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COLUMNA

Cielo y tierra

¿Amistades virtuales? No tengamos solo amigos en Facebook

Las vacías relaciones por internet dejan a la gente un hueco que trata de llenar buscando más y más aprobación.

5 agosto, 2019
¿Amistades virtuales? No tengamos solo amigos en Facebook
¿Qué tan reales son tus amistades virtuales? Foto: GSMArena
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Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años. 

¿Qué características debe tener alguien para ser buen amigo o amiga tuya?

No hace mucho la gente respondía que debía ser alguien agradable, buena gente, con sentido del humor, que compartiera gustos e intereses, en quien pudiera confiar para platicarle algo personal, y que en momentos difíciles se solidarizara y fuera leal.

No es fácil encontrar verdaderos buenos amigos. Tal vez por eso dice la Biblia:

“El amigo fiel es seguro refugio; el que le encuentra, ha encontrado un tesoro. El amigo fiel no tiene precio, no hay peso que mida su valor.” (Eclo 6, 14-15).

Pero hoy en día las redes sociales han cambiado radicalmente las cosas.

Recuerdo cuando, hace años, un amigo me hizo favor de enseñarme a usar Facebook. Me sorprendió cuando explicó que allí los ‘amigos’ suelen ser desconocidos, gente que uno nunca ha visto y que probablemente nunca verá, cuyo nombre y foto puede incluso no ser real. Me dijo: te llegarán solicitudes de amistad. Si las aceptas, esos ‘amigos’ podrán leer lo que publicas, ver tus fotos, escribir en tu muro. Pensé: ¡Válgame! ¡Cuántas atribuciones otorgadas a unos desconocidos! Y qué fácil es conseguir un montón de ‘amigos’ que en realidad ¡no lo son!

Estas amistades virtuales han desvirtuado el significado de la palabra ‘amigo’. Conozco gente que tiene cientos, incluso miles de esos ‘amigos’, y pasa horas y horas ‘chateando’ con ellos, pero cuando apaga la computadora, se queda con una sensación de soledad, que todos esos supuestos ‘amigos’ no logran compensar.

Y eso no es lo peor. Los expertos en el tema comentan que esta proliferación de ciber-amistades acarrea, entre otras, tres consecuencias graves:

1. Preferir a los amigos virtuales

Mucha gente ya no se esfuerza por interactuar con sus compañeros de carne y hueso en la escuela, en la universidad, en el trabajo, en la comunidad.

El otro día paseaba por un parque y vi a varios jóvenes sentados en una banca, todos texteando en su celular. Ninguno disfrutaba el paisaje ni platicaba con los demás. Dicen que el celular acerca a los lejanos, pero aleja a los cercanos. Es verdad.

2. Confiar en quien no es confiable

Quien acepta a alguien como ‘amigo’ e intercambia mensajes, va adquiriendo la falsa sensación de que puede confiar en esa persona. Pero realmente no sabe quién es. No es raro el caso de niñas que creen estar chateando con una amiguita de su edad, cuando en realidad lo están haciendo con un delincuente que sólo está sacándoles información para cometer un atraco, un secuestro, una violación.

Está el caso de Bianca Devins, una ‘influencer’ de 17 años que tenía 30,000 seguidores en internet. Un día tuvo la mala idea de aceptar salir con uno de ellos, y la acuchilló hasta matarla. La macabra nota menciona que él mismo llamó a la policía, y al verla llegar, se acostó junto al cadáver para tomarse una ‘selfie’. Evidentemente se trataba de un enfermo mental, un ‘amigo’ ficticio en el que esta joven jamás debió confiar.

3. Arriesgarse sólo para lucirse

Las vacías relaciones por internet dejan a la gente un hueco que trata de llenar buscando más y más la aprobación de sus ‘amigos’, y para lograr que le den un ‘me gusta’ llega a cometer imprudencias de fatales consecuencias.

Se han disparado los índices de muertes accidentales de quienes quisieron tomarse una ‘selfie’ en un sitio peligroso sólo para apantallar en Instagram. Buscaban un ‘like’, pero obtuvieron un ‘rip’. Y lo más triste es que la noticia de su muerte tal vez por un instante se hizo ‘viral’, pero dejó de circular y fue olvidada en cuanto surgió la siguiente novedad.

Las redes sociales promueven un morbo insaciable, despiadado y banal, que bombardea a la gente a tal velocidad que no le da tiempo de detenerse a pensar que lo que está viendo es chatarra, que lo que le están proponiendo no vale nada, que el vacío en su alma sólo lo puede llenar el amor de Dios, y su necesidad de afecto sólo se sacia con sólidas relaciones personales, no con sopetecientos @migos acumulados en las redes sociales.


Autor

Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años.