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Card. Rivera Carrera y el gran impulso al Diaconado Permanente

De 1987 a la fecha, en la Arquidiócesis de México han sido ordenados 232 diáconos permanentes, 194 de los cuales por imposición de manos del cardenal Rivera.   DLF Redacción En 1972 la Conferencia Episcopal Mexicana obtuvo del Papa Paulo VI la facultad de restablecer en el país el Orden Sagrado del Diaconado Permanente, a […]

  • De 1987 a la fecha, en la Arquidiócesis de México han sido ordenados 232 diáconos permanentes, 194 de los cuales por imposición de manos del cardenal Rivera.

 

DLF Redacción

En 1972 la Conferencia Episcopal Mexicana obtuvo del Papa Paulo VI la facultad de restablecer en el país el Orden Sagrado del Diaconado Permanente, a fin de que la figura del diácono no siguiera reducida a un estado pasajero del aspirante al presbiterado, sino que fuera en sí misma un ministerio en la jerarquía de la Iglesia –ejercido en subordinación y en coordinación con el sacerdote–, a través de la imposición de manos por parte del Obispo.

Con ello, se pretendía unir más estrechamente a los diáconos con el servicio del Altar, a la ejecución de tareas como la atención a los pobres e indígenas, a la estimulación de agentes de pastoral, a la proclamación de la Palabra y a la coordinación de las labores de caridad entre los miembros de la comunidad, a la manera de Cristo Siervo.

En virtud de esta concesión hecha por SS Paulo VI, el 27 de abril de 1987, el entonces Arzobispo Primado de México, Card. Ernesto Corripio Ahumada, instituyó en la Arquidiócesis la Comisión para el Diaconado Permanente, cuyos trabajos inicialmente fueron encomendados al P. José de la Luz Carrasco y al P. Jesús Guízar; después fueron puestos en las manos del hoy obispo Don Guillermo Ortiz, y posteriormente, en 1996, le fueron encargados al P. Francisco René Espinosa, quien dio a la comisión su estructura actual. Desde hace 11 años, la Comisión para el Diaconado Permanente es dirigida por el P. Sergio Guillermo Román del Real, por disposición del Card. Norberto Rivera Carrera.

Después de diferentes experiencias de formación, la Comisión para el Diaconado Permanente llegó a la actual situación, en la que los aspirantes deben cursar un año propedéutico. Para aceptar a un nuevo aspirante, se le pide ser mayor de 35 años y menor de 55; si es casado, tener diez años de Matrimonio; permiso y apoyo, por escrito, de la esposa; recomendación y compromiso de acompañamiento por parte del párroco y del Vicario Episcopal; haber ejercido un apostolado en su parroquia por lo menos durante los últimos cinco años; haber terminado la preparatoria o equivalente; tener un trabajo digno, estable y suficiente; tener seguridad social; examen médico y psicológico, y contar con tiempo para asistir a la formación.

Al terminar su año propedéutico, el Card. Norberto Rivera los admite como candidatos a diáconos permanentes en una ceremonia realizada en la Catedral. La preparación académica dura tres años, al término de los cuales los candidatos reciben los ministerios laicales; y finalmente, si son llamados, reciben el Diaconado. Una vez asignados a su primera parroquia, quedan bajo el acompañamiento de su Vicario Episcopal, y cada año se les proporciona la oportunidad de asistir a ejercicios espirituales diseñados especialmente para ellos, y para la esposa en caso de ser casados. La Comisión y los encargados vicariales organizan anualmente una asamblea diaconal, así como la Fiesta del Diaconado, que se celebra en agosto en la Catedral Metropolitana, usualmente en compañía del Sr. Arzobispo de México.

Desde el 11 de octubre de 1987 hasta el 24 de junio de 2017, en la Arquidiócesis de México han sido ordenados 232 diáconos, de los cuales 194 han sido por imposición de manos del Card. Norberto Rivera Carrera. De los 184 que siguen en activo, cuatro están asignados a la Basílica de Guadalupe, diecinueve a la Primera Vicaría Episcopal, dieciséis a la Segunda, veintiuno a la Tercera, veintinueve a la Cuarta, ocho a la Quinta, cuarentaicinco a la Sexta, veintidós a la Séptima, diecisiete a la Octava, y tres más están en Catedral.

Durante los últimos treinta años, en la Arquidiócesis de México la figura del diácono permanente ha sido bien aceptada por los Obispos y por el presbiterio en general, al grado de que ya se espera con gusto la ordenación de nuevos diáconos y su inserción en las diferentes vicarías.

El Card. Rivera ha visto como positiva la experiencia de confiar a los diáconos algunos trabajos en las Vicarías y en la misma Curia, en donde desempeñan satisfactoriamente sus labores. Cabe señalar que en la actualidad un diácono es director de la Comisión de Música Sacra; la Comisión del Diaconado Permanente tiene un diácono como ecónomo; Fraternidad Sacerdotal A. C. tiene un diácono como administrador y un diácono médico como colaborador, y la Escuela de Teología para Laicos San Pedro y San Pablo es dirigida por un diácono.