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El Nuncio Apostólico celebra la Misa de las Rosas en la Basílica

Monseñor Franco Coppola llama a ser templos de Dios y a reconocer que incluso el enemigo también lo es.

12 octubre, 2019
El Nuncio Apostólico celebra la Misa de las Rosas en la Basílica
El Nuncio Apostólico Franco Coppola en la Misa de las Rosas del 12 de octubre 2019. Foto: Basílica de Guadalupe

Este sábado 12 de octubre, Día de la Raza, el Nuncio Apostólico en México celebró en la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe la tradicional Misa de las Rosas, con la que se conmemora el inicio de la evangelización en América, el encuentro de dos razas, el aniversario 124 de la coronación pontificia de la Virgen de Guadalupe y el traslado de la Sagrada Imagen de la antigua a la nueva basílica en 1976.

La celebración fue presidida por monseñor Franco Coppola en sustitución del cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo Primado de México, quien se encuentra en Roma participando del Sínodo de la Amazonia.

En su homilía, Coppola explicó que celebrar esta fiesta principalmente es un llamado a ser templo de Dios a ejemplo de la Virgen de Guadalupe, quien fue la primera en ser templo de Dios: “Porque Jesús nació dentro de Ella, y se presenta a nosotros como templo de Dios, pues está encinta, embarazada; está esperando dar a luz a Jesús”, característica –dijo- que la diferencia de otras imágenes de la Virgen María.

Pero también –agregó el Nuncio Apostólico- es un llamado a imitar, en la medida de las posibilidades, a la Virgen María, a estar atentos a los demás: “El primer milagro que cumplió Jesús lo hizo porque la Virgen se dio cuenta que faltaba el vino en la boda de Caná. Ella nos ha llevado a Jesús, pero está atenta a los demás. Y por eso tenemos la muy bella tradición de pasar bajo la Virgen y ponernos bajo sus ojos, bajo su mirada. Para quedarnos dentro de sus ojos”, dijo.

El representante del Papa insistió en ser templos de Dios, sobre todo en un país tristemente conocido en el mundo por la violencia.

En este sentido, pidió a los mexicanos a recordar que todo cristiano es templo de Dios, “hasta el adversario, el enemigo, también es templo de Dios. Celebrar a la Virgen significa en gran medida ser templo de Dios, reconociéndonos, unos a otros, como templo de Dios”, apuntó.



Autor

Editor de la revista Desde la fe/ Es periodista católico/ Egresado de la carrera de Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.