Este lunes el Papa Francisco celebró una Misa en Casa Santa Marta, misma que ofreció por las personas mayores que habitan en casas de retiro, por los prisioneros, y especialmente por las personas afectadas por el coronavirus, así como por los médicos, enfermeras, voluntarios y familiares que se esfuerzan en asistir a los enfermos de esta epidemia.
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“Sálvame, Señor, y dame misericordia. Mi pie está en el camino correcto. En la asamblea bendeciré al Señor”, con esta oración, el Santo Padre pidió por los afectados del coronavirus, y animó a toda la comunidad a rezarla juntos.
Asimismo, el Papa habló de la importancia de la confesión, y de prepararse debidamente para este sacramento con el reconocimiento de los pecados, pero no a manera de una lista que se presenta al sacerdote y quedan en la cabeza, como si fuesen pecados intelectuales.
“Una verdadera confesión de los pecados debe permanecer en el corazón -dijo-. Confesarse no es sólo decirle al sacerdote, aquí está la lista, y luego me voy, estoy perdonado. No, no es eso. Se da un paso, un paso más, que es la confesión de nuestras miserias, pero desde el corazón; es decir, que la lista de cosas malas que he hecho, llegue hasta el corazón”.
Dijo que los pecados deben confesarse sintiendo vergüenza de ellos, y que la vergüenza es una gracia que debemos pedir a Dios, porque quien ha perdido la vergüenza ha perdido también toda la autoridad moral y el respeto por los demás. “¡Es una persona desvergonzada!”.