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Implementarán protocolo de seguridad en los templos de la Ciudad de México

“Aunque los delitos registrados al interior de las iglesias no han sido tan graves, no nos podemos quedar cruzados de brazos y esperar a que algo peor ocurra”, afirmó José Luis Aguilar, responsable de la Comisión de Justicia y Paz. Vida Nueva DigitalLa Arquidiócesis de México trabaja en un protocolo de seguridad para sus templos. Si […]

Implementarán protocolo de seguridad  en los templos de la Ciudad de México
La Parroquia de San Bernardino de Siena. Foto: Archivo
  • “Aunque los delitos registrados al interior de las iglesias no han sido tan graves, no nos podemos quedar cruzados de brazos y esperar a que algo peor ocurra”, afirmó José Luis Aguilar, responsable de la Comisión de Justicia y Paz.

     

    Vida Nueva Digital

    La Arquidiócesis de México trabaja en un protocolo de seguridad para sus templos. Si bien los últimos hechos ocurridos al interior de algunas iglesias en diferentes diócesis del país –como el ataque que sufrieron recientemente varias personas con arma blanca en Ecatepec– encienden focos rojos, la Comisión de Justicia y Paz de la Arquidiócesis de México viene trabajando en este proyecto desde hace varios meses.

    En entrevista para Vida Nueva Digital, José Luis Aguilar, responsable de dicha comisión arquidiocesana, señaló que, con excepción del ataque que sufrió el año pasado el sacerdote José Miguel Machorro en la Catedral de México, que finalmente le costó la vida, en la capital del país los delitos registrados en los templos no han sido tan graves como en otras diócesis, “pero no nos podemos quedar cruzados de brazos esperando a que algo peor ocurra”, dijo.

     

    Robo, el delito más común

    José Luis Aguilar lamentó que a pesar de que el robo es un delito considerado de alto impacto por las leyes penales, muchas veces la autoridad competente no abre carpetas de investigación, y pocos son los casos que se sancionan y en los que se repara el daño. Refirió que sólo el año pasado, en la Ciudad de México, hubo más de 204 mil carpetas de investigación por diversos tipos de robos, incluidas algunas denuncias hechas por sacerdotes o feligreses, “que aunque en realidad fueron pocas, no pueden dejarse de lado”.

    Señaló que en las parroquias el robo más común es el de las alcancías, aunque en algunos templos se han llevado objetos de valor, principalmente pieza de arte sacro, o se han realizado extorsiones a partir de secuestros virtuales a los sacerdotes.

    Al referirse al robo que sufrió una feligrés hace unas semanas dentro de un templo de la colonia Roma ­–luego de que un ladrón aprovechara que ésta se encontraba sentada en una de las últimas bancas del templo, para amenazarla y arrebatarle la cartera–, José Luis Aguilar explicó que gracias a que otro feligrés se percató de lo ocurrido, se pudo dar aviso a la policía, y si bien no se logró dar con los delincuentes, fue posible recuperar el dinero”.

     

    Medidas básicas de seguridad

    El protocolo de seguridad elaborado por la Comisión de Justicia y Paz –que comenzará a difundirse próximamente a través de Cáritas Arquidiócesis de México–, contempla medidas básicas tanto para los inmuebles como para quienes laboran dentro de los mismos, y por supuesto, para los mismos fieles.

    “Por ejemplo –añadió– a los responsables de los templos les sugerimos hacer un inventario fotográfico de todos los objetos que existen en el mismo, sobre todo de los que tienen un alto valor por ser arte religioso; se debe hacer una ficha técnica por cada pieza. También les proponemos hacer un respaldo de los documentos más importantes, escaneándolos y haciendo fichas bibliográficas, etc.”.

    Se refiere además a la importancia de que las bardas perimetrales, rejas y puertas tengan una altura suficiente que impida el acceso al interior del predio, y por encima de ellas poner un alambrado o protección de seguridad.

    “Las puertas de acceso al templo –dijo José Luis Aguilar– deben ser de materiales sólidos, metálicas de preferencia, ya que muchas veces las iglesias antiguas siguen utilizando puertas de madera. En estos casos, es necesario verificar que no hayan sido forzadas con objetos punzocortantes; si esto ha ocurrido, se les debe dar el mantenimiento correspondiente; también es fundamental contar con equipos automáticos de seguridad y una alarma que esté conectada a una empresa de seguridad o a la misma delegación”.

    “Este protocolo –resumió– contiene recomendaciones que se pueden llevar a cabo, pero siempre se debe considerar como un referente, puesto que cada parroquia tiene sus propias características. Los sacerdotes deberán tomar las mejores decisiones en beneficio de la seguridad del templo, de los feligreses y de la sociedad en general”.

     

    Un adecuado sistema de vigilancia

    José Luis Aguilar añadió que también es conveniente contar con contactos magnéticos en las puertas, detectores de movimiento, sensores de humo, botones de pánico y sirenas, etc. “Además, tener un sistema de circuito cerrado que permita monitorear las acciones de las personas a través de cámaras bien distribuidas en los lugares más importantes de las parroquias”.

    De igual forma, en el protocolo se señala que se debe contar con letreros que digan: “El templo cuenta con circuito cerrado de televisión, las imágenes son captadas, y están conectadas a un sistema de seguridad preventiva”, y en cuanto a las llaves de acceso a los templos, se debe tener un número limitado de juegos y saber a quién se le otorgan”.

    Sobre las alcancías, que son uno de objetivos preferidos de la delincuencia, el proyecto sugiere cerraduras de alta seguridad, tener horario de vaciado de las mismas y que sean pocas las personas responsables de este asunto. “El dinero debe ser guardado en gabinetes, con acceso muy restringido”.

     

    Un trabajo conjunto

    Sin embargo, para José Luis Aguilar no bastan esas medidas de seguridad, pues ante la situación de inseguridad generalizada que se vive en el país, también es importante “fomentar entre los feligreses la educación en valores morales y éticos a través de cursos, y promover la seguridad entre toda la feligresía, organizando incluso grupos de laicos que acompañen al sacerdote cuando tenga que recorrer el territorio parroquial”.

    Consideró que todos podemos cooperar para disminuir los riesgos en cuanto a los robos. “Esto sería muy loable porque tanto el párroco como los fieles deben contribuir a que las parroquias sigan siendo espacios de paz, de seguridad, de acogida; deben evitar que ese espacio no sea ultrajado o herido por alguna situación que pueda dañar la confianza de la gente al ir a la parroquia”.

    Finalmente, José Luis Aguilar advirtió que las autoridades de seguridad deben tomar muy en serio todo lo que ha ocurrido en los últimos meses al interior de algunos templos para evitar que esto se agrave y llegue a convertirse en un problema grave, difícil de resolver.

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