El fin del mundo es un tema que siempre ha causado una profunda preocupación en muchas personas, sean religiosas o no. Muchos se han obsesionado por descifrar la fecha exacta del fin del mundo, por ejemplo, Charles Taze Russel, el fundador de los Testigos de Jehová, que afirmó que el mundo se acabaría el 1843. Ante el fracaso de su predicción, anunciaría que sería para 1844, la cual también fracasó. Por otra parte, la comunidad científica ha hecho algunas predicciones acerca de dicho suceso; por ejemplo, el científico Paolo Tagaloguin, estudiando el calendario maya y reformulando la teoría del 2012, estimaba que el fin del mundo sería el domingo 21 de junio de 2020. Esta predicción también fue un fracaso. En la comunidad científica son abundantes las teorías que afirman que el mundo se acabara por un impacto de un asteroide en la tierra o por una gran catástrofe causada por el hombre, como una guerra nuclear.
Hace algunos días una aplicación de Inteligencia Artificial (IA) llamada ChatGPT predijo cuándo y cómo sería el fin del mundo. El final de la tierra, según la App, será aproximadamente en 5 millones de años cuando el Sol agote su suministro de hidrogeno y comience a convertir helio en elementos más pesados en su núcleo. El Sol aumentará de tamaño hasta convertirse en una gigante esfera roja, afectando significativamente nuestro planeta.
En las Sagrada Escrituras no se habla del “fin del mundo”, sino del “fin de los tiempos”, pues el mundo no acabará, sino que será transformado un “cielo nuevo y en una tierra nueva” por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo. Este acontecimiento comprende la segunda venida de Jesucristo (también llamada Parusia), la resurrección de los muertos, el juicio universal y victoria definitiva sobre el mal y Satanás.
El Evangelio de Mateo menciona que antes del final de los tiempos habrá guerras, hambrunas, terremotos, falsos profetas etc. (Mt 24, 1-51). Por otro lado, la Segunda Carta de Tesalonicenses menciona que antes de la Parusía habrá una gran apostasía: «No se dejen asustar por ningún mensaje espiritual como si fuera el día del Señor que ya llegó. Antes de este día tiene que venir primero la rebelión contra Dios, cuando aparezca el hombre del pecado que se sentará en el templo de Dios y será adorado, llegará con mucho poder y con señales y milagros mentirosos. Usará toda clase de maldad para engañar» (2 Tes. 2, 1 -12).
¿Cuándo pasara esto? No lo sabemos. Jesús mismo dijo: «En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe ni los mismos ángeles del cielo, ni siquiera el Hijo de Dios. Solamente el Padre lo sabe» (Mt. 24, 36 y Mc. 13, 32). Jesucristo condena enérgicamente la necedad del hombre de fijar el día y la hora del fin del mundo: «A ustedes no les toca saber cuándo o en qué fecha el Padre va a hacer las cosas que solamente Él tiene autoridad para hacer» (Hch 1, 1-7). Jesús no quiso satisfacer nuestra curiosidad sobre el final de los tiempos, sino que quiso comunicarnos un mensaje más profundo: el de la salvación eterna; por eso, pretender calcular la fecha del final de los tiempos es una tremenda arrogancia del hombre que terminará en fracaso.
Para el discípulo de Cristo, el final de los tiempos no es causa de miedo o angustia, sino de un auténtico gozo. En cada Misa decimos “Anunciamos tu muerte y proclamamos tu resurrección ¡Ven, Señor Jesús!” En ese momento oramos y pedimos que Jesucristo venga e instaure definitivamente su reino. Cada año, en el tiempo del Adviento, la Iglesia reflexiona sobre la Segunda Venida de Cristo, pues, así como ya vino una vez en la fragilidad de un niño recién nacido, vendrá nuevamente con todo su poder y gloria. Los primeros cristianos rezaban una breve oración con la que imploraban a Dios Padre la Parusía de Cristo: “Maranatha”.
Te recomiendo escuchar una hermosa canción que hace referencia la Parusía de Nuestro Señor Jesucristo, se llama “Ven Señor Jesús, Maranathá (Cantado en diversos idiomas)” de Harpa Dei. Es una hermosa composición que trasmite la esperanza y alegría del cristiano ante el fin de los tiempos. Nosotros podemos rezar esa pequeña oración en nuestro día a día, esperando con gran alegría el final de los tiempos, donde Jesús reinará con todo su poder y los justos brillaran como el sol.
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