El sacristán que enfrentó a un terrorista salvó a una docena de niños
Al interior de la parroquia de Algeciras, donde un hombre asesinó con un machete al sacristán, había una docena de niños en la catequesis.
Cuando el hombre con un machete en la mano ingresó a la Iglesia de la Palma el pasado miércoles, subió al altar y comenzó a destrozar las imágenes y a amenazar a todos los presentes, el sacristán Diego Valencia, de 65 años, no dudó en enfrentarlo y pedirle que abandonara el templo.
Con solo una silla trató de contener el ataque de este presunto terrorista que minutos antes había herido gravemente a un sacerdote de una iglesia cercana.
Leer: Terror en España: hombre mata a sacristán y hiere de gravedad a sacerdote
Pero los golpes del machete lo hicieron huir. Alcanzó a salir del templo donde fue alcanzado por su asesino, quien lo hirió en el cuerpo y en la cabeza repetidamente hasta acabar con su vida.
Los hechos ocurrieron en la ciudad de Algeciras, al sur de España. En total, el presunto atacante, de nombre Yassine Kanjaa y de origen Magrebí, mató a una persona e hirió a cinco más.
El párroco de la iglesia de Algeciras donde ha sido asesinado el sacristán: "Posiblemente esta muerte iba para mí y se la ha encontrado él" pic.twitter.com/Wo9wIUFZjU
— Hora 25 (@Hora25) January 25, 2023
Niños en la iglesia
Lo que muchos no saben es que en ese momento al interior de la parroquia, en un salón contiguo a la iglesia, había una docena de niños que acababan de tomar catequesis.
“El sacristán comenzó a increparle… Pudo escapar, pero él lo alcanzó en la calle y lo ha matado, lo ha matado”, lamentó el párroco, Juan José Marina, al periódico El Mundo.
La valentía de Valencia al increpar a Kanjaa y su decisión de huir hacia afuera del templo fueron fundamentales para proteger a los fieles de la iglesia y los niños de la catequesis.
Para Diego Valencia, sus amigos de la comunidad solo tienen buenos recuerdos y palabras cariñosas.
“Era una persona que daba igual la iglesia en la que tuviera que actuar. Siempre estaba disponible. Nunca había tenido ningún problema ni había recibido amenazas”, dijo a Cadena Ser su amigo y compañero de cofradía, José Manuel Sánchez.
“Era imposible enfadarte con él, una persona educada, servicial y con ganas de ayudar a los necesitados”, recordó.