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Diálogo Nacional por la Paz: “Reivindiquemos a las miles de víctimas de la violencia en México”

En el primer día de trabajos del Diálogo Nacional por la Paz, se habló de reivindicar a las miles de víctimas de la violencia en el país.

22 septiembre, 2023
Diálogo Nacional por la Paz: “Reivindiquemos a las miles de víctimas de la violencia en México”
Obispos en el Diálogo Nacional por la Paz en Puebla / Foto: Diario Puntual

Al inaugurar el primer día de actividades del Diálogo Nacional por la Paz, en el emblemático Auditorio Ignacio Ellacuría de la Universidad Iberoamericana de Puebla, el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa, urgió a atender la desigualdad y la violencia en el país.

El Arzobispo de Puebla aseguró que el contexto actual del país y la coyuntura electoral que se avecina, es el momento ideal para presentar los resultados de este encuentro ante los futuros líderes de México.

“Se iniciará un proceso de diálogo con los futuros candidatos oficiales a la Presidencia de la República, tratando de buscar compromisos para emprender otros caminos distintos”, dijo, y recordó que los foros de justicia y seguridad que se desarrollaron en distintos momentos, con actores de todos los sectores de la sociedad, tuvieron como objetivo profundizar en la realidad que viven todos los mexicanos.

En su mensaje, destacó que, a través de los distintos foros que hubo en las 32 entidades del país, todos estos trabajos llevaron a identificar las claves que han ayudado, desde lo local, a construir paz, justicia y seguridad.

Ante la presencia del P. Fabio Baggio, enviado del Dicasterio de Desarrollo Humano Integral del Vaticano, que acompaña este Diálogo Nacional, señaló que “en nuestro país, la principal encarnación es la violencia generalizada que, de manera transversal, obstaculiza las posibilidades de las y los mexicanos, de disfrutar su derecho de vivir una vida libre de violencia”.

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Un diálogo sincero, crítico y comprometido

En la bienvenida al Diálogo Nacional por la Paz, el rector de la Universidad Iberoamericana Puebla, Mario Ernesto Patrón, agradeció la asistencia de las mil 350 personas de todo el país, que se registraron en este evento, en el que están incluidos representantes de diversas religiones, ciudadanos, académicos y víctimas de diversas situaciones de violencia, y lamentó que la desigualdad y la injusticia se normalizaran entre la sociedad, volviéndose un acto cotidiano en la vida de las personas.

En su discurso, confió en que este encuentro sirva como un medio confiable para aminorar los altos índices de inseguridad que se vive en cada rincón de país, y añadió que el diálogo sincero, crítico y comprometido permitirá a todos los actores sociales revertir el mal común de la coyuntura histórica de México, así como reconstruir puentes de fraternidad que hagan viable el triunfo de la paz en el país.

Argumentó que esta paz solo será efectiva y duradera si se sostiene desde las bases de nuestra sociedad y se pone en el centro la dignidad y el dolor de las víctimas, para desde ahí, articular los esfuerzos de todas las instituciones implicadas en este propósito.

“Se trata de poner las bases de un compromiso serio con la construcción de paz, que nos permita no solo hacer frente a los desafíos actuales que el contexto nos presenta, sino también reconocer y remediar las sumisiones históricas de nuestra sociedad y sus autoridades que han permitido frente a la violencia”.

Subrayó que hoy todos están llamados a reivindicar los nombres de los cientos de miles de víctimas de la violencia en México, para conjurar en su nombre la parálisis producida por la incertidumbre, el temor y la desesperanza.

“Deseamos convertir los asesinatos de nuestros hermanos jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, ocurridos el 20 de junio del 2022, en un punto de inflexión en el devenir de México, que propicie la colaboración integral y en red, de todos los actores de la vida pública para la construcción urgente de una Agenda Nacional de Paz, a la altura de la complejidad de los problemas actuales”.

El gran reto que tenemos como sociedad es terminar los pactos de impunidad entre un buen número de gobernantes de los tres niveles de gobierno y la delincuencia organizada. La sociedad mexicana tiene esperanza y anhela un llamado para organizarse, un llamado creíble y con legitimidad.

Las redes de paz que se están tejiendo a nivel nacional, deberán seducir y convencer a los ciudadanos, para su interlocución y movilización con una agenda de paz concisa y clara.

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De la sociedad muda a la sociedad organizada

En los tres primeros años de violencia durante este sexenio, la sociedad permaneció muda y pasmada ante la inacción de los tres niveles de gobierno. Cuando fueron asesinados dos jesuitas, los religiosos se hicieron la pregunta: “¿Qué país es éste que se ha acostumbrado a la muerte cotidiana, a la corrupción, a la impunidad y al fracaso de sus instituciones de seguridad?”

Entonces, apoyados por la Conferencia del Episcopado Mexicano, los jesuitas recorrieron el país, organizando más de mil conversatorios, y 50 foros donde participaron colectivos de familiares de desaparecidos, iglesias, líderes religiosos, funcionarios de los tres niveles de gobierno, académicos de universidades públicas y privadas, empresarios, policías, y expertos internacionales en temas de paz y de reconstrucción del tejido social.

El padre Hernán Quezada SJ, al presentar los resultados de los Diálogos Sociales por la Paz, de los conversatorios y foros realizados, señaló que la desigualdad económica en México ha detonado una crisis de inseguridad, impunidad y violencia, ingobernabilidad y pérdida de valores que se agudizó en los últimos 15 años.

Esta situación, a su vez, ha impactado en la descomposición del núcleo de la sociedad, la familia, y ha debilitado al Estado mexicano.

“La familia experimenta una desintegración en su estructura, los roles de papá, mamá e hijos están diluidos; se distingue como causa de esto el aumento de la pobreza, que ha obligado a migrar, ahora también las madres han tenido que migrar y tienen que trabajar mamá y papá; hay un descuido de la familia a causa de una creciente presión económica a lo largo de estos años”.

En su diagnóstico señaló que los resultados fueron obtenidos a partir de una serie de conversatorios y foros hechos en diversas congregaciones religiosas de todo el país, pues el objetivo de los ejercicios fue conocer los sentires de las comunidades mexicanas.

Pone el acento en que la familia, como elemento nuclear de la sociedad, se ha visto fracturada gravemente debido al aumento de pobreza económica en los últimos años, lo que ha derivado en la pérdida de valores.

Hace notar, que, en una buena parte de la población, los roles de papá y mamá están diluidos debido al efecto generado por la migración, que ha sido motivada por la desigualdad. Esta situación también ha incrementado la incidencia de violencia intrafamiliar, pues el dinero se convirtió en una herramienta para ejercer poder.

Esta situación ha desatado en todo el país una creciente incidencia de drogadicción y violencia, especialmente en la población más joven, que es la más afectada por el aumento de inseguridad y desigualdad económica y social.

También indicó que la desigualdad ha provocado una crisis laboral, pues se ha vuelto complejo encontrar trabajos que brinden certidumbre económica y social. Dicha condición también ha impactado en la brecha de acceso a servicios básicos de salud, vivienda, etcétera.

Por otro lado, Hernán Quezada también enfatizó que el creciente uso de internet y redes sociales ha motivado la fractura social, pues esto provoca que las infancias quedan en desamparo y descuido.

“La poca comunicación y el uso desmedido de las redes sociales distrae y aumenta la crisis de comunicación intrafamiliar. Se ha señalado también el machismo y la violencia de género, que se hace más presente en las familias”. De esta forma, el internet y redes sociales contribuyen a la fractura social.

Aunado a lo anterior, el padre Quezada expuso que en los últimos años en México se ha debilitado el sistema de impartición de justicia y seguridad pública. En buena medida esto se debe a la desconfianza que existe sobre los gobiernos en todos los niveles, debido a que el Estado mexicano se ha visto incapaz de brindar seguridad a la ciudadanía.

También refirió que la propia Iglesia enfrenta una crisis, pues los sacerdotes y obispos no han logrado estar cercanos a sus fieles que más demandan atención, lo cual deja a la institución con una percepción de lejanía.

Finalmente, el sacerdote jesuita comentó que la violencia en México es un efecto que se ha ido acentuando desde hace por lo menos 15 años. Enfatizó que el tejido social corre el riesgo de seguir desmoronándose ante la proliferación de la desigualdad.

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Darle la vuelta a la página de la violencia

En el Coloquio sobre la realidad del país, participaron la antropóloga Elena Azaola Garrido, doctora en Antropología por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), y el padre Jorge Atilano González Candia, encargado del Sector Social de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús.

Para la antropóloga Elena Azaola, cada uno de los mexicanos pueden contribuir a la construcción de la paz, si se permite imaginar cómo debe mirarse el lugar donde uno quiere vivir. Si no se tiene esa capacidad de imaginar, no se puede dar vuelta a la página y dejar atrás la violencia. Además, en lugar de seguir hablando sólo de la violencia, hay que dedicar el tiempo y energía a imaginar cómo es el entorno en el que queremos vivir.

Azaola Garrido observa que la inseguridad provocó una limitación en el desarrollo de las capacidades de miles de personas, dañó lazos familiares y, lo más preocupante, hubo una pérdida de la confianza en las autoridades.

Y apuntó que si en México se decidiera guardar un minuto de silencio por cada persona que, durante los últimos 15 años, fue víctima de desaparición forzada u homicidio, el país estaría en silencio durante un poco más de año.

“En este periodo han sido asesinadas cerca de 450 mil personas y han desaparecido 111 mil en todo el país. Para honrar la memoria de cada uno de ellos, se debe estar en silencio por 389 días”, lamentó.

Estas muertes no sólo dan cuenta de la impunidad del Estado o de la falta de procuración de justicia, también reflejan el desdén de la ciudadanía para involucrarse en la restauración del tejido social en México, aseguró.

“La convocatoria de hoy es para darnos cuenta que los ciudadanos también son responsables de esta ruptura, porque no han sabido poner un alto a la violencia y poner encima de cualquier cosa la vida de todos”.

Por su parte, Jorge Atilano González Candia SJ recalcó que no podemos esperar a que llegue el candidato perfecto al poder, es necesario realizar acciones desde abajo, pues es notorio el control que el crimen organizado tiene sobre los tianguis, los bosques y las instituciones de procuración de justicia, y afirmó que el crimen logró dañar estos espacios porque encontró un aliado en el gobierno y porque descubrió que la violencia resultó ser una ventaja para controlar a los más vulnerables.

Señala que actualmente, se tiene un gobierno desbordado y necesitado de otros actores para atender la situación de violencia, de desamparo, y el sistema de justicia necesita con urgencia un nuevo diseño.

Y explicó:

“Algo que encuentro en los conversatorios y foros es que la polarización está en las élites políticas, en las comunidades existe un gusto por encontrarnos en la diversidad, un deseo de trabajar juntos, gobierno, escuela, empresa, iglesias, jóvenes, policías, etc. Nos han hecho creer que el debate nacional es la discusión entre candidatos, cuando el debate nacional auténtico es el que surge desde las problemáticas locales y se buscan caminos para atenderlas. Como sociedad necesitamos recuperar el debate de los asuntos públicos, centrado en lo que nos duele y nos interesa”. 

Recalcó que esta crisis que vivimos es una oportunidad de repensar el modo de organizarnos y trabajar juntos, y este diálogo es una oportunidad de reconocernos en un mismo sueño, con caminos distintos, pero que juntos podemos encontrar la luz.



Autor

Integrante de la Pastoral de la Comunicación de la Arquidiócesis de Guadalajara y Coordinador de Editorialistas de Semanario.