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20 de julio: el Divino Niño Jesús y la historia de la bella devoción colombiana

Este 20 de julio, la Iglesia celebra esta devoción. Conoce su bello origen.

20 julio, 2020
20 de julio: el Divino Niño Jesús y la historia de la bella devoción colombiana
La fiesta del Divino Niño Jesús se celebra el primer domingo de septiembre y el 20 de julio.

Cada 20 de julio, la Iglesia Católica celebra al Divino Niño Jesús, una devoción muy generalizada en el mundo y que surgió en Colombia en el siglo XX.

El origen de la tradición colombiana data de 1935, cuando el padre salesiano Juan del Rizzo llegó al barrio 20 de julio, al sur de Bogotá, una región donde abundaba la marginación y la pobreza.

Santuario del Divino Niño en Bogotá. Foto: Wikimedia Commons.
Santuario del Divino Niño en Bogotá. Foto: Wikimedia Commons.

Para ese momento, el padre ya era un gran devoto del Niño Dios y quería propagar su imagen, por ello se fue a un almacén de arte religioso llamado Vaticano, que atendía un artista italiano, y le encargó que hiciera una hermosa imagen del niño Jesús.

Con esa encomienda el artesano fabricó la escultura que ahora conocemos el Divino Niño: con los brazos abiertos y una amable sonrisa, la cual pronto cobró fama de ser milagrosa.

5 datos sobre la devoción al Divino Niño Jesús.
5 datos sobre la devoción al Divino Niño Jesús. Gráfico: DLF

El padre Del Rizzo entronizó la imagen en el año 1937 en la iglesia que ahora lleva el nombre de Santuario del Divino Niño del 20 de julio.

RT @Bravoarthur: #Turismo religioso en #Bogotá: santuario del Divino Niño del 20 de julio, devoción y obra social. pic.twitter.com/FFHMWZo3rL

— Alcaldía de Bogotá (@Bogota) July 3, 2014

La imagen ha sido ampliamente difundida en el mundo, ha cautivado a innumerables fieles por su belleza, sencillez y la dulzura de su semblante y su aura de santidad.

En México, la congregación de las Hermanas Josefinas, fundadas en México en 1872 por el padre José María Villaseca y la Sierva de Dios Cesárea Ruiz de Esparza y Dávalos, tienen especial devoción por la infancia del Niño Jesús.

Divino Niño Jesús. Foto: Cathopic.
Divino Niño Jesús. Foto: Cathopic.

Una de las diversas devociones al Niño Jesús

La devoción al Divino Niño Jesús es muy popular, si bien no es la única. Hay otras advocaciones que hacen referencia a la infancia de Jesús, como son el Santo Niño de Atocha, el Niño Jesús de Praga, el Santo Niño del templo de Aracoeli en el corazón de Roma, y el Niñopa que se custodia y forma parte de las tradiciones de Xochimilco, por citar unos cuantos.

El Niñopa, una de las imágenes más veneradas de Xochimilco. Foto: Ricardo Sánchez
El Niñopa, una de las imágenes más veneradas de Xochimilco. Foto: Ricardo Sánchez

Asimismo, San Antonio de Padua fue un gran devoto de la infancia de Jesús, por ello, este santo es representado con el Niño Dios en sus brazos, y en esta devoción a la infancia de Jesús contribuyeron Santa Teresita del Niño Jesús, San Juan de la Cruz, y San Cayetano, entre otros otros.

La infancia de Jesús solo está documentada en la Biblia al momento en el que cumple 12 años de edad (Lucas 2; 21-52) y que fue llevado al templo de Jerusalén para cumplir con la tradición judía: “Todo primer hijo varón será consagrado al Señor”, y en este pasaje, Jesús tiene un encuentro con los Doctores de la Ley quienes se sorprenden de su sabiduría, sin embargo, algunos Evangelios Apócrifos ofrecen algunas pinceladas de lo que pudo haber ocurrido, sin que estos pasajes sean plenamente aceptados por la Iglesia. Por ejemplo, están los llamados Apócrifos de la infancia que incluyen el Evangelio del pseudo Tomás, el Evangelio árabe de la infancia, Historia de José Carpintero y el Evangelio Armenio de la infancia.

Así como Jesús ha sido representado artísticamente en su infancia, la Virgen María también ha sido objeto de la misma óptica y bajo en nombre de la Divina Infanta es conocida y venerada en templos tan relevantes como en una capilla de la Montaña a Cristo Rey, en Silao, Guanajuato.



Autor

Estudió Periodismo y Comunicación Colectiva en la UNAM. Con 30 años de experiencia en periodismo, se ha especializado en la cobertura religiosa, trabajando en Televisa S.A. y Televisión Azteca. En 1997, recibió el Premio Nacional de Periodismo del Club de Periodistas de México. Ha realizado reportajes en cuatro continentes, incluyendo coberturas significativas como el Jubileo del año 2000 en Roma, los funerales de Juan Pablo II, el viaje de Juan Pablo II a Tierra Santa y el Encuentro Mundial de la Juventud en Sydney. Fue Jefe de Prensa durante el VI Encuentro Mundial de las Familias en México. Además, ha colaborado en publicaciones como Época, Última Moda e Impacto, donde mantiene columnas sobre cultura religiosa. Ha escrito varios libros, entre ellos "El Agua del destino" y "Popocatépetl: Mito, ciencia y cultura". También es comentarista en programas de radio.