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COLUMNA

Ángelus Dominical

Ángelus dominical: Y hay que decirlo

Se sabe que un buen padre de familia, para mantener el orden necesita aplicar las normas y deberes pertinentes.

17 julio, 2022
Ángelus dominical: Y hay que decirlo
P. Eduardo Lozano en Ángelus Dominical

¡PAPÁ, PAPÁ, PAPÁ!, la insistencia infantil logró la atención del progenitor que sin separar los ojos de la pantalla respondió: ¿Qué quieres?, y el niño preguntó: ¿Le pego al ‘pelo’?; ni tarda ni perezosa la respuesta fue clara y directa: No, porque te muerde; pero el chiquillo avieso y travieso reiteró con mañosilla terquedad: ¡Papá, papá!, ¿le pego al ‘pelo’?, y con rápido enfado la respuesta paternal se oyó tajante: ¡No, porque te muerde!; pero ni medio cuarto de minuto después la criatura neceó: ¡Papá!, ¿le pego al ‘pelo’?, y la respuesta marcó una diferencia enfadada: ¡Está bien, pégale!, pero el socarrón escuincle moviendo el dedito de lado a lado (como YSQ) dijo con sonrisa ladina: ¡Nooo, ‘polque’ me ‘muelde’!…

PIDO UNA DISCULPA por iniciar hoy con chiste tan simplón, pero lo utilizaré para decir que la reiterada violencia verbal del chamaco no tenía sino intención de fastidiar al perro, y aunque el fastidiado resultó ser otro, poca inteligencia mostró al no atinar a evitar una violencia mayor y por eso cedió: ¡Está bien, pégale!, de ahí que la respuesta llena de socarronería, hace evidente una astucia práctica: ¡Noo, ‘polque me muelde’; así que cualquier coincidencia con algo parecido es mera realidad…

SI LA AUTORIDAD empuña un arma (real, virtual o verbal) para agredir o fastidiar a quien sea (dígase periodistas o niños indefensos) es una violencia por sí misma injustificable; y si además omite su responsabilidad ante el agresor o criminal de modo que no sea contralado con la debida fuerza pública (policial o militar, según sea el caso), pues sencillamente está favoreciendo una violencia mayor y más reprobable que la establecida por las leyes para garantizar el orden y respeto…

SI LA DICHA MASCOTA que iba a ser agredida hubiera estado molestando al chamaco de marras, el papá mismo ya habría puesto en orden al perro con un periodicazo (así es como se aplacan esa clase de animales), logrando con medida el efecto de estar en paz y todos contentos; pero el escuincle molón logra desestabilizar al despistado papá evidenciando su incapacidad para poner orden, por eso digo que cualquier realidad que parezca coincidencia es mera semejanza…

UN BUEN PADRE de familia sabe que debe mantener en orden a sus hijos adolescentes, y si es necesario aplica las normas y deberes que considere pertinentes; y ante la agresión de un delincuente que venga a afectar la paz e integridad de cualquier miembro de su familia, no le propinará una serie de abrazos y besos para se ponga en paz y menos argumentando que la violencia genera violencia…

A NADIE LE ESTÁ PERMITIDO aplicar la justicia por su propia mano, de ahí que aquel antiguo código -muy elemental- más que permitir la violencia, frenaba la venganza excesiva estableciendo que “ojo por ojo y diente por diente”: ¡muy falto de juicio quien diga que por ahí debe ser el camino!; si nos podemos preciar de civilizados, entre otros puntos es porque hemos construido sistemas de justicia y medios de legítima defensa y preservación del orden y la paz pública…

Y HAY QUE DECIRLO y repetirlo cuantas veces sea necesario: una autoridad legítimamente establecida tiene el deber de cumplir y hacer cumplir las leyes, y con mayor urgencia y claridad cuando sigue estando en vilo la seguridad más elemental en tantos pueblos y ciudades, entre tantos campesinos e indígenas, entre los diversos estratos de la sociedad…

SI POR VIOLENCIA ENTENDEMOS cualquier alteración de la situación ordinaria de las cosas, entonces distingamos entre dos tipos de violencia: la del galeno criminal que abre las entrañas de una víctima para extirpar un órgano sano sin el consentimiento de la víctima, y la del galeno que abre las mismas entrañas de un paciente para extirpar el tumor que le pone en riesgo de enfermedad mayor…

PERO TAMBIÉN pensemos en la violencia extrema del psicópata que destaza a su víctima sencillamente por experimentar el placer horrendo al que le lleva su enfermedad mental; y también pongamos en la mesa la actitud indolente de un espectador que teniendo la fuerza y los medios para evitar tal fechoría, sencillamente se limita a decir que el tal enfermo tiene derechos humanos y que no le va a hacer nada, que mejor voltea para otro lado porque tiene otros datos…

TENGO LA CERTEZA que los ciudadanos de este país no quieren pegarle a ningún perro así nada más porque sí, pero tampoco queremos un papá tonto e inútil en su más elemental responsabilidad: poner orden y respeto entre los diversos miembros de su familia, lograr la unidad y la paz entre todos, evitar y repeler cualquier agresión que altere la integridad y la paz de su hogar…

 

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El padre Eduardo Lozano es sacerdote de la Arquidiócesis Primada de México.

 

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