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Oración a la Santísima Trinidad, una para cada día de la semana

A Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo les damos "un mismo honor y gloría".

23 mayo, 2024
Oración a la Santísima Trinidad, una para cada día de la semana
Santísima Trinidad: un solo Dios en tres Personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La Santísima Trinidad es el dogma fundamental de la fe católica y de la vida cristiana, mismo que implica creer en un solo Dios que es al mismo tiempo tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, en nombre de los cuales somos bautizados.

Se trata de un misterio inaccesible a la sola razón humana; sin embargo -como indica el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica-, se puede decir que “Dios ha dejado huellas de su ser trinitario”. Este misterio ha sido revelado por Jesucristo, y es la fuente de todos los demás misterios de la fe.

De hecho, toda la historia de la salvación es la historia del camino y de los medios por los que Dios verdadero y único -Padre, Hijo y Espíritu Santo- se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo.

ÍNDICE DE CONTENIDOS

Oración a la Santísima Trinidad
Oración de san Francisco de Asís a la Santísima Trinidad
Himno a la Santísima Trinidad (Liturgia de las Horas)
Oración de consagración a la Santísima Trinidad
Oración por la Iglesia
Oración para bendecir
Oración para pedir protección a la Santísima Trinidad
¿Qué función tienen cada una de las Personas de la Santísima Trinidad?
¿La Biblia habla sobre la Santísima Trinidad?
Tres Personas, un mismo honor y gloria
La Divina Providencia
La Santísima Trinidad en el signo de la Cruz

Aquí te dejamos 7 oraciones a la Santísima Trinidad que puedes rezar durante la semana, una para cada día.

1. Oración a la Santísima Trinidad

Oh, Dios, cuya misericordia no tiene medida,
y los tesoros de tu bondad son infinitos:
damos gracias a tu piadosísima Majestad por los dones
recibidos, rogando siempre a tu
clemencia que, pues concedes
lo pedido en la oración,
no nos desampares, sino que nos hagas
dignos de los premios futuros.
Oh Dios, que has instruido
los corazones de los fieles
con la luz del Espíritu Santo,
concédenos según el mismo
Espíritu conocer las cosas
rectas y gozar siempre de sus
divinos consuelos.
Oh Dios, que no permites
sea afligido en demasía
cualquier que en Ti espera,
sino que atiendes piadoso a
nuestras súplicas: te damos
gracias por haber aceptado
nuestras peticiones y votos,
suplicándote piadosísimamente
que merezcamos vernos libres
de toda adversidad. Por nuestro
Señor Jesucristo.
Amén.   

2. Oración de san Francisco de Asís

Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas.
Tú eres fuerte, tú eres grande, tú eres altísimo.
Tú eres rey omnipotente, tú eres Padre santo, Rey del cielo y de la tierra.
Tú eres trino y uno, Señor Dios, todo bien.
Tú eres el bien, todo bien, sumo bien, Señor Dios, vivo y verdadero.
Tú eres caridad y amor, tú eres sabiduría.
Tú eres humildad, tú eres paciencia, tú eres seguridad.
Tú eres quietud, tú eres gozo y alegría.
Tú eres justicia y templanza.
Tú eres todas nuestras riquezas a satisfacción.
Tú eres hermosura, tú eres mansedumbre.
Tú eres protector, tú eres custodio y defensor.
Tú eres fortaleza, tú eres refrigerio.
Tú eres esperanza nuestra, tú eres fe nuestra.
Tú eres la gran dulzura nuestra.
Tú eres la vida eterna nuestra, grande y admirable Señor, Dios omnipotente, misericordioso salvador.

3. Himno a la Santísima Trinidad
(Liturgia de las Horas)

Cantad y alabad al Señor,
él nos ha dicho su nombre:
Padre y Señor para el hombre.
Vida, esperanza y amor.
Cantad y alabad al Señor,
Hijo del Padre, hecho hombre:
Cristo Señor es su nombre.
Vida, esperanza y amor.
Cantad y alabad al Señor,
divino don para el hombre:
Santo Espíritu es su nombre.
Vida, esperanza y amor.
Cantad y alabad al Señor,
él es fiel y nos llama,
él nos espera y nos ama.
Vida, esperanza y amor.
Amén.

4. Oración de consagración a la Santísima Trinidad

Trinidad Santísima:
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
presente y operante en la Iglesia
y en la profunidad de mi ser;
te adoro, te doy gracias y te amo.
Y por las manos de María, mi Madre Santísima,
a Ti me ofrezco, entrego y consagro.
Espíritu Santo, a Ti me ofrezco, entrego y consagro,
como templo vivo para ser santificado.
María, Madre de la Iglesia y Madre mía,
tú que estás en íntima unión con la Santísima Trinidad,
enséñame a vivir en comunión
con las tres Divinas Personas,
a fin de que toda mi vida sea siempre
“gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Amén.

5. Oración para pedir por la Iglesia

Padre todopoderoso y eterno,
envía tu Espíritu consolador
en nombre de tu Hijo sobre la Iglesia,
para que la conserve en la unidad
de la caridad y de la verdad perfectas.
Manda, Señor, trabajadores a tu mies,
para que hagan discípulos de entre todos los pueblos
y, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo,
los confirmen en la fe verdadera.
Ayuda, Señor, a los perseguidos por causa de tu Hijo,
que el Espíritu Santo hable por ellos, como Jesucristo nos prometió.
Que todos los hombres, Señor,
te confiesen como único Dios en tres personas,
y que vivan en la fe, en la esperanza y en el amor.

6. Oración para bendecir

Bendigamos al Padre, y al
Hijo con el Espíritu Santo.
Alabémosle y ensalcémosle
por todos los siglos.
Bendito eres, Señor,
en lo más alto del cielo.
Y digno de alabanza,
y glorioso y ensalzado
por todos los siglos.
Bendice, alma mía, al Señor.
Y nunca olvides sus
muchos beneficios.
Señor, escucha mi oración.
Y llegue a Ti mi clamor.

7. Para pedir protección a la Santísima Trinidad

Oh Dios Todopoderoso y
eterno, que con la luz de la
verdadera fe diste a tus siervos
conocer la Gloria de la Trinidad
eterna, y adorar la Unidad en
el poder de Tu majestad: haz,
te suplicamos que, por la firmeza
de esa misma fe, seamos
defendidos siempre de toda
adversidad.
Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que contigo
vive y reina en la unidad del
Espíritu Santo, Dios, por todos
los siglos de los siglos.
Amén.

¿Qué función tiene cada una de las
Personas de la Santísima Trinidad?

El Padre

Al Padre Dios le atribuimos la creación de todas las cosas “visibles e invisibles”, pero de manera especial la creación del ser humano, hecho a su imagen y semejanza. El Padre nos creó por amor.

El Hijo, Jesucristo

Al Hijo de Dios, segunda persona de la Trinidad Santa, lo llamamos también el Verbo, es decir: la Palabra, para dar a entender que expresa la inteligencia y la sabiduría del Padre por quien fue engendrado como Hijo único. No es creatura del Padre ni es posterior a él.

El Hijo se encarnó en el seno virginal de María. Ella es su madre física, biológica; pero no tiene más Padre que el mismo Dios. Jesús existía antes de su concepción desde la eternidad. A Jesús le atribuimos la obra maravillosa de nuestra redención, por la cual nos salvó del pecado y de la muerte para devolvernos la gracia.

El Espíritu Santo

De Él decimos que “procede” del Padre y del Hijo; tampoco fue creado ni engendrado. Es el amor del Padre y el amor de Jesús, y es igual en eternidad al Padre y al Hijo. A Él le atribuimos la santificación de los que han sido redimidos.

El Espíritu Santo es el alma que anima a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y que le da unidad. Es el dador de todas las gracias divinas. Habita en nosotros como en un templo y nos mueve a la alabanza continua al Padre por Jesucristo nuestro Señor. Creemos los cristianos que, cuando hacemos oración, es el Espíritu Santo el que ora en nosotros.

¿La Biblia habla sobre la Santísima Trinidad?

El libro del Génesis nos narra cómo Dios eligió a un viejo pastor de ovejas, originario de la ciudad de Ur, en Caldea, para mostrarse a él y a sus descendientes como el único y verdadero Dios. Así pues, con Abraham comenzó nuestra historia de la salvación, anunciada al pueblo de Israel y realizada en el nuevo pueblo de Dios, es decir, en todos nosotros.

A lo largo del Antiguo Testamento, por la sabia pedagogía de Dios, el pueblo escogido desconoce el misterio de la Santísima Trinidad, que tan sólo se nos muestra al llegar la plenitud de los tiempos con la venida al mundo del Hijo de Dios, Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre.

La misión de Jesús es, precisamente, anunciarnos la Buena Noticia de la Trinidad divina. Él nos habla con amor de Hijo sobre cómo es su Padre, y nos enseña a invocarlo como Padre nuestro también.

Jesús nos habla del Espíritu Santo, regalo del Padre y regalo suyo, que nos envía para santificarnos y para consolarnos de su ausencia. Nos deja ver la intimidad de Dios que sólo Él conoce y que sólo Él nos podía revelar.

Tres Personas, un mismo honor y gloria

A cada una de las personas de la Trinidad Santa les damos “un mismo honor y gloría”, porque creemos que los tres son iguales en dignidad, en eternidad y en gloria. Son distintos entre sí; no son una misma persona que se disfraza de otra para representar un papel, pero en las tres personas hay una unidad total.

Este dogma de fe nos hace contemplar a un Dios “comunidad”, la familia íntima de Dios, relacionada entre sí por lazos infinitos de entendimiento y de amor. Dios es la perfecta armonía.

La Divina Providencia

Además, en nuestra patria damos culto a la Santísima Trinidad bajo el nombre de la Divina Providencia, resaltando el cuidado que tiene Dios sobre nosotros.

A su Providencia Divina nos encomendamos sabiendo que del amor de Dios nos viene todo lo bueno que en nuestra vida hay. De Él nos viene nuestro mismo vivir y existir.

A la Trinidad Santa confiamos nuestras obras, cada vez que nos santiguamos y decimos “En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”.

La Santísima Trinidad en el signo de la Cruz

El Signo de la Cruz es una profesión de fe: fe en la Santísima Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; fe en la Encarnación y en nuestra Redención en la Cruz. Cuando se usa al bendecirse uno mismo con agua bendita, recuerda el propio bautismo en Cristo y la morada de la Trinidad en cada uno. El signo de la cruz es, además, un poderoso sacramental que nos protege del maligno y del mal en general.



Autor

La redacción de Desde la fe está compuesta por sacerdotes y periodistas laicos especializados en diferentes materias como Filosofía, Teología, Espiritualidad, Derecho Canónico, Sagradas Escrituras, Historia de la Iglesia, Religiosidad Popular, Eclesiología, Humanidades, Pastoral y muchas otras. Desde hace 25 años, sacerdotes y laicos han trabajado de la mano en esta redacción para ofrecer los mejores contenidos a sus lectores.