A restauración, la Capilla de “El Pocito” de La Villa de Guadalupe
En este recinto situado en La Villa de Guadalupe se detuvo José María Morelos a orar antes de ser fusilado.
Gracias a benefactores que desean mantener su nombre en el anonimato, en julio próximo podrían iniciar los trabajos de restauración de la Capilla de “El Pocito”, un magnífico monumento con un gran valor histórico, artístico y arquitectónico, situado en La Villa de Guadalupe, mismo que hoy registra un estado de deterioro en su estructura por la falta de mantenimiento y el hundimiento natural de todo el Valle de México.
De acuerdo con el padre Efraín Hernández, encargado de este hermoso recinto construido entre 1777 y 1792, la Secretaría de Cultura ya elaboró el Estudio Técnico, mismo que será revisado durante un mes por personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia a fin de liberar los permisos correspondientes para el arranque de los trabajos, los cuales demorarán aproximadamente un año.
“El Pocito” fue erigido por el arquitecto Francisco Antonio Guerrero y Torres en torno a una pequeña ermita construida en 1647 con la intención de rodear un minúsculo manantial de aguas tibias, que, de acuerdo con la gente de la época, tenían propiedades curativas por estar cerca del lugar en que la Virgen de Guadalupe puso las flores en la tilma de San Juan Diego.
El hecho histórico más conocido en torno a esta capilla, que es uno de los ejemplos más ricos del barroco mexicano, se registró la madrugada del 22 de diciembre de 1815, cuando el Generalísimo José María Morelos y Pavón, el llamado “Siervo de la nación”, era conducido preso hacia San Cristóbal Ecatepec para ser fusilado. “Al pasar por ‘El Pocito’ –refiere el padre Efraín Hernández–, se le concedió permiso para hacer un alto, orar ahí y despedirse de la Virgen de Guadalupe”.
Por eso y más, es considerado un monumento muy importante, cuya estructura urge afianzar y restaurar para evitar daños mayores a futuro. “Los trabajos –explica el también ecónomo de la Arquidiócesis de México–, se llevarán a cabo en tres etapas: primero la parte exterior del templo; segundo, la parte interior, y tercero la cimentación, que incluye la adecuación de los pilotes colocados para el soporte de la estructura”.
El padre Efraín señala que, bajo la supervisión de la Secretaría de Cultura, en el interior se van a retocar todos los dorados y la decoración artística de los muros, e incluso se ha considerado la posibilidad de convertir el pocito que está dentro en una fuente.
“Pero lo más importante –señala– es que los visitantes sepan que, además de su valor histórico, artístico y arquitectónico, ‘El Pocito’ es un lugar de oración, de espiritualidad y con actividad pastoral; y debido a que recibe a muchos turistas, se tiene también contemplada la idea de hacer turismo religioso, con recorridos y visitas guiadas”. Para el padre Efraín Hernández, ver restaurada la Capilla de “El Pocito” es su más grande sueño, asegura.
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