Lectio Divina: “El último don…”
Lectura del Santo Evangelio En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré a ustedes de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí, y ustedes también darán testimonio, pues desde el principio han estado conmigo. Aún tengo muchas […]
Lectura del Santo Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré a ustedes de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí, y ustedes también darán testimonio, pues desde el principio han estado conmigo. Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”. (Jn. 15 y 16)
“El último don…”
P. Óscar Arias Bravo
Meditatio
Con la fiesta de Pentecostés termina el tiempo de Pascua, por lo que retomaremos en la liturgia el tiempo ordinario, desde la VII semana, que es en la que nos habíamos quedado antes de comenzar la Cuaresma.
La lectura del Evangelio de este domingo, que viene precedida de una preciosa Secuencia –dedicada obviamente al Espíritu Santo–, nos sitúa en la despedida de Jesús en la Última Cena con sus discípulos, donde les hace presente que tiene aún muchas cosas que decirles, pero no las pueden comprender, sino que será el Espíritu quien les ayudará a lograrlo.
Para este fin, enviará al Espíritu, este Paráclito, que está “pegado”, que camina “junto”, que está fuertemente “unido”, prácticamente “adherido” a nosotros, no nos dejará solos, sino que comunicará el amor que el Padre y el Hijo se tienen, y lo hará llegar a sus discípulos.
¿Y qué es lo que nos participará o comunicará?, ¿qué es lo que va a traernos? Pues sus siete sagrados dones: Entendimiento, Sabiduría, Ciencia, Consejo, Piedad, Fortaleza, Temor de Dios (ver Isaías 11,2).
¿Y cuáles han de ser los frutos que estos dones producirán en nuestra vida? Pues son: Amor, Alegría, Paz, Paciencia, Afabilidad, Bondad, Fidelidad, Mansedumbre, Dominio de Sí (ver Gálatas 5,22-23).
Contemplatio
Si celebramos la fiesta de Pentecostés, entonces celebramos la fiesta de los dones que el “Padre de los Pobres” viene a traernos; esos dones que nos llenan de fortaleza y de palabras adecuadas para vivir como buenos cristianos. Será Aquél, “amable huésped del alma” y “fuente de todo consuelo”, quien haga producir en nosotros los frutos que menciona la Carta a los Gálatas, y que ya el Papa Francisco dice que es el camino para la santidad en su última exhortación apostólica Gaudete el Exultate, refiriéndose a la santidad de aquellas personas que realizan las actividades cotidianas con alegría y gozo, por pequeñas que estas parezcan.
Hace algunos años salió una película que se tituló El último regalo (Dean River, 2005) que trata de un joven, nieto de un millonario, quien, a la muerte de su abuelo, recibe como herencia una serie de regalos, aunque condicionados a aceptar ciertos retos. Más por curiosidad que por necesidad, el joven acepta llevarlos a cabo, esperando un regalo material, fruto de la amasada fortuna familiar, pero tras su inicial decepción, se da cuenta que realmente no son cosas materiales las que heredó principalmente, sino algo así como dones espirituales. Por ejemplo, en lugar de recibir sólo un cheque, recibió la experiencia de trabajar, y aunque al inicio no lo entendía, conforme pasa la trama, se da cuenta que la misma acción de levantarse temprano a trabajar era el primer regalo que recibía de su abuelo. Luego continúan una serie de dones, cada vez más relevantes, pero el mejor de todos, el más bonito e inesperado, uno que jamás había imaginado, lo recibe cuando se dispuso a renunciar a la herencia.
Creo que aquél que es “Consuelo en el llanto”, el Espíritu Santo, más o menos es como este abuelo que trae dones, regalos para aquellos que quieran recibir no cosas materiales, sino que estén dispuestos a luchar por actitudes y capacidades que poniendo en práctica, se convierten en un verdadero don para la persona que lo recibe y la comunidad donde vive.
Oratio
“Ven luz santificadora y entra hasta el fondo del alma, de todos los que te adoran; sin tu inspiración divina los hombres nada podemos, y el pecado nos domina. Concede a aquellos que ponen en ti su fe y su confianza tus siete sagrados dones…”
Actio
Esta semana busquemos ver en familia la película que mencionamos.