El infiltrado del KKKlan: El valor de la memoria
Esta película nominada al Óscar lleva a reflexionar sobre el racismo y sus consecuencias.
En Lo que el viento se llevó hay una escena en la que Scarlett O’Hara, la protagonista, recorre un campo lleno de soldados heridos mientras busca desesperadamente a Ashley, el amor de su vida; la cámara se aleja, la cantidad de cuerpos aumenta y la música dramática domina el momento, todo esto mientras una bandera confederada ondea sobre el campo y marca el final de una era.
Esta secuencia es magnífica, por supuesto: conmueve y provoca nostalgia; pero también romantiza una época de esclavitud, discriminación y racismo.
Es justo por ello que Spike Lee (Do the Right Thing, Malcolm X) la utiliza para comenzar su más reciente película: El infiltrado del KKKlan.
En ella, un policía negro, Ron Stallwoth, forma un equipo especial para lograr algo aparentemente insólito: infiltrarse en el Ku Klux Klan, una de las organizaciones más racistas de Estados Unidos.
La historia está narrada con mucho humor; Lee logra que las situaciones, que están basadas en hechos reales, sean lo suficientemente absurdas para mantener al público entretenido y expectante a la vez.
Uno de los momentos más divertidos de la cinta ocurre cuando el líder del Ku Klux Klan, David Duke, habla por teléfono con Ron y le asegura que su voz es claramente la de un hombre blanco, todo esto mientras el policía y sus compañeros se burlan al otro lado de la línea.
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Sin embargo, todas risas terminan cuando Lee, con un baldazo de agua fría, le recuerda a la audiencia que el odio racial sigue ocurriendo, existe, no es algo lejano que hemos superado.
El recordar la historia y estar conscientes de sus consecuencias es importante para comprender el presente, y para saber cómo enfrentarnos a los retos que éste nos presenta.
En una época marcada por el clasismo, machismo y racismo, El infiltrado del KKKlan nos invita a recordar que estos problemas no son historias ficticias que vemos en las películas o leemos en los libros: son situaciones que millones de personas sufren cada día.
Hay un peligro en ver el pasado con nostalgia y falta de ojo crítico: nos olvidamos el porqué tantos lucharon por acabar con el odio y la discriminación, y también cerramos los ojos ante estos conflictos.
Spike Lee nos presenta una película difícil de ignorar en la que nos pide que cuestionemos el sistema, ya que no hay nada peor que la indiferencia ante el sufrimiento ajeno.
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