“La fe no es una cosa de segunda”: Cardenal Parolin
El Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, asegura, en entrevista con Desde la fe, que el desafío más importante para la Iglesia en México es la transmisión de la fe y llama a los católicos a dar un testimonio coherente que interpele la mente de los demás.
El Cardenal Pietro Parolin, actual Secretario de Estado de la Santa Sede, conoce muy bien a México, un país al que le tiene especial cariño. Aquí dice sentirse “como en casa”, habla un perfecto español, y así como puede entonar el “Cielito lindo” o “México lindo y querido”, también conoce los problemas sociales, políticos y religiosos del país.
Vivió tres años cruciales en México, de 1989 a 1991, tiempo en el que fungió como Secretario de la Delegación Apostólica en México, y fue uno de los protagonistas del reconocimiento jurídico de la Iglesia católica por parte del gobierno mexicano, siendo presidente Carlos Salinas de Gortari, y con Juan Pablo II como Sumo Pontífice.
Desde entonces, le cautivaron tres cosas: la humanidad, la simpatía y la fe del pueblo mexicano. La fe que retrata cuando habla de la devoción a la Virgen de Guadalupe. “Me impactó la fe de su pueblo, la fe sencilla, la fe mariana. Cuando veía las parejas que rezaban frente a la Virgen de Guadalupe, me trastornaba y pensaba ‘¡qué ejemplo!, ¡miren qué fe!’.
Esa fe es a la que, paradójicamente, hoy considera el gran desafío de la Iglesia, una fe que se encuentra bajo la amenaza de la indiferencia al interior del seno familiar, de la ruptura del tejido social y de los intereses de las nuevas generaciones puestos en temas ajenos a ella, entre otros factores. Al respecto, Parolin es contundente en su mensaje: “La fe no es una cosa de segunda”.
“El desafío más grande es el desafío de la fe. Cómo transmitir la fe católica a las nuevas generaciones, en un mundo que ha cambiado profundamente. En una cultura que no es más la cultura católica de antes, sino que es pluralista, muchas veces indiferente a los valores del Evangelio, y tal vez también contrapuesta y hostil a los valores del Evangelio”, asegura en entrevista con Desde la fe.
En México, el grueso de la población profesa la religión católica; sin embargo, de acuerdo con el último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de 2010 a 2020, el número de mexicanos que se autodenomina católico pasó del 82.7% al 77.7%. En contraste, el número de personas que dicen no tener religión se duplicó en los últimos 10 años, pasando del 4.7% al 8.1 por ciento.
Parolin es conocedor de esta realidad, y asegura que México es muy importante para la Santa Sede. “Tiene una mayoría católica y ha dado una gran contribución a la Iglesia. Tenemos muy en cuenta lo que México puede representar también a nivel de la comunidad internacional”.
La fe es esencial para nuestra vida
Para el Secretario de Estado del Vaticano, el desafío de la fe no tiene una respuesta sencilla de ejecutar. “Se han hecho muchos intentos, a partir del Concilio Vaticano II, que se propuso especialmente seguir transmitiendo la fe a estas nuevas realidades, y hoy, también en los sínodos de los obispos se han tomado en cuenta diferentes perspectivas de la vida cristiana”.
La respuesta a este reto -considera- está en la relevancia de dar testimonio. “En el sentido de hacer ver que la fe es importante para nosotros, que no es una cosa de segunda, que es esencial creer, que da un sentido profundo a nuestra vida y a nuestra humanidad. Ser creyente significa reconocer en Jesucristo el Hombre Nuevo y dar un testimonio coherente que logra interpelar las conciencias y las mentes de los demás”.
De acuerdo con algunos análisis, la baja del porcentaje de católicos en México con relación se debe particularmente a dos causas: por un lado, una práctica religiosa apoyada más en las tradiciones que en la experiencia personal de fe; y el desgaste moral de la Iglesia ocasionado por el mal ejemplo de algunos, lo que ha hecho evidente una urgente conversión hacia el interior y una renovación de la fe.
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Para el Cardenal Parolin, la Iglesia tiene un papel importante en los grandes problemas mundiales de los que México no está exento, como la división social y la violencia, y ante ellos, tiene una oportunidad de mostrarse como instrumento para que se instaure la unidad, y la forma de hacerlo es viviendo la unidad desde el interior de la propia Iglesia.
Además, “las familias tienen que trabajar para transmitir la fe. Más familias que se vean con ilusión rezando ante la Virgen de Guadalupe. Que se comprometan a transmitir la fe con la palabra, pero sobre todo con el ejemplo, viviendo una vida cristiana y coherente, a pesar de todas las dificultades”.
El Secretario de Estado vislumbra un futuro con esperanza. Y confía en la contribución del buen testimonio que integre las lecciones aprendidas en la pandemia.
“El Papa ha dicho que la pandemia no nos puede dejar igual que antes, pero este cambio a mí parecer no es un cambio automático. No es que todo mundo saldrá mejor, a menos que logremos aprender las lecciones. Y la lección es lo que nos ha dicho el Papa, que estamos todos en la misma barca, que somos responsables los unos de los otros, que tenemos que mostrarnos solidarios con los que más sufren y son más vulnerables. En Fratelli Tutti está un plan, ahí están los principios bien marcados. Si vamos a aceptar estos principios y actuamos en consecuencia, entonces saldremos mejor, si olvidamos esto, saldremos peores”, sentenció.