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Viacrucis de Iztapalapa: Historia de una tradición más viva que nunca

8 abril, 2019
Viacrucis de Iztapalapa: Historia de una tradición más viva que nunca
El Viacrucis en Iztapalapa. Foto: Lorena Esteban
Creatividad de Publicidad

*Este reportaje fue actualizado por última vez el 7 de marzo de 2022

La Representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en Iztapalapa -coloquialmente conocido como el Viacrucis de Iztapalapa- es una de las tradiciones católicas más antiguas de México. Esta es su historia.

La promesa al Señor

La epidemia de cólera morbus entró a México en 1833 por el puerto de Tampico. Para entonces, la enfermedad que inició en la ciudad india de Calcuta 16 años atrás, ya había arrasado con miles de vidas en Asia, Europa y América del Norte.

De acuerdo con datos del investigador Bernardo Martínez, de la Universidad Nacional Autónoma de México, de Tampico saltó a San Luis Potosí, Guanajuato y Querétaro. De ahí pasó a Iztapalapa. En la Ciudad de México murió 5% de la población.

Según los registros históricos de la iglesia del barrio de San Lucas, fue tal la cantidad de muertos en esa época que muchos fueron enterrados sin registro de defunción.

Foto: Mediateca INAH

Foto: Mediateca INAH

“Hay que recordar que esas epidemias provocaban la desaparición de pueblos enteros. Las referencias señalan que hubo tal cantidad de muertos que no se daban abasto”, aseguró a Desde la fe Silvia Zugarazo, cronista de Iztapalapa.

Desesperados por la situación, los pobladores se aferraron a su fe e imploraron un milagro al Señor de la Cuevita, el santo patrono de la localidad.

A cambio, le prometieron realizar todos los años una representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Según la tradición, su plegaria fue escuchada.

Foto: Mediateca INAH

Foto: Mediateca INAH

Tradición ininterrumpida

No se sabe por qué, pero durante varios años el juramento quedó en el olvido. “Fue hasta 1843 que la gente recordó que había hecho esta promesa y comenzó con la tradición”, agrega Zugarazo, quien formó parte de la comisión que consiguió la declaratoria de esta representación como Patrimonio Cultural de la Ciudad de México en abril de 2012.



Foto: Mediateca INAH

Foto: Mediateca INAH

Desde 1843 y hasta nuestros días, la representación se ha realizado de manera ininterrumpida. Ni la Revolución, ni la persecución religiosa lograron detenerla. “Existen documentos que muestran las representaciones a lo largo del tiempo. Por ejemplo, una crónica muy amplia que data de 1920. Tenemos también un archivo importante de fotografía de los Casasola, de 1940”.

Eso sí, ha cambiado radicalmente. Primero se usaron imágenes; más tarde, Jesús y María fueron representados por niños.

Una fiesta del pueblo

Los actores principales y sus familias deben ser originarios de alguno de los ocho barrios y gozar de buena fama en la comunidad. “Mucha gente critica que no puedan participar personas de otras colonias y demarcaciones, pero los afectados por esa epidemia fueron los pobladores del pueblo de Iztapalapa, y nosotros somos sus herederos”, dijo a Desde la fe Tito Domínguez, quien ha formado parte del Comité Organizador de Semana Santa en Ixtapalapa A.C. (COSSIAC).

Ellos son los actores del Viacrucis de Iztapalapa en 2019. Fotoarte: Martín Cuellar

Ellos son los actores del Viacrucis de Iztapalapa en 2019. Fotoarte: Martín Cuellar

Esta asociación civil fue creada en 1994 para resguardar la tradición, y su mesa directiva se renueva cada dos años. Uno de sus presidentes fue Juan de la Cruz Galicia Cañas, quien insiste en recordar que la representación se continúa celebrando por el milagro de 1833.

“Somos un eslabón de la cadena de milagros del Señor de la Cuevita”.

Silvia Zugarazo asegura que este celo por preservar su identidad no debe confundirse con egoísmo. “Es parte de la resistencia de los pueblos originarios a no perder sus tradiciones, tan propias y tan arraigadas, que los pobladores quieren preservarlas para ellos”.

Foto: COSSIAC

Foto: COSSIAC

Con 179 años, el viacrucis ha cobrado fama internacional, por ser el más antiguo del país y por la gran cantidad de actores y actrices con que cuenta. Es tal su reconocimiento que cada año atrae a más de dos millones de asistentes.

“De acuerdo con las crónicas de 1920 y anteriores, la representación atraía a muchísima gente desde entonces. Sin embargo, se dio a conocer de una forma masiva a través de los medios de comunicación, a raíz del Satélite Morelos. Esto, junto a la urbanización y la facilidad de transporte, permitió que llegara mucha más gente a la delegación”, expresó.

“Sin embargo, desde siempre –y así lo constata uno en las crónicas- ha sido un fenómeno que atrae a grandes multitudes.





Autor

Periodista. Ha trabajado en radio, agencias de noticias y prensa escrita. 

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