Un seminarista con cáncer terminal, ordenado sacerdote en el hospital

Con sólo 60 mil fieles en un país de 7.2 millones de personas, para la Iglesia Católica de Laos, país en Asia, la ordenación sacerdotal de un miembro de su comunidad es motivo de gran alegría, pero el caso del padre Mim es aún más extraordinario: el pasado 13 de junio fue ordenado desde la cama del hospital en el que se encuentra internado, muy cerca de morir.

Hasta hace algunos años –cuenta Asia News– el padre Khamsan Mim Khounthichak era un joven laico misionero, líder de un movimiento ligado a la Renovación Carismática que llevó con alegría el Evangelio en las comunidades marginadas de la frontera de su país con Vietnam, algo especialmente complicado debido al gobierno de corte comunista, que incluso le valió estar en la cárcel en dos ocasiones. 

El padre Mim el día de su ordenación. Foto: Asia News.

“Trabajaba con ellos en las granjas, rezaba con las familias, bautizaba a sus niños y bendecía sus ocasiones especiales”, recordaba el padre Daniel Franklin E. Pilario, amigo del padre Mim, en entrevista con Radio Veritas.

“Soportó la dura vida de esas comunidades. Al escucharlo, siempre describe la alegría de estar con el pueblo de Dios como una experiencia privilegiada”.

En el 2018 sintió el llamado de Dios y viajó a Manila, Filipinas, para iniciar su formación como sacerdote, pero hace algunas semanas, a punto de concluir la Teología, un fuerte dolor en las piernas lo llevó al hospital, donde le diagnosticaron cáncer terminal. 

El padre Mim fue diagnosticado con cáncer terminal. Foto: Asia News.

Debido a esto, su obispo le concedió una dispensa especial para acelerar los tiempos de su ordenación, permitiendo al padre Mim cumplir su sueño de ser sacerdote del Señor al servicio de la Iglesia. 

A través de su perfil de Facebook, su amigo y compañero de estudios, Trieu Pham Minh, celebró la ordenación:  “La vocación de este nuevo sacerdote es una vocación especial y rara para su diócesis y para la Iglesia de Laos”. Pero con esta llamada Dios quiere producir frutos de otra manera, según Su santa voluntad‘.

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