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COLUMNA

Columna invitada

La Guardia Nacional y la creación de alianzas

La creación de la Guardia Nacional debe ser vista sólo como un esfuerzo dentro de una serie de acciones para pacificar el país.

19 febrero, 2019

El planteamiento para la creación de la Guardia Nacional, como una institución que solucione los problemas de inseguridad que vive el país, ha generado un ejercicio democrático en ambas Cámaras; el más reciente, en forma de Parlamento Abierto en el Senado de la República, en el cual se abrió un espacio común de reflexión e intercambio de ideas con miras a contribuir a generar mecanismos que nos permitan mejorar la Seguridad en México.

A este ejercicio democrático han asistido representantes de organizaciones de la sociedad civil, académicos, organismos autónomos, organismos internacionales, así como los titulares de las instancias de gobierno propuestas para la formación de la Guardia Nacional. Todos han expuesto sus opiniones desde su perspectiva muy legítima, lo que corresponde a una reflexión colectiva de cómo queremos ver a nuestro país en un futuro, en una República Democrática como la que tenemos.

La importancia de este ejercicio es trascendental para la salud de nuestra democracia. El desacreditarlo, crear encono o división, no abona a los principios democráticos ni a la pacificación de un país que suplica por mecanismos de paz. La confrontación, en la transformación que se propone hacia un nuevo régimen, no es la opción. La demostración de control político no es una salida legítima, sobre todo desde quienes venimos luchando durante muchos años desde la izquierda con líderes como Doña Rosario Ibarra o con Manuel Camacho Solís. Son las vías del diálogo y de inclusión las que se deben priorizar para poder avanzar como país.

Se ha mencionado que se crea a la Guardia Nacional por la corrupción de las policías; sin embargo, no es válido que para construir una nueva institución de seguridad, se le cargue de desprestigio a otras instituciones que el estado ha creado, como son las instituciones policiales que se encuentran por todo el país, y que sólo en la Ciudad de México agrupan a más de 90,000 policías. Reconocemos que existen casos documentados de corrupción en algunas dependencias; sin embargo, la mayoría de los policías arriesgan la vida en su labor. Construyamos también con ellos un nuevo sistema de seguridad pública para nuestro país y valoremos la labor que realizan día con día.

Reconocemos el trabajo de las Fuerzas Armadas de nuestro país y la necesidad de no generar un desgaste en estas instituciones tan valiosas para el estado mexicano. Debemos ser cuidadosos en las funciones que se les pretende dar dentro de la Guardia Nacional de forma que no contravenga preceptos internacionales, con la finalidad de cuidar a las Fuerzas Amadas y que su participación se encuentre dentro de los cauces legales.

La creación de la Guardia Nacional debe ser vista sólo como un esfuerzo dentro de una serie de acciones para pacificar el país, porque los niveles de inseguridad que se viven actualmente en México son debido a causas multifactoriales. No podemos atribuirlos a un solo hecho. De esta misma forma, la solución no puede venir de una sola acción: no podemos esperar que con una sola acción de gobierno dé solución a esta problemática.

Sólo con la suma de voluntades de todos los sectores de la sociedad puede lograr un cambio en nuestro país, lo cual debe incluir reconstruir el pacto federal, atender la desigualdad social, reformar las instituciones, luchar contra la corrupción y contra la falta de justicia, así como fortalecer los valores en lo individual y en lo colectivo.

Se necesita una gran sensibilidad social y política con la finalidad de ser incluyentes y capaces de convocar a todos los sectores de la población a comprometerse a renovar el pacto social que nos permita caminar juntos de la mano hacia la pacificación del país, evitando la confrontación y la polarización.

Se debe crear un nuevo equilibrio distributivo que favorezca a todos los actores sin preeminencia de unos sobre otros, donde todos unidos compartamos las responsabilidades, así como las soluciones y que enfrentemos juntos las dificultades que puedan aparecer de forma que se fortalezca la institucionalidad.

Ir de forma unilateral implica un alto riesgo de quien, ante una crisis, podría encontrarse sólo sin una contención y sin interlocutores válidos para poder salir adelante.

Por eso es importante mantener el diálogo antes de la descalificación, crear alianzas que fortalezcan las acciones para poder salir avante ante cualquier eventualidad. Se requiere un liderazgo que sume, que genere alianzas, que nos lleve a tener un país en paz, lo cual inmediatamente abona a la gobernabilidad y estabilidad política y social del país, mostrándose no como un gobierno que se aísla, sino como un gobierno que convoca a la lucha por la pacificación del país. Un gobierno que incluye y es generoso, y con quien se puede tener un compromiso de largo plazo para sumar esfuerzos entre todos y pacificar el país.

*Nayeli Martínez Vázquez es Maestra en Administración Militar y Seguridad Nacional

Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión, y no necesariamente representa el punto de vista de Desde la fe