¿Cómo convertir nuestra casa en un verdadero hogar?
La diferencia entre casa y hogar radica en que en este último se respira paz y calidez, y se disfruta de la familia. ¿Cómo construir un hogar?
El hogar es ese lugar al que siempre da alegría volver. Pero un hogar así, no es cosa gratuita. Hay una enorme diferencia entre lo que es una casa y lo que es un hogar, porque este último, no es sólo un espacio físico con ciertas comodidades, sino un ámbito íntimo donde se respira paz y calidez, donde se convive con los seres más queridos a quienes nos unen vínculos afectivos, biológicos y jurídicos que nos constituyen en familia.
Sin embargo, para que la casa sea un verdadero hogar, se requiere mucho trabajo, que facilite y haga más entrañable la vida de la comunidad humana primaria, que es la familia, y ¿quién es responsable de esa labor, que logre crear el ambiente indispensable para el desarrollo pleno de todas las personas que forman parte de la familia?
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¿A quién corresponde el trabajo del hogar?
Tradicionalmente, se tenía la idea de que, el trabajo del hogar era cosa de la mujer, esposa y madre, ella era el “ama de casa”, se repartían los roles de manera muy clara: el hombre, padre de familia, se encargaba de proveer los medios para cubrir las necesidades materiales de la mujer y los hijos, mientras a la mujer le correspondía el trabajo del hogar, la atención y la crianza de los hijos. ¿Y, la educación? La idea generalizada era que la educación de los hijos le correspondía a la escuela.
Hoy en día, las cosas han cambiado. La fórmula actual es que tanto el hombre como la mujer desarrollan una actividad laboral económicamente productiva para cubrir las necesidades familiares. Los matrimonios jóvenes, donde ambos acuerdan que van a trabajar, se empieza a dar por sentado que el esposo tendrá también responsabilidades, no sólo en lo que se refiere al trabajo del hogar sino, sobre todo, en la atención, crianza y educación de los hijos. Sin embargo, aunque hay algunos avances, en algunos casos la mujer sigue siendo la primera, y a veces única responsable de las tareas del hogar, y esto no resulta justo ni educativo.
Convertir la casa familiar en un verdadero hogar es tarea de todos los miembros de la familia. El trabajo del hogar es algo en el que todos deben participar en la medida de sus capacidades, edad y tiempo disponible. Además, el trabajo en el hogar es un medio excelente para educar a los hijos, y al esposo, en diversas competencias y virtudes, que redundarán en una educación para el trabajo que a todos beneficia no sólo hoy sino en el futuro.
Por lo tanto, conviene que desde pequeños los hijos vayan aprendiendo a participar en las tareas del hogar, contando con las instrucciones y sobre todo con un buen ejemplo de ambos padres.
Se trata de convertir la participación familiar en el mejor medio para educarse unos a otros e intensificar la unidad familiar. “El que no participa, no se integra”, este es un axioma muy conocido y ampliamente comprobado.
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Dos cosas para convertir la casa en hogar
Dos son las principales cosas que hay que lograr para convertir la casa en un hermoso hogar: el orden y la limpieza.
La belleza de un hogar no depende del nivel económico de la familia, sino de lo que todos logren a base de participar en conseguir esa belleza. Da gusto llegar a la casa cuando todo se encuentre limpio y ordenado; cuando sabes dónde encontrar todo lo que necesitas porque está en “su lugar” y conseguir esto, es tarea de todos.
Recuerdo lo que me dijo una amiga, “Necesito tener una caja fuerte” y al preguntarle si tenía muchas joyas que guardar me dijo: “Si, las tijeras, la cinta Scotch, el desarmador, etc.” Y es que, esas cosas de tan poco valor, se convierten en tremendamente importantes cuando las necesitamos y no sabemos dónde están.
Para empezar, conviene ayudar a todos a entender que, puesto que esta es su casa, les corresponde hacer algo para que se convierta en un verdadero hogar; para esto, tomando en cuenta la edad, capacidades, aficiones y tiempo de cada uno de los miembros de la familia, habrá que asignarles una tarea específica que contribuya a mejorar el ambiente físico del hogar en favor del grupo familiar.
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Acciones concretas
Un ejemplo es el siguiente: un niño o niña nunca va a aprender lo importante que es limpiarse los zapatos antes de entrar del jardín, hasta el día que le “toque” limpiar el pasillo de la entrada, porque apreciará mucho más la belleza de un pasillo brillante, cuando sabe el trabajo que eso cuesta.
No se trata de que los niños se conviertan en pequeños esclavos, sino de que aprendan a cooperar con el orden y limpieza de su habitación, que recojan sus juguetes al terminar de jugar, pongan la ropa que se quiten en el lugar adecuado para su lavado, que arreglen su cama antes de ir a la escuela y, además, que aprendan a hacer algo en favor de los demás.
Todo esto serían pequeñas cosas con las que ellos ayudan a lograr un ambiente agradable para todos, para ello, hay que enseñarles a hacerlo, y a hacerlo bien. Conforme vayan creciendo, podrán hacer muchas otras cosas como: cortar el pasto del jardín, ayudar a mamá en la cocina, a poner y recoger la mesa, lavar el coche, hacer algún arreglo.
Hay experiencias muy valiosas de integración cuando una familia decide pintar alguna parte, o toda la casa con la colaboración de todos. Son momentos de mucha integración, aunque también puedan surgir pequeños roces.
Son muchas las cosas en que el padre de familia puede y debe hacer en el hogar para el bien de todos. Normalmente, se le pedirán cosas más propias de un adulto de sexo masculino, pero todo lo que se refiere a la atención y educación de los hijos le corresponde a él en la misma medida que a la madre.
Anécdota. El Dr. Oliveros Otero había terminado de dar una conferencia sobre este tema, y se le acercaron unos padres, muy preocupados, preguntándole que podrían hacer puesto que a sus 4 hijos jamás les habían pedido participar en algún trabajo en el hogar, ya que tenían personal de servicio que lo hacía todo muy bien. Él les contestó que podían reunir a sus hijos y decirles: “Queridos hijos, queremos pedirles perdón, porque hasta ahora no los hemos tratado como personas; por lo tanto, a partir de hoy, tú te encargarás de sacar diariamente los botes de basura; tú lavarás la camioneta familiar una vez por semana; tú llevarás una lista de lo que hace falta en la despensa y el refrigerador para programar la compra quincenal, y finamente, tú limpiarás los espacios donde guardarás todo lo que se compre”.
Conclusión
La persona humana es un ser de necesidades y de aportaciones, por lo que tiene la capacidad de dar y recibir. Acostumbrar a los hijos a recibir siempre sin dar nada en favor de los demás es muy mala idea si se trata de educarlos como la persona que son. Anímense a pedirles ayuda a sus hijos, eso les hará crecer y saberse muy importantes en la familia, porque participar es ser parte de y tomar parte en todo lo que construye el hogar común.
María Teresa Magallanes es orientadora familiar por el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Navarra, España. Es socia fundadora e investigadora del Centro de Ciencias para la Familia, LOMA, dedicada a formar especialistas en Orientación Familiar.