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Para ser santos… no hay excusas

Silvia del Valle

El Papa Francisco nos ha escrito una carta a cada uno de nosotros, los que hacemos nuestros deberes con amor, los que tratamos de hacer el bien a los demás, los que no nos quedamos de brazos cruzados y buscamos la verdad. Esta carta nos habla de que la santidad es posible, y nos da algunas pautas para llegar a ella. Debemos ser peregrinos de este mundo, pero buscar ser ciudadanos del cielo.

Es importante leerla. Por lo pronto, aquí te dejo mis 5Tips para educar a nuestros hijos en esa ruta de la santidad.

1. Conoce la vida de los santos. Son modelos a seguir.

Nadie ama lo que no conoce, y el saber acerca de los santos nos puede contagiar el deseo de amar y servir a Dios desde la misión que Él nos dio. La santidad se puede alcanzar desde la vocación (llamado) que Dios nos dio. Antes se pensaba que sólo los sacerdotes y consagrados podían ser santos, pero en la actualidad sabemos que hay muchos santos de “jeans y tenis”, que caminan junto a nosotros, y viven con el corazón y la mirada puesta en el cielo, contagiando esa alegría aquí en la tierra. Las vidas de los santos pueden ser una guía para conocer diferentes caminos de santidad. Podemos procurar momentos de lectura familiar para ir conociendo esas vidas ejemplares.

2. Trata de hacer extraordinariamente lo ordinario.

La santidad no radica en hacer milagros, sino en hacer con amor, y lo mejor posible, lo cotidiano, eso que nuestras circunstancias personales nos piden. Si barremos, si lavamos, hagámoslo con amor a Dios, y por su amor, para que de su amor esté llena nuestra vida, y nos dé la alegría de verle un día. Para esto podemos enseñar a nuestros hijos a ofrecer todo su día a Dios, y a lo largo de la jornada hacer pequeños ofrecimientos de acciones concretas que nos cuesten trabajo o que hagamos con disgusto.

3. Conoce y practica las virtudes.

Practica la paciencia, la mansedumbre, la audacia y el fervor, principalmente. Pero también el autodominio y la donación de corazón a la voluntad de Dios. Es importante practicarlas en familia, para que nuestros hijos aprendan de nosotros cómo vivirlas.



4. La alegría debe ser nuestra bandera.

Un católico siempre debe estar alegre, y contagiar esa alegría, porque Jesús nos regaló la vida eterna con el sacrificio máximo de amor. La alegría es la característica de quien tiene a Dios cerca, y por eso es necesario educar a nuestros hijos en ella; a pesar de los problemas y situaciones que se nos presenten, debemos estar y vivir alegres en Cristo. Y ofrecer a Dios nuestras penas y problemas, para que Él les dé un sentido corredentor y se conviertan en alegría para muchos.

5. Todo a la luz de la oración para poder combatir, vigilar y discernir.

La oración es la base y el sustento de nuestra vida. Desde ella podemos discernir lo que Dios quiere de nosotros, lo que está bien y lo que está mal. La oración debe estar presente en nuestras vidas en todo momento. Y ser una oración viva, no una oración de periquitos, que repite cosas sin sentirlas. Para eso, podemos enseñar a nuestros hijos a ofrecer el trabajo, a bendecir los alimentos, a orar antes de comenzar con el estudio, antes de dormir y al despertar, etcétera. Que nuestros hijos vean lo referente a la oración como algo cotidiano, y no como algo extraordinario, y que sólo sirve cuando hay problemas.

Como podemos ver, la santidad se da en el día a día, en la vivencia cotidiana del amor de Dios, y en el hacer de lo ordinario algo extraordinario. Así que la santidad es algo posible y alcanzable.

@smflorycanto

@SilviaMdelValle





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