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Los cambios que vienen en la Arquidiócesis de México

El Cardenal ha pedido a la Santa Sede contar con cinco obispos auxiliares al ser creadas tres nuevas diócesis a partir de la Arquidiócesis.

1 abril, 2019
Los cambios que vienen en la Arquidiócesis de México
El Cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primado de México. Foto: María Langarica

El contexto socio-cultural que vive la Ciudad de México ha impulsado a la Arquidiócesis a hacer ajustes en su método de trabajo, con el objetivo de favorecer un mayor acercamiento entre el pastor y los presbíteros, e involucrar más a la Iglesia en las necesidades sociales.

En entrevista con Desde la fe, el Cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primado de México, asegura que existe una fractura cultural que dificulta la transmisión de la fe en las nuevas generaciones, además de generar una crisis en la familia y una desintegración social fuerte e intensa.

“El contexto socio-cultural no tiene ya un consenso de valores de fondo que marquen la conducta social. Por tanto, es fundamental la comunión. Ya no es posible seguir como venía la Iglesia; por ejemplo, con una atención muy parcializada, parroquia por parroquia, porque, ante estos nuevos fenómenos que plantea el cambio de época, nos necesitamos. Y solamente con la fuerza de la comunión es que podremos transmitir la fe. Como dijo el Papa Benedicto XVI: siendo un testimonio que atraiga a los distantes, a los no creyentes, y esto tiene relevancia cuando se hace efectiva la comunión operativa de la pastoral”, explica.

Ante esta realidad, el Cardenal ha solicitado a la Santa Sede contar con cinco obispos auxiliares que lo acompañen en su ministerio episcopal, y que le apoyen en atender las diversas necesidades pastorales en la Ciudad de México.

Por lo pronto, el pasado 25 de marzo fueron ordenados en la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe monseñor Salvador González Morales y monseñor Carlos Enrique Samaniego López.

Esta estrategia complementa la solicitud para la creación de tres nuevas diócesis desmembradas del territorio arquidiocesano: Iztapalapa, Azcapotzalco y Xochimilco, algo que aún se encuentra pendiente de aprobar por la Santa Sede.

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Mayor cercanía con el presbiterio

El Cardenal Aguiar asegura que una de las solicitudes más frecuentes que ha recibido es que el Arzobispo esté en las distintas asambleas, actividades y encuentros de los agentes de pastoral en todos los ambientes. Para hacer esto posible, los obispos auxiliares tendrán disposición plena de participar en las actividades de pastoral y en aquellas relacionadas con instancias no eclesiales.

“Desde luego que yo no voy a dejar de ir, pero así haremos posible que todas las solicitudes tengan una respuesta positiva”, dice el Arzobispo.

“Una de las necesidades latentes que uno palpa en todos los ambientes eclesiales es la necesidad de estar cerca del pastor. Y eso lo tenemos que propiciar y, para ello, seremos un equipo de seis obispos, más los vicarios episcopales territoriales y los que desempeñan las vicarías ambientales”, asegura.

Una Iglesia unida

El Cardenal asegura que la Iglesia necesita impulsar más acciones de beneficio social en las que todos estén involucrados.

“Eso es la fuerza de la comunión. Que no sea solamente un pequeño equipo que promueva dentro de toda la Arquidiócesis, sino entrar de lleno todos los párrocos, presbíteros, asistentes y agentes de pastoral de una unidad, con claridad de aquello que debemos de ser, todos juntos”.

El Arzobispo afirma que este nuevo método de trabajo es un paso importante para no quedarse en el señalamiento de los límites parroquiales, y abrir la mayor parte de espacios para la participación laical en todos los ambientes.

Para esta labor, afirma, además de los nuevos obispos auxiliares, considera indispensable el apoyo de los presbíteros, pues “sin ellos, es imposible llevar a cabo los planes”.

“Creo que será un momento muy importante. Por ejemplo, el que los conduzca por esta tanda de ejercicios espirituales a los sacerdotes para hacerles ver todos estos desafíos y tener ese contacto pastor-presbíteros y la capacidad de diálogo y de puesta en la mesa de las distintas percepciones que tienen los presbíteros de sus realidades”.