Evangelio y lecturas de la Misa del IV Domingo de Adviento 2024

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Lectio Divina: Él nunca falla

Lectura del Santo Evangelio En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar, […]

Lectura del Santo Evangelio

En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar, y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros’. Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. (Mt 23, 1-12)


P. Julián López Amozurrutia

 

Lectura

Una advertencia y una instrucción. La primera, con una severa denuncia: ahí donde se esperaba que la Ley que Dios entregó a su pueblo se explicara bien, lo que tenemos es la cátedra de la hipocresía. Es necesario tener cuidado, porque el doblez de vida confunde: los escribas y fariseos enseñan una cosa y hacen otra; se les puede atender en sus palabras, pero no imitar en sus obras. Con ello, la crítica se extiende: hacen cargas insoportables para los demás, pero ellos no las asumen. Sólo desean llamar la atención y ser reconocidos. Lejos de los discípulos de Jesús tales actitudes. Después de la advertencia, la instrucción. Con tres términos clave: maestro, padre, guía. El primero enseña la verdad; el segundo da la vida; el tercero marca el camino. Aunque son términos coloquiales, hay que recordar que, en su nivel radical, sólo corresponden a Dios. Sólo Él nos enseña sin asomo de mentira. Sólo Él nos entrega la existencia y nos sostiene con su providencia. Sólo su Hijo nos conduce hacia el Padre.

 

Meditación

Humanamente no llegamos a la existencia ni aprendemos a desarrollarnos sin la intervención de otras personas. Nuestros progenitores son los instrumentos que con su amor sirven de medio para que Dios nos llame a la vida. Muchas personas nos instruyen de diversas maneras y nos acompañan, compartiéndonos su sabiduría y prudencia. Pero Jesús nos lleva más lejos. El bien que todos ellos nos pueden hacer proviene de alguien anterior, más grande, más fecundo y más sabio. Hemos de aprender a trascender las mediaciones para alcanzar al único manantial de todo bien. En realidad, los instrumentos humanos, por su fragilidad, siempre son susceptibles de errores y de trampas, incluso de fraudes y abusos. Esto ocurre en todos los campos, tanto en el civil como en el religioso, en el social y el educativo, en el comercial y en el de la justicia. Grave es la responsabilidad de quien, debiéndose hacer cargo del bien común, se aprovecha de él para su propio beneficio. Hemos de vivir siempre alerta. Y hemos de orientar nuestra confianza última sólo hacia el Señor. Él nunca falla.

Oración

¡Señor Jesús! Aleja mis labios de la mentira, mis manos de la violencia, mi corazón del odio. Intégrame interiormente con el don de tu Espíritu, para que ninguna hipocresía se apodere de mí y no me instale jamás en la trampa o la manipulación. Que mi rostro coincida con mi interioridad, y mi palabra en todo momento te anuncie, correspondiendo con mi conducta. Y sé tú, para mí, el único maestro cierto, el único guía atinado, el que, adhiriéndome a sí, me conduzca al Padre. Mantén mi inteligencia despierta contra los estafadores de toda índole, y no permitas que me convierta en discípulo de nadie que no seas tú. En ti confío. Sólo en ti confío.

 

Contemplación

Llamo en mi corazón a Cristo “mi maestro y mi guía”. Le suplico que no deje de conducirme al Padre.

 

Acción

Vigilaré mi proceder, atento a las incongruencias y falsedades.