¿Cómo acompañar a los familiares de una persona con adicción?
Acompañar a una familia que enfrenta una adicción implica comprensión, escucha y orientación adecuada. Cáritas de México explica cómo reconocer señales, evitar la confrontación y brindar apoyo sin agravar el problema.
Cuando una adicción irrumpe en el entorno familiar, no solo afecta a quien consume, sino que sacude toda la estructura emocional, relacional y espiritual de la familia. Así lo explica Nelly Nancy Luna Uribe, coordinadora operativa del Programa de Prevención y Atención de Adicciones de Cáritas de México, quien subraya que el primer impacto suele vivirse como una ruptura profunda.
“La primera reacción generalmente es de decepción; se rompe la expectativa y la imagen de la persona que está en consumo. Muchas familias pasan primero por la negación y luego por el rechazo”, explica.
Este proceso implica un duelo emocional, en el que la familia enfrenta la pérdida de la imagen idealizada del ser querido, lo que puede derivar en distanciamiento, conflictos y debilitamiento de los vínculos.
Cuando una adicción irrumpe en el entorno familiar, no solo afecta a quien consume. Foto: Especial
Comprender la adicción como enfermedad
Uno de los principales errores, señala la especialista, es asumir que la adicción es solo una decisión personal. En realidad, se trata de una enfermedad multifactorial, influida por condiciones emocionales, familiares y sociales.
“La persona con adicción no está ahí porque quiere, sino porque fue colocado en medio de muchas circunstancias y factores que sobrepasaron sus habilidades psicosociales y emocionales”, afirma Luna Uribe.
Desde esta perspectiva, la familia también forma parte del contexto, porque puede ser una red de apoyo, no obstante, al mismo tiempo y sin intención, ser un factor de riesgo si predominan la violencia, el juicio o la negación del problema.
Señales de alerta y afectaciones en la familia
Entre las señales tempranas de consumo se encuentran cambios de conducta, aislamiento, irritabilidad, agresividad y ruptura de la comunicación. Detectarlas exige cercanía y atención al estado emocional de los integrantes del hogar.
La especialista advierte que cuando la adicción avanza, la dinámica familiar se ve gravemente afectada. La familia es un sistema, y cuando uno de sus miembros altera su conducta, se rompe toda la dinámica y surgen múltiples conflictos, que en algunos casos derivan incluso en violencia física, emocional o económica.
La familia es un sistema, y cuando uno de sus miembros altera su conducta, se rompe la dinámica. Foto: Especial
¿Qué viven emocionalmente los familiares?
Padres, hermanos o parejas atraviesan distintas etapas emocionales: miedo, frustración, enojo y, en ocasiones, abandono. “Primero aparece el miedo, luego la frustración por los intentos fallidos de ayuda, y finalmente la decepción. Muchas familias terminan desistiendo de apoyar”, explica la coordinadora.
Este desgaste suele agravarse por el estigma social, que genera vergüenza y retrasa la búsqueda de ayuda profesional y de hecho, subraya, la negación por vergüenza social puede agravar muchísimo más el problema.
Para ayudar de manera efectiva, la especialista insiste en evitar el juicio y la confrontación directa. “La base es no juzgar, sino abrir una comunicación asertiva y una escucha activa. Cuando la persona deja de sentirse enjuiciada, está más abierta a recibir ayuda”, señala.
El acompañamiento también tiene límites. Nadie puede “rescatar” al otro sin su consentimiento. “El que decide iniciar un proceso de rehabilitación es el que sufre la adicción. Como red de apoyo también debemos reconocer hasta dónde podemos acompañar”, puntualiza.
El Centro de escucha de la Catedral trabaja con Cáritas México. Foto: Luis Aldana/DLF
Cáritas y la atención integral
Cáritas de México ofrece atención ambulatoria tanto a personas con adicción como a sus familias, mediante acompañamiento psicológico y, cuando es necesario, canalización médica o psiquiátrica. Además, promueve la vinculación con grupos de ayuda mutua y redes comunitarias.
Un componente clave es la formación de Promotores Comunitarios de Salud, una capacitación gratuita en línea. “Formamos personas en escucha, empatía y prevención, para que puedan ser referentes en sus comunidades y parroquias”, explica Luna Uribe.
El papel de la fe y la comunidad
La especialista destaca que la recuperación debe ser integral, incluyendo la dimensión espiritual. “No solo somos mente y cuerpo; también somos espíritu. La fe ayuda a sostener a la persona y a la familia en medio del sufrimiento”, afirma.
Desde este enfoque, asegura Nelly, las parroquias y comunidades de fe pueden convertirse en espacios de acogida y orientación, capaces de escuchar, acompañar y canalizar oportunamente a las familias que enfrentan una adicción, en coordinación con la atención profesional especializada.
Periodista con más de 20 años de trayectoria, titulada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. A lo largo de su carrera ha colaborado en reconocidos medios nacionales como Milenio, El Universal, Revista Alto Nivel, entre otros. Su trabajo se ha enfocado en temas sociales, culturales y de interés humano.