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¿Quién es el padre Elías del Socorro Nieves, el mártir y beato mexicano de la guerra cristera?

El beato Elías del Socorro Nieves enfrentó varias dificultades para cumplir su sueño de ser sacerdote, el cual terminó al ser asesinado durante la Guerra Cristera.

POR  Jorge Reyes
30 mayo, 2025

La vida del fraile y beato Agustino Elías del Socorro Nieves Castillo, desde su nacimiento, estuvo cargada de sufrimiento y dolor, pero también llena de una gran fe hacía Dios y la certeza de que siempre defendería sus enseñanzas y el Evangelio, sin importarle que ello le costara la vida, como terminó ocurriendo durante la Guerra Cristera.

En medio de la enfermedad dijo que sería sacerdote

Hijo de Ramón Nieves y Rita Castillo, el Beato Elías del Socorro Nieves Castillo nació el 21 de septiembre de 1882 en la isla de San Pedro en el lago de Yuriria, en el estado de Guanajuato, y según asienta Jorge Vera Espitia, cronista del municipio de Cortázar, llegó a este mundo muy enfermo, al grado de que ese mismo día fue bautizado en el convento Agustino de San Pedro y San Pablo de Yuriria.

El niño logró sobreponerse a la enfermedad y siguió adelante con su vida e inicio su formación catequética para realizar su Primera Comunión, hecho que le causó tal emoción que “sus ojos se llenaron de lágrimas” y al regresar a su casa le dijo a su mamá: “Mamacita yo quiero ser como ese padre que me acaba de dar a Dios”.

Con el paso del tiempo, el niño Elías Nieves aprendió, “en la escuela de las Magañas, de la señorita Eulogia Magaña, iniciadora de varios sacerdotes”, el silabario de San Miguel (un cuadernillo de ocho hojas que presentaba motivos religiosos y las sílabas para enseñar a leer) y el Catecismo del padre Ripalda (publicado en 1591 por Jerónimo de Ripalda y que se utilizó en Hispanoamérica hasta principios del siglo XX para evangelizar a los pueblos indígenas).

Cuando tenía 12 años, Elías sufrió una terrible anemia y tuberculosis, y debido a la gravedad de sus padecimientos el sacerdote le administró el sagrado Viático, que de acuerdo con la tradición católica, es la última comunión que recibe una persona antes de morir y es considerada como “pan para el camino” hacia la vida eterna, y la extremaunción.

De acuerdo con los relatos, en la noche de su agonía, el 24 de diciembre de 1894, mientras la familia lloraba desconsoladamente, Elías estaba tranquilo y con plena seguridad les dijo: “No lloren, al cabo yo no me voy a morir porque debo de ser sacerdote”.

La orfandad pospone el deseo de ser sacerdote

Si bien Elías Nieves Castillo se repuso de su grave enfermedad, 10 meses después recibió una fuerte noticia debido a que el 13 de octubre de 1895 asesinaron a su padre por unos salteadores, razón por la que pasó una adolescencia de mucha carencia, su familia vendió su casa en Yuriria y tuvo que trabajar barriendo calles, haciendo mandados y tocando las campanas del templo de San Agustín.

A la edad de 18 años no perdía la esperanza de ser sacerdote, por lo que con muchos sacrificios compró algunos libros, los cuales estudiaba por las noches, pensando siempre en ser seminarista, para luego ordenarse. Debido a la situación económica la familia se fue a vivir a Celaya y luego a Irapuato, donde recibió clases de latín, pero el 16 de diciembre de 1900 muere su tío y protector y diez días después muere su madre, con lo que Elías quedó en completa orfandad.

Su fe y determinación le permiten entrar al Seminario

Debido a la situación Elías Nieves decide regresar a Yuriria y de inmediato busca a su tío, el párroco Adeodato Castillo, a quien le pide que le ayude a entrar al Seminario, pero la respuesta fue tajante, ya que su familiar le aseguró que él no estaba hecho para el colegio, “apenas si puedes con la yunta en el campo. Vete a buscar trabajo porque te convertirás en un holgazán”.

Elías no cejó en su intento, buscó refugio en casa de su hermana Lucía con quien vivió cuatro años, tiempo en el que además de trabajar siguió leyendo el Evangelio, animaba a las jóvenes a impartir el catecismo y motivaba a los adultos y niños a ir a misa los domingo.

El 7 de enero de 1904 abrió sus puertas el Colegio de San Pablo, después de permanecer 38 años cerrado, y recibió a 28 alumnos, entre ellos Elías, pero nuevamente apareció su tío Adeodato, quien sin más le volvió a decir, frente al rector, que sólo servía para el campo, anto lo que le negaron la entrada.

El joven de 22 años regresó a su rancho y se confesó con el párroco fray Agustín Flores, desahogando su deseo de ser sacerdote y la negativa de ser admitido en el seminario, quien inmediatamente le dijo: “Vamos yo mismo te presentaré con el rector y tiene que admitirte”. En efecto, poco después el rector lo aceptó como seminarista en el Colegio de San Pablo en el Convento Agustino de Yuriria, Guanajuato.

El sueño se cumple: fray Elías Nieves se ordena como sacerdote

Después de más de 7 años, el 20 de noviembre de 1911, Elías recibe su noviciado, para continuar sus estudios en el Convento de la Provincia Agustiniana del Templo de San Antonio en la ciudad de Aguascalientes, Aguascalientes.

El 18 de marzo de 1916 fue ordenado como sacerdote Agustino en el Templo de San José de esa misma ciudad; el 2 de julio de 1916 celebró su Canta Misa en la iglesia Convento de Yuriria, el mismo día que se veneraba a la Virgen Santísima del Socorro, teniendo 33 años y 3 meses de vida y en ese momento tan importante de su vida se puso en manos de María, y añadió a su nombre de bautismo el título agustiniano del Socorro.

El padre Elías del Socorro Nieves recibe su primer destino ministerial en la Parroquia Agustina de Yuriria. En noviembre de 1916 pasó a colaborar en la vicaría de San Nicolás de los Agustinos, en Salvatierra, Guanajuato, a petición de su tío que tanto le había obstruido su sacerdocio. A fines de noviembre de 1916 lo solicitan en Aguascalientes, donde estuvo dos años practicando su sacerdocio.

En noviembre de 1919 regresó a Yuriria con el encargo de Vicario cooperador. Después lo nombraron vicario sustituto en el templo de Santiago Maravatío, Guanajuato y poco tiempo después lo nombran Vicario del templo de la Virgen de Dolores, en Cañada de Caracheo, en el municipio de Cortázar, donde dura 7 años, 3 meses y una semana.

La Guerra Cristera y el refugio del Elías del Socorro Nieves

El entonces presidente de la República Mexicana Plutarco Elías Calles promulgó en 1926 una serie de leyes y decreto con los que se impedía el libre culto católico en los templos, por lo que la conferencia nacional de obispos ordenó que los sacerdotes retiraran los servicios espirituales en las parroquias y los administraran en donde les fuera posible, ante lo que se empezaron a dar en domicilios particulares, establos o en cuevas, protegidas por los fieles.

Ante estos hechos, conocidos como la  “Guerra Cristera” (1926 – 1929), la población de Cortázar, de mayoría católica, se rebela ante las disposiciones del gobierno y deciden defender su fe a costa de lo que fuera, por lo que ocultan a sus sacerdotes, quienes oficiaban sus misas haciéndolo en casas particulares y cuevas.

Entre esos ministros de culto se encontraba el beato Elías del Socorro Nieves, quien se vio obligado a oficiar sus misas en las Cuevas del Cerro de Culiacán y de la Gavia, así como en la cueva de la barranca del “Leñero”, que tenía un altar bien arreglado, en donde confesaba, impartía la Primera Comunión y llegaba gente por la noche por distintas veredas.

En esa cueva vivía día y noche el padre Agustino, salvo cuando las guardias del gobierno se retiraban, momento que aprovechaba para salir a auxiliar a enfermos, asistir a matrimonios, bautizar y dar Primeras Comuniones. Cabe destacar que el sacerdote nunca incitó a la rebelión, pero la misma gente de la Cañada se organizó para defender su religión.

La detención del sacerdote y la negociación para liberarlo

Después de vivir refugiado 14 meses en la cueva, a donde acudían sus fieles a orar, a participar en la Eucaristía y a recibir los Sacramentos, el 8 de marzo 1928 el padre Nieves decide bajar por la noche al rancho de San Pablo propiedad de la familia Sierra, pero por la mañana del 9 de marzo un pelotón del ejército, al mando del mayor Leonardo Rodríguez, que se dirigía a la Cañada de Cortázar, se acercó al rancho a pedir agua.

El fraile agustino no tuvo tiempo de esconderse, por lo que esperó sentado pensando que no lo reconocerían por que estaba vestido con camisa y calzón de manta, sombrero, faja y gabán de lana, sin embargo traía los lentes puestos y un pantalón negro debajo del calzón blanco, lo que no pasó desapercibido para el Mayor, quien le dijo “usted es cura”. El padre Elías del Socorro Nieves lo admite y lo apresan, junto con hermanos José Dolores y José de Jesús Sierra.

En un intento por liberar al sacerdote, el 10 de marzo de 1928, un poblador llamado Toribio Martínez Ríos ofrece a los militares 2 mil pesos, ante lo que los oficiales piden 3 mil pesos. Se acordó entregar el dinero en la Hacienda de Valencia de Fuentes, pero no se reunió el monto establecido, lo que enfureció al mando militar, quien ordenó que se fusilara a los hermanos.

El fusilamiento del fray Elías del Socorro Nieves

Luego de que mataran a los hermanos, el padre Nieves les dio la absolución y la bendición, hecho que incrementó el enojo del Capitán Rodríguez que le grito: “ahora vas tu curita hipócrita, a ver si morir es como decir misa”. Sin inmutarse, el sacerdote le pide que lo fusilen más adelante en un lugar que el mismo señalaría.

Al pasar por un mezquite el fraile agustino cura les señala que ese es el lugar y solo les pide “unos momentos para encomendar mi alma a dios“. Oró por unos instantes, entregó a los soldados su gabán y luego se puso de espaldas al mezquite, al tiempo que abría sus manos en forma de cruz y exclamó: “estoy listo para morir por mi religión”

El capitán pregunta la hora al sacerdote, quien le dice que faltaban 5 minutos para las 3 de la tarde. El fraile pide a los soldados arrodillarse para darles la bendición, todos lo hicieron menos el Capitán Rodríguez, quien exclamó que no necesitaba de bendiciones, que con su pistola tenía y le disparó en el momento que bendecía a los soldados y empezaba a rezar el credo, gritando al caer “Dios te perdone. ¡Viva Cristo Rey”.

El cuerpo del sacerdote fue recogido por sus fieles, quienes lo trasladaron a la Parroquia de Ntra. Sra. De los Dolores de Cañada de Caracheo, Cortázar, Guanajuato, en donde descansan sus restos, bajo el altar y a donde se dirigen los peregrinos.

El beato y mártir Agustino Fray Elías del Socorro Nieves

El Papa Juan Pablo II beatificó a Fray Elías del Socorro Nieves el 12 de octubre de 1997, sin requerir la demostración de un milagro debido a que fue asesinado por odio a la fe, lo que se conoce como “in odium fidei”.

Durante la Santa Misa de Beatificación celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa San Juan Pablo II destacó que en medio de la persecución religiosa del gobierno mexicano el mártir fray Elías del Socorro no quiso abandonar a sus fieles a pesar del riesgo que corría, por lo que “afrontó la muerte con entereza, bendiciendo a sus verdugos y dando testimonio de su fe en Cristo”.

“La total confianza en Dios y en la Virgen del Socorro, de quien era muy devoto, caracterizó toda su vida y su ministerio sacerdotal, ejercido con abnegación y espíritu de servicio, sin dejarse vencer por los obstáculos, los sacrificios o el peligro. Este fiel religioso agustino supo transmitir la esperanza en Cristo y en la Providencia Divina.

“La Iglesia en México cuenta hoy con un nuevo modelo de vida y poderoso intercesor que le ayudará a renovar su vida cristiana; sus hermanos agustinos tienen un ejemplo más que imitar en su constante búsqueda de Dios en fraternidad y en el servicio al pueblo de Dios; para toda la Iglesia es una muestra elocuente de los frutos de santidad que el poder de la gracia de Dios produce en su seno”, indicó el Papa Juan Pablo II.



Autor

Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM, con una trayectoria de más de 30 años como periodista en medios como Reforma, El Centro y Notimex, así como funcionario de comunicación social en dependencias de gobierno y legislativas. Actualmente trabaja como periodista especializado en temas de religión.