Palabras hastiadas

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Las 5 enseñanzas de la macabra decapitación de Juan el Bautista

El obispo auxiliar Carlos Samaniego López explica qué podemos aprender de este pasaje bíblico y cómo aplicarlo en la vida diaria.

POR  Jorge Reyes
3 febrero, 2023
El Evangelio de Marcos: 6, 14-29, nos habla de la decapitación de Juan el Bautista: "En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido tanto, llegó a oídos del rey Herodes el rumor de que Juan el Bautista había resucitado y sus poderes actuaban en Jesús. Otros decían que era Elías; y otros, que era un profeta, comparable a los antiguos. Pero Herodes insistía: “Es Juan, a quien yo le corté la cabeza, y que ha resucitado”. Herodes había mandado apresar a Juan y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: “No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano”. Por eso Herodes lo mandó encarcelar. Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida; pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo. La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: “Pídeme lo que quieras y yo te lo daré”. Y le juró varias veces: “Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”. Ella fue a preguntarle a su madre: “¿Qué le pido?” Su madre le contestó: “La cabeza de Juan el Bautista”. Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: “Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista”. El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo, que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre. Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

Las 5 enseñanzas de la decapitación de Juan el Bautista

En una Misa en la que participaron los empleados de la Curia del Arzobispado de México, el obispo auxiliar Carlos Samaniego reflexionó sobre las enseñanzas de este pasaje bíblico, cuyo hecho central, la decapitación de Juan el Bautista, calificó de "macabro". ¿Qué podemos aprender?  Te podría interesar: El Papa explica qué podemos aprender de Juan el Bautista

Enseñanza 1

Nuestro Señor Jesús envía a sus discípulos para anunciar el Evangelio a todos los lugares y a todas las clases sociales, lo que incluye tocar las puertas de los palacios de los reyes, para anunciar la verdad, la justicia, la honestidad y la fidelidad.

Enseñanza 2

El Evangelio presenta un momento adecuado para que se haga el mal, cuando durante la fiesta que ofrece el monarca, la hija de Herodías aprovecha la oportunidad para pedirle no sólo que asesine al Bautista, sino que le lleve en una charola su cabeza. “Veamos cómo el mal aprovecha los espacios para meterse. Mientras que en el Evangelio se habla normalmente de que llegó el momento, llegó la hora de Jesús, el kairós, que es para hacer el bien, en este pasaje vemos el oportunismo de quienes hacen el mal”, indicó monseñor Samaniego. Te podría interesar: Cuando actuamos como Juan el Bautista, pero no nos damos cuenta

Enseñanza 3

Muchas veces una acción o acto llega a encender el ambiente y la atmósfera a tal grado que se toman decisiones precipitadas de las que ya no se puede dar marcha atrás, lo que nos muestra que la peor decisión es “la propia indecisión en un momento así”.

Enseñanza 4

La presión del qué dirán. Herodes sufre un conflicto interior porque realmente estima y valora a Juan el Bautista, pero al mismo tiempo se siente empujado a cumplir (por el “qué dirán”) la promesa que hizo. Por ello no se atreve a bajarse del pedestal para acercarse a la gente, para, conforme a su conciencia, aplicar la justicia y el bien que le está dictando.

Enseñanza 5 

Vemos cómo, de un momento a otro, se pasa de un espectáculo de fiesta a un espectáculo macabro, “porque se va pasando la cabeza de Juan el Bautista, del verdugo a la hija de Herodías; después de ésta, a su madre. Finalmente terminará el cadáver en manos de los discípulos, que le darán sepultura”. Te podría interesar: ¿Qué nos dice el Evangelio sobre la misión de Juan el Bautista?  

Todos somos profetas

En su homilía, el Obispo Auxiliar explicó que el drama que enfrentó Juan el Bautista también puede ser el nuestro, ya que por el Bautismo, nosotros estamos llamados a ser profetas y a anunciar el Evangelio a todos y enfrentar diversas y complicadas situaciones. “En el contexto en el que nos movemos hemos de anunciar el Evangelio a todos, no solamente a algunos, no solamente a aquellos que nos toca, sino a aquellos que a veces nos encontramos en el camino o en situaciones especiales. Hay que anunciar el Evangelio a todos. Estamos llamados a anunciar el Evangelio a tiempo y a destiempo”, indicó . Te podría interesar: ¿Por qué Juan bautizó a Jesús con agua? De la misma manera, hizo un llamado para que veamos cuál es nuestro kairós, el momento oportuno, el momento de la salvación y estemos conscientes de que tal vez no tendremos otra oportunidad para anunciar el Evangelio. “Con mi comportamiento, con mis actitudes, ya sea en el transporte público, ya sea con una persona con la que no he entrado en contacto aquí en la curia, y sí también se pone candente el ambiente, hay veces que tenemos que ser valientes para anunciar la justicia, para decir la verdad en el trabajo y también en el hogar, en algunas circunstancias”, aseveró.

No seamos como Herodes

Si bien una situación puede generar un conflicto interior, también puede ser una oportunidad para obtener la paz porque tomamos la decisión correcta. “Ese era el conflicto de Herodes, que terminó en aquel espectáculo macabro. Nosotros no queremos que acaben así nuestras decisiones”. Finalmente, monseñor Samaniego invitó al personal de la Curia a ser profetas, y profetas de la sinodalidad, que no es algo que vaya a traer solamente paz, sino también muchas veces guerra, muchas veces también el señalamiento y la persecución. “Pídele a Dios la capacidad para ver al otro como un don, como un regalo de Dios para ti, y tú sigues siendo un regalo de Dios para el departamento en el que te encuentras, para toda la Curia, sabiendo que es trascendente el ejemplo, el testimonio que están dando. Caminar juntos es un ejercicio de necesidad, caminar juntos ya está siendo aquí en la curia una experiencia de belleza”, puntualizó.

El Evangelio de Marcos: 6, 14-29, nos habla de la decapitación de Juan el Bautista:

“En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido tanto, llegó a oídos del rey Herodes el rumor de que Juan el Bautista había resucitado y sus poderes actuaban en Jesús. Otros decían que era Elías; y otros, que era un profeta, comparable a los antiguos. Pero Herodes insistía: “Es Juan, a quien yo le corté la cabeza, y que ha resucitado”. Herodes había mandado apresar a Juan y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: “No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano”. Por eso Herodes lo mandó encarcelar. Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida; pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo. La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: “Pídeme lo que quieras y yo te lo daré”. Y le juró varias veces: “Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”. Ella fue a preguntarle a su madre: “¿Qué le pido?” Su madre le contestó: “La cabeza de Juan el Bautista”. Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: “Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista”. El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo, que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre. Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

Las 5 enseñanzas de la decapitación de Juan el Bautista

En una Misa en la que participaron los empleados de la Curia del Arzobispado de México, el obispo auxiliar Carlos Samaniego reflexionó sobre las enseñanzas de este pasaje bíblico, cuyo hecho central, la decapitación de Juan el Bautista, calificó de “macabro”. ¿Qué podemos aprender? 

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Enseñanza 1

Nuestro Señor Jesús envía a sus discípulos para anunciar el Evangelio a todos los lugares y a todas las clases sociales, lo que incluye tocar las puertas de los palacios de los reyes, para anunciar la verdad, la justicia, la honestidad y la fidelidad.

Enseñanza 2

El Evangelio presenta un momento adecuado para que se haga el mal, cuando durante la fiesta que ofrece el monarca, la hija de Herodías aprovecha la oportunidad para pedirle no sólo que asesine al Bautista, sino que le lleve en una charola su cabeza.

“Veamos cómo el mal aprovecha los espacios para meterse. Mientras que en el Evangelio se habla normalmente de que llegó el momento, llegó la hora de Jesús, el kairós, que es para hacer el bien, en este pasaje vemos el oportunismo de quienes hacen el mal”, indicó monseñor Samaniego.

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Enseñanza 3

Muchas veces una acción o acto llega a encender el ambiente y la atmósfera a tal grado que se toman decisiones precipitadas de las que ya no se puede dar marcha atrás, lo que nos muestra que la peor decisión es “la propia indecisión en un momento así”.

Enseñanza 4

La presión del qué dirán. Herodes sufre un conflicto interior porque realmente estima y valora a Juan el Bautista, pero al mismo tiempo se siente empujado a cumplir (por el “qué dirán”) la promesa que hizo. Por ello no se atreve a bajarse del pedestal para acercarse a la gente, para, conforme a su conciencia, aplicar la justicia y el bien que le está dictando.

Enseñanza 5 

Vemos cómo, de un momento a otro, se pasa de un espectáculo de fiesta a un espectáculo macabro, “porque se va pasando la cabeza de Juan el Bautista, del verdugo a la hija de Herodías; después de ésta, a su madre. Finalmente terminará el cadáver en manos de los discípulos, que le darán sepultura”.

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Todos somos profetas

En su homilía, el Obispo Auxiliar explicó que el drama que enfrentó Juan el Bautista también puede ser el nuestro, ya que por el Bautismo, nosotros estamos llamados a ser profetas y a anunciar el Evangelio a todos y enfrentar diversas y complicadas situaciones.

“En el contexto en el que nos movemos hemos de anunciar el Evangelio a todos, no solamente a algunos, no solamente a aquellos que nos toca, sino a aquellos que a veces nos encontramos en el camino o en situaciones especiales. Hay que anunciar el Evangelio a todos. Estamos llamados a anunciar el Evangelio a tiempo y a destiempo”, indicó .

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De la misma manera, hizo un llamado para que veamos cuál es nuestro kairós, el momento oportuno, el momento de la salvación y estemos conscientes de que tal vez no tendremos otra oportunidad para anunciar el Evangelio.

“Con mi comportamiento, con mis actitudes, ya sea en el transporte público, ya sea con una persona con la que no he entrado en contacto aquí en la curia, y sí también se pone candente el ambiente, hay veces que tenemos que ser valientes para anunciar la justicia, para decir la verdad en el trabajo y también en el hogar, en algunas circunstancias”, aseveró.

No seamos como Herodes

Si bien una situación puede generar un conflicto interior, también puede ser una oportunidad para obtener la paz porque tomamos la decisión correcta. “Ese era el conflicto de Herodes, que terminó en aquel espectáculo macabro. Nosotros no queremos que acaben así nuestras decisiones”.

Finalmente, monseñor Samaniego invitó al personal de la Curia a ser profetas, y profetas de la sinodalidad, que no es algo que vaya a traer solamente paz, sino también muchas veces guerra, muchas veces también el señalamiento y la persecución.

Pídele a Dios la capacidad para ver al otro como un don, como un regalo de Dios para ti, y tú sigues siendo un regalo de Dios para el departamento en el que te encuentras, para toda la Curia, sabiendo que es trascendente el ejemplo, el testimonio que están dando. Caminar juntos es un ejercicio de necesidad, caminar juntos ya está siendo aquí en la curia una experiencia de belleza”, puntualizó.



Autor

Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM, con una trayectoria de casi 30 años como periodista, en Reforma, El Centro y Notimex, y funcionario de comunicación social en dependencias de gobierno y legislativas. Actualmente trabaja como periodista especializado en temas de religión.