el tejado del recinto.
Cabe destacar que la estufa no está de manera permanente en la Capilla, sino que se conserva cuidadosamente por el personal de las ceremonias pontificias y se coloca únicamente cuando se realizar el Cónclave para elegir al nuevo Papa.
La estufa que se coloca durante el Cónclave para quemar las papeletas con las que los cardenales electores eligen al Sumo Pontífice de la Iglesia Católica se ha usado en las designaciones de los siguientes Papas:
Cabe destacar que en la tapa de la estufa están grabados los años y los meses en que se realizaron los cónclaves en los que fue utilizada para dar a conocer a los nuevos Papas.
La estufa que se utiliza en el Cónclave para quemar las papeletas que utilizan los cardenales electores para elegir al nuevo Papa tiene las siguientes características:
En abril de 2005, cuando se llevó a cabo la elección del Papa Benedicto XVI se empezó a utilizar una segunda estufa auxiliar durante el Cónclave y que también se conecta a la chimenea de la Capilla Sixtina.
Esta segunda estufa sirve para que en ella se introduzcan los fumígenos que permiten darle un color más nítido al humo a fin de que no haya duda de si es blanco o negro.
De acuerdo con la información publicada en su libro por el padre José de Jesús Aguilar, “la parte exterior de la chimenea de la Capilla Sixtina mide casi dos metros de altura, lo que permite que sea visible en toda la Plaza de San Pedro”.
Añade que “para facilitar que circule el humo, la chimenea se calienta con resistencias eléctricas y tiene un ventilador que entra en funcionamiento si fuera necesario”.
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