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COLUMNA

Ángelus Dominical

Angelus dominical: Lo de adentro es lo que cuenta

No te olvides que lo importante no es el juguete, sino el juego; que lo valioso no es el envoltorio sino lo envuelto, que lo central es lo interior y no lo exterior

13 julio, 2019
Angelus dominical: Lo de adentro es lo que cuenta
Angelus Dominical.

UN ANIVERSARIO MÁS está a la puerta y no se nos acaba la costumbre de celebrar con bombo y platillo, como si del “Bing Bang” se tratara o acaso del “Big Crunch”, términos –ambos- que los teóricos físicos utilizan para hablar del origen y del colapso de todo el Universo (y hay que estar prevenidos, pues ya falta menos)…

ELEMENTO ESPECIAL DE todo festejo es un regalo -¡un regalo!-, sí, un regalo que constata el afecto y aprecio a la persona celebrada, que también puede albergar la intención de extender la memoria y hasta ser otro modo de decir: “Aquí Estoy”, “Conste que sí vine”; y –en el peor de los casos- hasta el dicho regalo puede viciarse para no ser más que una falsa cortesía o un velado chantaje (pero esas son negras intenciones sin cupo en este espacio)…

Y ANTES DE PASAR a palabras mayores, te exhorto a que jamás pongas más cuidado en el envoltorio que en el contenido: la cáscara debe ser atractiva, sí, pero no dejará de ser desechable, y por más moño que le pongas para adornar, ten entendido que lo importante seguirá estando dentro del paquete…

QUEDE LEJOS DE TI –y siempre, y de quien sea- ofrecer un obsequio hipócrita, aquel que está cargado de interés o que va con doble intención, aquel que está preñado con el anhelo de correspondencia, aquel que servirá solo para sobar tu ego y no para beneficiar al festejado…

UNA FIESTA DE ANIVERSARIO –o de lo que sea- tiene que ser un encuentro agradecido, y no ocasión de vanas presunciones; debe ser un vistazo al pasado feliz o un atisbo de nuevas por venir, pues si el tal festejo es para adornar el presente, seguro es que las cosas están así de peor y no han resultado como las esperaban, entonces harán falta kilos o toneladas de maquillaje, de celofán, de lucecitas, paleros, lacayos y acarreados…

PASANDO A PALABRAS mayores y más precisas, y para que no se crea que lo dicho son meros tiros al aire, basta constatar los festejos del pasado 4 de julio con los vecinos del norte: ¿hacía falta tanta parafernalia para “celebrar” y presumir que se tiene poder o fuerza?; celebrar la independencia –de quien sea- debería ser oportunidad de gratitud con el pasado y compromiso con el futuro, y no ostentación grandullonera…

EN PALABRAS CERCANAS –y con la tan cacareada “austeridá” de fondo- la fiesta del pasado 1 de julio en CdMx parece tener exactamente los mismos tintes vecinales: presunción autocomplaciente que envuelve un regalito de poca monta; ¿quién duda que tenemos abundancia de problemas irresolutos, de crímenes maquillados, de estadísticas personalizadas, de necesidades perpetuadas, de estructuras viciadas, de legislaciones “a modo”, como para detenernos en jolgorios de quinta???…

SIGO OJEANDO y también sigo hojeando el pasado número de este semanario dedicado a Chinchachoma, a quien saludé personalmente en su tumba el pasado domingo 23 de junio a las 2 de la mañana (¡¿?!) en el recorrido de “Noche Santa” (¡ah, bueno!); y viene a mi recuerdo el último programa de radio que nos regaló antes de su viaje a Colombia, que le vio morir; en él se volvió a mostrar como gran regalazo que era, y tanto-tanto-tanto que ni moño necesitaba…

BUSCAR UN “EFECTO sorpresa” es lo que nos lleva a envolver el obsequio que damos; y cuando el regalo es por sí mismo sorprendente, pues ya ni para qué ponerle celofanes o decoraciones superfluas; y eso mismo quiero afirmar del padre Chinchachoma, que en su desaliño a posta y su desparpajo intencionado, así como en la miseria de su barro y tosquedad aparente, siempre hacía brillar una luz evangélica, un resplandor de eternidad…

AL TENER NOTICIA de su muerte, lo primero que hicimos fue revisar la grabación que nos dejó hecha y ¡sorpresa!, cada palabra fue parte de una despedida total, perfectamente articulada en orden a decir adiós, -a Dios-, como si de antemano supiera el próximo desenlace; yo personalmente tomé esas palabras como un testamento espiritual, ¡qué regalazo fue Chinchachoma!… I

NICIÉ DICIENDO QUE un aniversario más estaba a la puerta, pero no dije por qué motivo ni de quién; quede así abierta la puerta para que metas en esta consideración cualquier celebración familiar o comunitaria, cualquier festejo patrio o internacional, todo jolgorio o cumpleaños próximo; pero no te olvides que lo importante no es el juguete sino el juego, que lo valioso no es el envoltorio sino lo envuelto, que lo central es lo interior y no lo exterior, o como decía Jesús en Mt 23, 25 y mira que no transcribo el texto para que lo busques en tu casita y lo aprecies como buen regalo…