Page 27 - Impreso
P. 27

 página 8 L’OSSERVATORE ROMANO domingo 12 de septiembre de 2021
 Sólo soy un pecador que intenta hacer el bien
VIENE DE LA PÁGINA 7
de siempre, algunas son muy divertidas. De la otra abuela también cuento anécdotas, como la lección que me dio el día de la muerte de Prokófiev, sobre el esfuerzo en la vida. Cuan- do yo le pregunté a ella cómo habrá hecho ese hombre para llegar. Yo era un adolescente. Y de mamá sí, también recuerdo muchas cosas que también las digo. Pero por ahí llama la atención más lo de la abuela porque me repito con algunas cosas curiosas de la abuela, algu- nas irrepetibles por carta, por programas de radio... algunos dichos que nos enseñaron mucho. Pero, aparte de que éramos muy abueleros, los domingos a casa de los abuelos y después a la cancha a ver al San Lorenzo. Pe- ro los abuelos incidieron mucho en nuestra vi- da.
No ha vuelto a ver San Lorenzo porque no quiere ver la televisión desde hace años...
Sí. Yo hice una promesa el 16 de julio de 1990. Sentí que el Señor me pedía eso, porque está- bamos en comunidad viendo una cosa que terminó chabacana, desagradable, mal. Yo quedé mal. Era un 15 de julio a la noche. Y al día siguiente, en la oración, le prometí al Se- ñor no verla. Evidentemente, cuando asume un presidente lo veo, cuando hay un accidente aéreo, lo veo, esas cosas... pero no soy adicto a ello.
No ha visto la Copa América, por ejemplo.
No. Para nada.
Hay una vieja leyenda que dice que algún Papa se ha escapado del Vaticano. ¿Francisco ha realizado alguna escapada que hasta ahora no haya sabido nadie?
No. El que se escapaba a esquiar era San Juan Pablo II. A una hora y pico había una pista de esquí, y él lo tenía en el alma. Y hacía bien en escaparse, iba cubierto. Pero un día mientras él estaba en la cola para subir y un chico le dijo: “¡El Papa!”. No sé cómo lo descubrió. Y se volvió enseguida, y procuró tomar más pre- cauciones. Las casas de familias donde yo he ido a visitar, que recuerde, son tres: un medio convento de las teresianas donde quise visitar a la profesora Mara, ya de 90 años, una gran mujer que enseñó en la Universidad de la Sa- pienza y después enseñó en el Agustinianum, y quise ir a celebrarle misa. Después, a dar las condolencias probablemente a mi mejor ami-
El Pontífice con los periodistas de Radio Cope, Carlos Herrera y Eva Fernández
go, un periodista acá italiano, a la casa de él. Y la tercera casa que visité fue la de Edith Bruck, la señora, 90 años cumplió ahora, que estuvo en el campo de concentración. Húngara ella. Judía. Esto fue este año al principio o el año pasado, no recuerdo bien. Son las tres únicas casas a las que fui de escondido, y después se supo. Me encantaría andar por la calle, me en- cantaría, pero me tengo que privar, porque no podría caminar diez metros.
¿Ha tenido alguna vez la tentación de vestirse de ci- vil...
No, para nada. No. No.
...con un gorro y unas gafas?
[Ríe] No, no, para nada.
¿Cómo combate la nostalgia el Papa Francisco, quién le cocina los palitos de anís o lo que desayunaba siempre en La Puerto Rico?
La nostalgia mía trato que no sea de tipo me- lancólico, otoñal, aunque una cosa linda del otoño argentino, de Buenos Aires, eran los días nublados, de mucha niebla, donde no se veía a diez metros desde la ventana, y yo escu- chando a Piazzola. Eso sí un poco lo extraño, pero Roma tiene sus días de niebla también. Nostalgia, no. Ganas de ir de una parroquia a otra caminando, sí; pero nostalgia, no.
¿Se acabó la etapa de dolores de cabeza por palabras que se le iban de más o que le atribuían que se le iban de más y que tenían consecuencias con cosas que usted no conta- ba?
El peligro siempre está. Una palabra puede ser interpretada de un lado o de otro, ¿no es cierto? Eso son cosas que suceden. Y qué sé yo... ¡Yo no sé de dónde han sacado la sema- na pasada que yo iba a presentar mi renuncia! ¿Qué palabra habrán tomado en mi patria?
De ahí salió la noticia. Y dicen que fue un re- vuelo, cuando a mí ni se me pasó por la cabe- za. Delante de interpretaciones que nacen un poco distorsionadas de alguna palabra mía yo me callo, porque aclarar es peor.
¿Se habla mucho de fútbol aquí en Santa Marta?
Sí, del fútbol italiano. Estoy aprendiendo a conocer un poco las cosas. Se habla mucho de fútbol, sí.
¿Qué tal jugador de fútbol era usted, Santidad?
Yo era un palo. Me llamaban 'el pata dura', por eso me metían siempre al arco, ahí me de- fendía más o menos bien.
Nuestro programa 'Tiempo de juego', nuestros compañe- ros, cuando les decía que iba a venir a ver al Papa, “por favor, que te diga el papa qué piensa del fichaje de Messi, se ha ido a Francia”. ¿Qué se le antoja de todo el mundo de fútbol, lo sigue de cerca?
Yo escribí una pastoral sobre el deporte. Una pastoral que no era una pastoral. En dos pa- sos. Primero fue el artículo que publicó la Gazzetta dello Sport el 2 de enero de este año y en base a eso se hizo después –lo corregí yo--
la pastoral. Un artículo entrevista. Yo digo solo esto: para ser un buen futbolista hay que tener dos cosas: saber trabajar en equipo y no ser como decimos en Buenos Aires en nuestro argot, uno que se 'morfa' la pelota, sino siem- pre en equipo. Y segundo, no perder el espíri- tu amateur. Cuando en el deporte se pierde ese espíritu de amateur se empieza a comer- cializar demasiado. Y hay hombres que han sabido no dejarse manchar por esto y derivar sus ganancias y todo para obras de bien y fun- daciones. Pero trabajar en equipo, que es una escuela de equipo el deporte, y no perder el espíritu de amateur.
Santidad, le agradezco mucho esta hora inolvidable que ha dado a los oyentes de COPE.
Un saludo grande a los que están escuchando y les pido que recen por mí para que el Señor me siga protegiendo y cuidando, porque si me deja solo soy un desastre.
Normalmente es usted el que nos lo diría pero hoy somos nosotros: que Dios le bendiga
Igualmente a todos ustedes, que Dios les ben- diga. Gracias.
Gracias.
  

































































   23   24   25   26   27