Ante la cercanía de la Navidad, intensifiquemos la oración por la paz

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COLUMNA

Ángelus Dominical

Angelus dominical: Te atienes a las consecuencias

Las consecuencias de la gracia -cercanía y apertura a Dios- son mayores y más bellas.

15 diciembre, 2019
Angelus dominical: Te atienes a las consecuencias
Angelus Dominical.

ME HABLARON CON TODA claridad: “Te atienes a las consecuencias”; y aunque esta expresión ya está tipificada y la entendemos con un sentido de amenaza, con tono de injusticia o agresión, quien me lo decía goza de toda mi confianza y cuento con su aprecio: entonces con la frase y la sonrisa juguetona que le acompañó, ya tenía yo la garantía de que todo resultaría bonito, bien, agradable y ¡así fue!…

LAS CONSECUENCIAS fueron unos días de paz y descanso, de vacación junto al mar, de alejarme del ajetreo habitual y volver a respirar tranquilo; bellas consecuencias luego de que me hicieron confesar que el ritmo de compromisos y trabajo no eran ni tanto ni emergente, así que prácticamente me raptaron pero no contra mi voluntad, pues quise “atenerme a las consecuencias”…

UN OBJETIVO BÁSICO que busca el agresor, el charlatán, el merolico, o el dictador, consiste en aprovechar la ignorancia o la incapacidad de su probable víctima, y entonces hace lo posible por inyectar miedo e inseguridad, por distraerlo con algo inesperado, por emocionarlo ante fáciles ganancias, hasta logra endulzarle los oídos o impide que vea con claridad…

TE DIRÉ ALGO Y TÓMALO con la debida precaución pues quienes contamos con el tesoro de la fe en Dios y de la revelación que Jesús nos ha dado en la Iglesia, tenemos por seguro que las consecuencias de toda su misericordia y su voluntad salvadora siempre irán muy por encima de nuestro pecado y tontería; así que a ponerse abusados y a ponernos en camino acorde al Salvador del mundo…

TE LO PLANTEO DE otro modo: Dios ha enviado a su Hijo al mundo por un acto de amor total y divino, de modo que por la acción de Jesucristo todos los hombres puedan llegar al conocimiento de la verdad y hacer suya la salvación que nos da; Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva…

LA CHARLA GIRÓ un poco y se detuvo en el tema de personas que viven “en situación de calle”, como ya solemos decir con solemne eufemismo, y nos referíamos a drogadictos, vagabundos, jóvenes que han huido de sus hogares o adultos que ya no se hallan entre los suyos, indígenas que vienen a deambular en la ciudad porque en sus poblados ya impera algo más que la pobreza extrema, emigrantes que suman la pérdida de patria a todas las otras pérdidas ya acumuladas, en fin, tantos hermanos que caben en aquella palabra de Jesús: fui forastero y me recibiste (Mt 25,35)…

Y ALGUIEN TRAJO -otra vez al centro de la conversación- la multitud de males que asolan (o “asuelan”, de ambos modos es correcto decirlo) nuestro mundo, y hasta recordó aquella frase del libro de Job que ordinariamente leemos superficialmente: “Si recibimos de Dios los bienes, ¿por qué no hemos de recibir los males? (Job 2, 10); y si nos quedamos en la superficie, ya casi estaríamos afirmando una tontería mayúscula al suponer que de Dios puede venir algún mal…

POR AHORA HAY un espejote cercano a donde estoy escribiendo y en la lejanía de su virtualidad parecería que José de Nazaret se asoma con discreción y en su silencio afirma: “Yo recibí de Dios únicamente bienes, solo bellos bienes y no imagino que hubiera podido recibir mayores bienes”: yo entiendo -¡por supuesto!- que se refiere a María y al fruto bendito de su vientre…

CUANDO MARÍA Y JOSÉ se abrieron a la voluntad de Dios (aunque no veían con claridad y no aparecían garantías maravillosas de éxito), todos los supuestos males se desenmascararon y los riesgos se hicieron llevaderos, los miedos salieron corriendo como ratas espantadas y las cucarachas de chismes y diretes se escabulleron entre rendijas; ¡yo sigo viendo que cuando un hombre y una mujer se aman y se aceptan, de ahí surge una fuerza capaz de superar cualquier adversidad, cualquier contratiempo, y que nos lleva a ver el futuro con esperanza!…

LAS CONSECUENCIAS del pecado -rechazo de Dios- fueron muchas y terribles, pero las consecuencias de la gracia -cercanía y apertura a Dios- son mayores y más bellas, son capaces de clarificar y nos llevan a completar la obra maravillosa de Dios, de ahí que la celebración de la Navidad viene a ser la constatación de que Dios jamás abandona al hombre a su miseria y perdición, jamás se queda con los brazos cruzados, con la mano cerrada, ni con los pies inmóviles…

TE PONGO POR UN INSTANTE ante el absurdo más nefasto, pero no se te vaya a ocurrir quedarte con él: si el mal tuviera la última palabra, ya desde cuándo nos hubiera cargado la tostada; pero NO es así, y vuelvo a decir que es el bien y la bondad de Dios lo que sigue llevando adelante todo nuestro universo mundo, y tal bien y bondad perfectamente se pueden constatar en José y María que esperan el nacimiento del Salvador…

YA ESTOY LISTO y bien puesto tanto para la próxima Navidad como para el encuentro navideño con los lectores de este semanario que se animen a venir a la parroquia de San Miguel Arcángel en el Centro Histórico (saliendo de la estación Pino Suárez del metro); la invitación es para toda la familia y la actividad correrá de las 19 a las 21 hrs., no olvides venir con una o dos fotografías familiares en torno a la Navidad y con todas las ganas de dar posada a esos benditos peregrinos que buscan siempre el portal de tu corazón…