La vanagloria es un pecado que hace del individuo un perpetuo mendigo de atención, señaló el Papa Francisco. Foto Vatican Media.
Si tienes un “ego inflado” y crees que todo lo que haces es mucho mejor que lo que realizan tus prójimos y tiendes a presumirlos exageradamente ante los demás, ten cuidado porque estás cometiendo el pecado de la vanagloria, advirtió el Papa Francisco.
Al retomar sus catequesis sobre los vicios y virtudes, el Papa Francisco subrayó que si bien el pecado de la vanagloria “va de la mano con el demonio de la envidia”, es característicos de una persona que aspira a ser el centro del mundo, libre de explotar todo y a todos, y considera que debe ser el objeto de toda alabanza y amor.
“La vanagloria es una autoestima inflada y sin fundamentos; el vanaglorioso posee un ‘yo’ dominante: carece de empatía y no se da cuenta de que hay otras personas en el mundo además de él”, aseguró el Papa Francisco sobre este pecado en la catequesis que preparó para la Audiencia General del 28 de febrero de 2024 y leída por monseñor Filippo Ciampanelli, oficial de la Secretaría de Estado.
Al reiniciar las Audiencias Generales, luego del retiro espiritual de Cuaresma que realizó la semana pasada, el Papa Francisco enlistó cinco características que nos permiten reconocer a quien comete el pecado de la vanagloria.
En este sentido, el Papa Francisco recordó que, en sus escritos, Evagrio Póntico describe el amargo asunto de un monje afectado por el pecado de la vanagloria, que tras sus primeros éxitos en la vida espiritual, siente que ya ha llegado a la meta, y por eso se lanza al mundo para recibir sus alabanzas.
“Pero no se apercibe de que sólo está al principio del camino espiritual, y de que lo acecha una tentación que pronto le hará caer”, subrayó el Papa durante la catequesis sobre el pecado de la vanagloria que ofreció en el Aula Pablo VI.
El Papa Francisco señaló de manera puntual que, de acuerdo a los maestros espirituales, no existen muchos remedios para curar al que ha caído en el pecado de la vanagloria, al vanidoso, pero la más eficaz es que todas aquellas alabanzas que espera obtener de los demás, se vuelven en su contra para avergonzarlo.
“Porque, después de todo, el mal de la vanidad tiene su remedio en sí mismo: las alabanzas que el vanidoso esperaba cosechar en el mundo pronto se volverán contra él. Y ¡cuántas personas, engañadas por una falsa imagen de sí mismas, cayeron más tarde en pecados de los que pronto se avergonzarían!”, aseveró el Obispo de Roma.
Finalmente, el Papa Francisco indicó que la instrucción más hermosa para superar el pecado de la vanagloria se encuentra en el testimonio de San Pablo, ya que el Apóstol se enfrentó siempre a un defecto que nunca pudo superar y tres veces pidió al Señor que le librara de aquel tormento.
“Pero al final Jesús le respondió: ‘Te basta mi gracia; mi fuerza se realiza en la debilidad’. Desde ese día, Pablo fue liberado. Y su conclusión debería ser también la nuestra: ‘Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo’”, concluyó el Papa Francisco.
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