Hasta dentro de 25 años: Cardenal Aguiar cierra la Puerta Jubilar de la Catedral Metropolitana

A las 5:30 de la tarde, el repique solemne de las campanas de la Catedral Metropolitana marcó el inicio de la clausura de la Puerta Jubilar. El sonido prolongado se expandió por el Centro Histórico como una llamada final: algunos fieles sabían con claridad lo que estaba por suceder; otros se acercaron movidos por la expectativa. Todos, sin excepción, fueron testigos de un momento que no volverá a repetirse sino hasta dentro de 25 años.

A las seis en punto, comenzó la Santa Misa, mientras la gente seguía entrando por la Puerta Jubilar; muchos de ellos apresurados, otros admirando el recinto y otros con recogimiento. Jóvenes, adultos mayores, niños, personas en silla de ruedas, sacerdotes y religiosas cruzaban por última vez, conscientes de que ese gesto cerraba un ciclo de gracia iniciado en diciembre de 2024 por el Papa Francisco.

Las últimas personas en cruzar la Puerta Jubilar

Cristina avanzó por la Puerta Jubilar, seguida de María del Socorro, su mamá, quien se persignó e hizo una reverencia al entrar; fueron las últimas en cruzar la Puerta Jubilar de la Catedral Metropolitana. Para ellas no era un gesto simbólico ni un simple rito, fue un acto muy personal, marcado por el duelo y la fe.

“En pandemia perdimos a mi suegra y a mi esposo. Vine a pedir por ellos, para que Dios les permitiera salir del purgatorio”, compartió María del Socorro, con la voz entrecortada. Dijo que al atravesar, sintió la certeza de que ambos “ya están en el cielo”.

La Misa continuó y durante la homilía, el Cardenal Aguiar retomó el salmo responsorial “Dichoso el que teme al Señor”, y explicó que ese temor no debe entenderse como miedo, sino como una relación basada en la confianza y la experiencia de la misericordia divina. “De Dios esperamos siempre todo bien. Es un Dios tan misericordioso que, aun cuando hayamos caído en el pecado, Él nos perdona”, afirmó.

El Arzobispo Primado de México subrayó que el verdadero temor de Dios nace cuando se reconoce que su esencia es el amor e invitó a los fieles a cultivar cinco actitudes fundamentales: ser compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. “Con esas características podemos revisar nuestras relaciones y aprender a vivir la misericordia”, señaló.

La misericordia y la fe

Esa misericordia fue también el centro del testimonio de Maurilia Arias, quien presta servicio en la Catedral Metropolitana. Para ella, el cierre de la Puerta Jubilar fue una llamada a la conversión. “Tiene mucho significado porque nos invita a ser buenas personas, a convertirnos y a creer en Dios. Es una bendición absoluta”.

Para Mónica, otra de las fieles presentes, cruzar la Puerta Santa fue una experiencia profundamente espiritual. “No estás cruzando una puerta física, sino una puerta espiritual”, explicó. Para ella, el Año Jubilar significó reconocer la misericordia sin límite de Cristo, pedir perdón por los propios pecados y agradecer los milagros recibidos, entre ellos la recuperación de un sacerdote por quien toda una comunidad oró.

El rito de la clausura de la Puerta Jubilar

Después de la Sagrada Comunión, la celebración avanzó hacia el rito de clausura. Con otro repique de campanas, el Cardenal Carlos Aguiar y el Venerable Cabildo Metropolitano iniciaron la procesión hacia la Puerta Jubilar. Antes de cerrarla, el Arzobispo se detuvo a orar en el reclinatorio colocado frente al Altar del Perdón, un espacio cargado de simbolismo, donde se veneran la Virgen del Perdón y el Cristo del Veneno, imágenes profundamente ligadas a la reconciliación y la fe del pueblo.

Concluida la oración, los canónigos procedieron a cerrar la puerta principal de la Catedral Metropolitana y, entre el silencio y el eco de las campanas, el Cardenal colocó el cerrojo que selló oficialmente el fin del Año Jubilar en la Arquidiócesis Primada de México. La Puerta Jubilar permanecerá cerrada hasta el próximo Jubileo ordinario, dentro de 25 años, o hasta que el Papa León XIV convoque un Jubileo extraordinario.