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En dos ocasiones algunas monjas eran pintadas con corona y finos vestidos, ¿Sabes en cuáles?

"Monja Coronada" es una pieza novohispana de alrededor de 1777 y forma parte de la colección del Museo Nacional del Virreinato de México.

24 octubre, 2024
En dos ocasiones algunas monjas eran pintadas con corona y finos vestidos, ¿Sabes en cuáles?
Pintura "Monja Coronada" de Sor Antonia de la Purísima Concepción Gil de Estrada y Arriaga. (Crédito: Colección Museo del Virreinato, INAH)

Al ver este retrato, ¿pensarías que es una novia? ¿Ya observaste con cuántos objetos y detalles se hace retratar esta doncella? ¿Tendrá alguna función especial esta imagen? ¿Qué es lo que lleva en el pecho que llama tanto la atención?

El retrato que observas es una pieza novohispana elaborada alrededor de 1777 y forma parte de la colección del Museo Nacional del Virreinato de México. Muestra a Sor Antonia de la Purísima Concepción Gil de Estrada y Arriaga, quien fue una religiosa de la orden concepcionista. Se hizo pintar en uno de los momentos más importantes de su vida: el día de su profesión, en el cual tomará los votos religiosos para convertirse en esposa de Cristo.

Para las familias, la profesión de una monja es motivo de regocijo y festejo. Tener un hijo o hija dentro de la religión, proporciona gran orgullo, por lo que, en la época del Virreinato de la Nueva España, se mandaban hacer los retratos de estas nobles mujeres celebrando sus desposorios místicos y muertes, impregnando la imagen con toques de su religiosidad, obediencia, y dando detalles, también, de la elegancia de sus atuendos de novia.

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¿Te imaginas las telas con las que fue elaborado su ajuar? Por ser un evento tan trascendente, se invertía en los mejores acabados: terciopelos, algodones y linos encarrujados de la mejor calidad eran parte del vestido nupcial. Los elementos bordados que se observan eran trabajados con hilos de oro y plata.

En las manos, la joven sostiene su cetro, diseñado con flores de tela encerada. Este tipo de cetros casi siempre era elaborado por las mismas religiosas. La gran corona hace juego con los finos elementos del atuendo, razón por la que a estos retratos se les conoce como “Monjas coronadas”.

¿Ya miraste que lleva un pequeño acompañante?, ¡un Niño Jesús! quien, asimismo, está ataviado al fino estilo barroco de la época. La tierna escultura iba a ser colocada en un nicho o mesa dentro de la celda conventual que iba a habitar la religiosa.

¿Qué te imaginas que es el círculo que lleva en el pecho? Se conocen como “Escudo de monja”. Las familias los encargaban a reconocidos pintores de la época. Por lo general, tiene como soporte una base de lámina de cobre enmarcado en carey. En particular, esta orden religiosa lo usaba como parte de su atuendo. Tenía en el centro la imagen de la Virgen María y, alrededor de ella, los santos o devociones a los que la futura esposa tenía preferencia. Se usaba como un símbolo de protección ante las tentaciones de la vida mundana.

Al momento de la muerte de la religiosa, se vestía de nuevo de novia con su corona y se enterraba en el convento con los más altos honores, ya que ese instante representaba el encuentro tan esperado con su esposo celestial.

Algunos de estos retratos eran acompañados con cartelas en donde se escribían los datos de la profesa. Cuando la monja había tenido una vida relevante dentro del convento, su imagen se colocaba en los pasillos o biblioteca como ejemplo de vida para sus hermanas religiosas. Otros de estos retratos fueron devueltos a las familias para perpetuar su memoria. Con el tiempo, han obtenido un gran valor artístico e histórico y pueden contemplarse como parte de colecciones particulares y de museos muy importantes.

La Mtra. Laura Monserrat Ugalde Bravo es docente de Bachillerato de la Universidad Intercontinental.



Autor

Historiadora, curadora e investigadora Perito en Grafología y Grafoscopía