La Iglesia no puede descuidar la dimensión social, si quiere ser fiel a su Maestro: Card. Rivera
Durante la Misa en que fue entronizada una reliquia de san José Sánchez del Río, el Arzobispo de México felicitó a los jóvenes por su heroicidad tras el sismo del 19-S Vladimir Alcántara Este 22 de octubre, en que da inicio el Año de la Juventud convocado por la Conferencia del Episcopado Mexicano -como […]
- Durante la Misa en que fue entronizada una reliquia de san José Sánchez del Río, el Arzobispo de México felicitó a los jóvenes por su heroicidad tras el sismo del 19-S
Vladimir Alcántara
Este 22 de octubre, en que da inicio el Año de la Juventud convocado por la Conferencia del Episcopado Mexicano -como preparación para el próximo Sínodo de Obispos, cuyo tema será “Los Jóvenes, la Fe y el Discernimiento Vocacional”-, el Card. Norberto Rivera Carrera presidió una Misa en la Basílica de Guadalupe en la que entronizó una reliquia de san José Sánchez del Río, mártir de la Guerra Cristera, quien dio su vida por la fe siendo un joven de sólo 14 años de edad.
Durante esta Santa Eucaristía, en la que además el “Niño Cristero” fue declarado Santo Patrono de la Juventud de la Arquidiócesis, el Arzobispo de México señaló que lo que dijo Jesús como respuesta a los fariseos y a los herodianos: “Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”, distingue las responsabilidades que tenemos con Dios de nuestros deberes civiles, dando con ello un “sí” al pago de impuestos, pero un “no” a la divinización de las autoridades. En este sentido, señaló que el creyente debe ser un leal colaborador en el orden civil, pero al mismo tiempo el que denuncia toda injusticia y todo atropello… “hoy ya no debería haber emperadores con aspiraciones divinas, creyéndose dueños de la vida de los demás; el poder pertenece al pueblo en los parámetros normales de las sociedades democráticas”.
Señaló que los impuestos deben ser pagados con un sentido de responsabilidad, pero exigiendo al mismo tiempo que los fondos públicos siempre sean utilizados para el bien de la sociedad, no para su destrucción ni contra la sacralidad de la vida, pues el gobierno no tiene más función que servir al pueblo que lo eligió. Dijo que cuando el gobierno se sale de esos parámetros, el pueblo no tiene la obligación de tributarle obediencia, “aquí tenemos el ejemplo de san José Sánchez del Río, quien decidió obedecer a Dios antes que a los hombres”.
Finalmente, el Card. Rivera Carrera señaló que no es necesario que el nombre de Dios quede inscrito en la Constitución, pero sí que se respete su presencia en la conciencia de los creyentes, por lo que los gobernantes deben respetar y fortalecer en la práctica la libertad de conciencia, de religión y de culto, a fin de que los ciudadanos puedan manifestar privada y públicamente su amor a Dios, como individuos o como grupos. Aseguró que la Iglesia, siguiendo el ejemplo de Jesús, puede y debe meterse en política, si bien jamás en política de partidos; recordando siempre a los ciudadanos su deber de respetar a la autoridad, y recordando a la autoridad civil que sólo tiene el deber de legislar en torno a aquellos derechos humanos, sin oponerse a los divinos; “si la iglesia quiere ser fiel a su Maestro, no puede descuidar la dimensión social del cristianismo”.
Previo a que fuera llevada en procesión la reliquia en primer grado de san José Sánchez del Río, y colocada en el lugar de la Basílica que le fue asignado, el Card. Rivera Carrera dirigió un mensaje a los padres de familia y a los jóvenes presentes. A los papás les pidió no descuidar la formación en la fe de sus hijos, sino seguir el ejemplo de los padres del “Niño Cristero”, que fueron para él ejemplo y testimonio, la primera puerta y su primer contacto don Dios.
Mientras que a los jóvenes les dirigió el siguiente mensaje: “San José Sánchez del Río dio su vida por amor, así como muchos de ustedes se entregaron por amor en días pasados, tras el terrible terremoto que derribó edificios y casas, pero no derribó el amor de todo un pueblo que en corresponsabilidad supo ayudar al prójimo; “yo quiero felicitarlos por este acto heroico de amor por los más necesitados, gracias por salir a las calles, por tender las manos, por quitar escombros, por dar su tiempo; gracias por su trabajo, por su sonrisa, por ser fuerza en momentos de dolor… “¡Dios los bendiga enormemente!”.