Papa Francisco: Las conclusiones del Sínodo deben aplicarse en toda la Iglesia

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Homilía del Cardenal Aguiar en el Domingo de Resurrección

Homilía del Arzobispo Primado de México en la Catedral Metropolitana.

21 abril, 2019

Tiren la antigua levadura para que sean ustedes una masa nueva. (1 Cor 5, 7)

San Pablo en la segunda lectura utiliza la metáfora de la acción de la levadura en la masa de harina para explicar la acción que necesita desarrollar la comunidad cristiana para realizar la redención salvífica de Jesucristo en la humanidad.

También señala que la antigua levadura es la que produce el vicio y la maldad, mientras que la nueva levadura, que ha traído Jesucristo es la sinceridad y la verdad.

Con ello, de entrada, manifiesta que la misión salvífica de Cristo, aunque está destinada por voluntad del Padre a toda la humanidad, a todo ser humano; sin embargo, no se da de forma automática, sino es un proceso transformador, condicionado por la libertad del hombre; donde la presencia de una comunidad cristiana, fiel y comprometida en el camino de la sinceridad y la verdad tendrá la capacidad de ir convirtiendo a la sociedad para dar a conocer y aceptar a Jesucristo como camino, verdad y vida.

¿Qué debemos promover para que la comunidad cristiana cumpla su misión de levadura eficaz? San Pablo indica: tiren la antigua levadura, la lucha es contra toda forma de vicio o adicción, y contra toda presencia del mal. ¿Pero cómo lograrlo?

El Evangelio de San Lucas que ha sido proclamado ahora, aporta un dato muy interesante, la muerte de Jesús y el no haber encontrado su cuerpo en el sepulcro causa en la mujeres, que buscaban el cuerpo de Jesús para embalsamarlo, un gran desconcierto y miedo, que aumenta cuando escuchan el testimonio de dos varones con vestidos resplandecientes, que afirmaron: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. (Lc 24, 5-6)

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Ellas, de inmediato regresan a Jerusalén y van al encuentro de los Once apóstoles y cuentan lo que han escuchado. Pedro verifica lo descrito por las mujeres, y quedan los apóstoles sorprendidos y asombrados; pero no dan crédito a la resurrección de Jesucristo. Van a necesitar encontrarse con el mismo Jesús, para constatar la resurrección del Señor de la Vida.

La primera lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles transmite la convicción del mensaje fundamental de nuestra fe: Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos. (Hch 10, 39-41)

De ahí surge el fuerte, intenso, emotivo y convincente testimonio de los Apóstoles para iniciar la misión de dar a conocer el hecho que cambia la historia de la humanidad en Historia de Salvación. Así surge la Iglesia para continuar generando la nueva levadura de la sinceridad y la verdad.

La Iglesia es portadora de la levadura que transforma el estilo de vida en la sociedad. Por ello su misión es dar a conocer a Jesucristo, Palabra del Padre, que comunica la fuerza del Espíritu Santo para mover el corazón del hombre, y convertirlo en un corazón de carne, que comprenda y entienda a su prójimo como hermano, que conviva en fraternidad y solidaridad, aprendiendo a amar como Dios Trinidad nos ha amado desde la Creación.

Pidamos a Jesús, vivo en cada uno de nosotros y en cada comunidad cristiana, que al haber celebrado los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección, nos haga vivir esta Pascua y nos transforme en testigos creíbles y convincentes de los valores del Reino de Dios, anunciado y vivido por Jesucristo, el Señor de la Historia, y seamos una Iglesia capaz de transmitir la alegría, el gozo y la paz, de quien se sabe amado por quien lo ha creado. Que así sea.

+Carlos Cardenal Aguiar Retes

Arzobispo Primado de México.