Funeral del Papa Francisco: marginados, niños, jóvenes y familias le dicen adiós
Más de 400 mil personas se reunieron en la Plaza de San Pedro para darle el último adiós al Papa Francisco. Dejó un legado de fe, misericordia y amor por los más vulnerables.
Desde las primeras horas de la mañana, la Plaza de San Pedro se llenó de una profunda emoción, pues era la única oportunidad que les quedaba para despedirse del Papa Francisco, el ‘Papa del pueblo’, como muchos lo llaman.
Familias, mujeres, religiosas, niños, jóvenes, hombres, migrantes, gente humilde, jefes de Estado y monarcas se dieron cita en la plaza y sus alrededores para presenciar la Misa exequial por el Santo Padre, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio.
La presencia de más de 400 mil personas —según datos de las autoridades del Vaticano—, de todas las edades, nacionalidades y estratos sociales, hizo palpable el corazón del mensaje que el Papa Francisco siempre promovió: la inclusión, la solidaridad y la esperanza para los más vulnerables.
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Antes de comenzar la ceremonia exequial, los jóvenes destacaban en medio de la multitud. Vestidos con camisetas, banderas y visiblemente emocionados, llenaron el espacio con su energía y entusiasmo. Muchos llevaban carteles con mensajes de despedida y agradecimiento, demostrando que el legado del Papa seguirá latiendo en el corazón de las nuevas generaciones.

La distancia no fue un impedimento para que miles de personas de diversas nacionalidades se congregaran en la Plaza de San Pedro. Muchos, con lágrimas en los ojos, llegaron desde Perú, Chile, Colombia, Japón, Londres, Australia, Estados Unidos, Argentina, México, Guatemala, China, Uganda, entre muchas otras partes del mundo, donde resonó el mensaje del Pontífice, solo para acompañarlo y decirle: “Descansa en paz, Francisco”.

“Sigan rezando por mí”
En medio del recogimiento y respeto, con momentos de silencio profundo y lágrimas compartidas, la Misa exequial dio inicio, acompañada por cantos y oraciones en diferentes idiomas, reflejo de la diversidad global que Francisco abrazó durante su vida.
El féretro del Papa fue depositado en el suelo, sobre una alfombra y mirando hacia los fieles, con el libro de los Evangelios abierto sobre el ataúd y el cirio pascual a su lado, sin perder en ningún momento la sencillez del funeral que él mismo dejó estipulado en su testamento.
Durante su homilía, el cardenal Giovanni Battista Re hizo un breve recorrido por las obras y el pontificado del difunto Papa, y llamó a recordar lo que él siempre pedía al concluir sus discursos o encuentros: “No se olviden de rezar por mí”.

“Querido Papa Francisco, ahora te pedimos a ti que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, a Roma y al mundo entero, como hiciste el pasado domingo desde el balcón de esta Basílica, en un último abrazo con todo el Pueblo de Dios, pero también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y mantiene en alto la antorcha de la esperanza”.
Asimismo, la Iglesia ecuménica mostró su rostro. Los Patriarcas, Arzobispos mayores y metropolitanos de Iglesias Orientales Católicas se acercaron al féretro del Pontífice y lo despidieron con el canto de la ‘Panikhida’ en griego, tomado del oficio de difuntos de la Liturgia Bizantina.
Al final, el Decano del Colegio Cardenalicio roció el féretro con agua bendita e incensó el ataúd mientras se cantaba el responso ‘In Paradisum’. Un minuto después, los sediarios se llevaron el féretro del Papa, que estaría por última vez en la Basílica de San Pedro, partiendo enseguida el cortejo fúnebre a la Iglesia de Santa María la Mayor, el sitio predilecto del Papa Francisco para que fuera lugar de descanso.
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“El pobre ocupa un lugar privilegiado en el corazón de Dios”
Después de que el cortejo fúnebre recorriera seis kilómetros por el corazón de Roma, llegó a la Iglesia de Santa María la Mayor, donde ya esperaban al Santo Padre poco más de cuarenta personas consideradas “los últimos en la sociedad”, quienes se reunieron en las escalinatas de la Basílica con una rosa blanca en la mano para rendir su último homenaje al Papa Francisco.
El grupo fue encabezado por niños, pero también estaban personas pobres, sin hogar, migrantes, presos y personas transgénero, convocados para acompañar simbólicamente al Pontífice en su camino final hacia la sepultura, tal y como él lo pidió en vida.
La ceremonia de inhumación fue privada, pero en días previos se dio a conocer que la que la tumba del Santo Padre solo lleva la inscripción “Franciscus” y una reproducción de su cruz pectoral, en señal de humildad y sencillez.

Para muchos no fue solo una despedida, fue el último acto de Francisco, una expresión de su legado y de su amor por los más necesitados. Un recordatorio de que, para el Papa, la verdadera Iglesia es aquella que se acerca a los más vulnerables y los acompaña con amor y misericordia.
La Misa de exequias en números:
Participaron:
- + 400 mil fieles asistieron
- 224 cardenales
- 750 obispos
- 4 mil sacerdotes
- 200 ministros de la Comunión
- 225 copones para los fieles
- 80 cálices para los sacerdotes
- 80 copones para los sacerdotes
- 6 oraciones de los fieles se leyeron en francés, árabe, portugués, polaco, alemán y chino
- 53 delegaciones presentes (representantes de países)
- 3 principados con sus herederos
- 15 jefes de gobierno
- 6 delegaciones con vicejefes de Estado
- 7 delegaciones con presidentes de parlamentos
- 14 delegaciones con Ministros de Asuntos Exteriores
- 9 delegaciones de organizaciones internacionales
- 35 representantes ecuménicos
- 7 representantes de otras religiones
- + 150 mil fieles estuvieron presentes en el recorrido del féretro
- + 250 mil fieles asistieron a la plaza de San Pedro
- 4 mil policías
- 2 mil agentes de tráfico
- 4 mil voluntarios
- 50 ambulancias estuvieron disponibles
- 6 puestos médicos avanzados
- + 20 unidades de bomberos