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COLUMNA

Columna invitada

¿Cuánto cuesta la democracia?

¿Cuánto cuesta la democracia? La democracia no tiene precio. Lo verdaderamente costoso sería perder la democracia que parece ser la intención oculta en esta iniciativa de Reforma.

14 noviembre, 2022
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Comisionado de la Doctrina de la Fe en la Arquidiócesis Primada de México y miembro de la Comisión Teológica Internacional (CTI). Es director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano y fue rector de la Universidad Pontificia de México, cargo que ocupó durante tres trienios. 

Desde finales de octubre de este 2022 se ha encendido una fuerte polémica en los ambientes políticos y sociales sobre la conveniencia o no de llevar adelante una Reforma Constitucional en materia electoral, propuesta por el Presidente de la República. Entre los motivos señalados reiteradamente por el Presidente es que el Instituto Nacional Electoral (INE) está plagado de corrupción y de compromisos con los poderosos y no representa “al pueblo”, además de que “cuesta mucho” al Estado mexicano.

Lo primero que debemos decir es que se trata de una iniciativa totalmente inoportuna e innecesaria, ya que el INE ha estado funcionando perfectamente. Tanto que en los últimos 20 años hemos tenido al frente del Poder Ejecutivo, presidentes de tres partidos políticos distintos, dos del PAN, uno del PRI y el que está ahora, que no queda claro si es del PRD y aliados desde donde se formó el llamado Movimiento de Renovación Nacional, donde están agrupados. Mejor sería para los legisladores ocuparse de muchos otros asuntos que requieren de toda la atención de nuestros gobernantes.

Lo segundo es desmentir categóricamente las acusaciones gratuitas que sin ningún sustento hace el Presidente en relación a la corrupción y a intereses que no lo hacen representar “al pueblo”, ¿a qué “pueblo” se refiere?  En realidad, el Instituto Electoral representa a todos los ciudadanos mexicanos, que por cierto estamos perfectamente identificados con nuestra credencial electoral, más aún, el INE está en manos de ciudadanos organizados a través de los partidos políticos, y de ciudadanos que organizan y cuidan los procesos electorales de una manera institucional y legal, reflejando el pluralismo de nuestra sociedad y las distintas opciones políticas propias de toda democracia.

Por otra parte, ¿cuánto cuesta la democracia? La democracia no tiene precio. Lo verdaderamente costoso sería perder la democracia que parece ser la intención oculta en esta iniciativa de Reforma. Por supuesto que siempre es posible revisar y mejorar costos, procesos, recursos, tiempos, organización, todo es perfectible, pero sin poner en riesgo tres elementos: la autonomía ciudadana del INE, la suficiencia presupuestal para la realización de sus tareas y la representación de todas las fuerzas políticas legalmente organizadas.

 

 

*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

 


Autor

Comisionado de la Doctrina de la Fe en la Arquidiócesis Primada de México y miembro de la Comisión Teológica Internacional (CTI). Es director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano y fue rector de la Universidad Pontificia de México, cargo que ocupó durante tres trienios.