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 página 4 L’OSSERVATORE ROMANO domingo 12 de septiembre de 2021
 Sólo soy un pecador que intenta hacer el bien
VIENE DE LA PÁGINA 3
dejé preparadas las homilías de la Semana Santa allá en el obispado. Es decir, me agarró por sorpresa. Pero no hay nada mío inventa- do, lo que hice desde el principio es procurar poner en marcha lo que los cardenales dijimos en las reuniones precónclave para el próximo Papa: el próximo Papa tiene que hacer esto, esto, esto, esto. Y esto es lo que yo empecé a poner en marcha. Creo que quedan varias co- sas por hacer todavía, pero no hay nada in- ventado por mí. Yo estoy obedeciendo a lo que se marcó en aquel momento. Quizás al- gunos no se daban cuenta de lo que estaban diciendo o pensaban que no era tan grave, pe- ro algunos temas provocan escozor, es verdad. Pero no hay una originalidad mía en el plan. Y mi proyecto de trabajo, 'Evangelii Gaudium', es una cosa en la que traté de resumir lo que los cardenales dijimos en ese momento.
Es decir, cuando salió usted de Buenos Aires, ¿en ningún momento contempló la posibilidad de que no iba a vol- ver?
No, para nada. Para nada. Si tuve que atrasar cosas para allá esenciales. Por la edad mismo no se me ocurrió. Cuando no se te ocurren co- sas, no más. Pero yo lo único que hice fue tra- tar de resumir todo; pedí las actas de esas reu- niones –en que yo estaba presente, pero para no olvidarme-- y poner en marcha eso.
Uno de los últimos terremotos en el Vaticano, al menos en los medios, es el macroproceso por corrupción en el que está imputado el cardenal Becciu. Él asegura que va a quedar demostrada su inocencia. Desde fuera da la im- presión de que la reforma de las finanzas vaticanas es como ese caracol que trepa por el pozo y cada vez que avanza un metro retrocede dos. ¿Hay esperanza? ¿Cómo cree que acabará este asunto? En todos los organismos la corrupción es un pecado inherente, inevitable, pero ¿en qué manera puede ser evitable dentro del Vaticano? Hay que poner todos los medios para evitarlo, pero es una historia vieja. Mirando hacia atrás, tenemos la historia de Marcinkus, que la recordamos bien; la historia de Danzi, la historia de Szoka...Es una enfermedad en la que se recae. Creo que hoy día se ha progresa- do en la consolidación de la justicia del Esta- do Vaticano. Desde hace tres años se fue avan- zando de tal manera que la justicia fuera más independiente, con los medios técnicos, in- cluso con declaración de testigos grabados,
las cosas técnicas actuales, nombramientos de jueces nuevos, del ministerio público nuevo... y esto fue llevando adelante las cosas. Y ayu- dó. La estructura ayudó a enfrentar esta situa- ción que parecía que no iba a existir nunca. Y todo empezó con dos denuncias de personas que trabajan en el Vaticano y que en sus fun- ciones vieron una irregularidad. Hicieron una denuncia y me preguntaron qué se hace. Yo les dije: si quieren ir adelante tienen que pre- sentarlo al fiscal. Era un poco desafiante la co- sa, pero eran dos personas de bien, estaban un
No sé si el Papa Francisco es muy de dar un puñetazo con fuerza encima en la mesa. ¿Quizá el último golpe so- bre la mesa ha sido el documento pontificio en el que se li- mita la celebración de las 'misas tridentinas'? Y le pido además que le explique a mi audiencia qué es la 'misa tridentina', qué tiene la misa tridentina que no sea pre- ceptiva.
Yo no soy de dar golpes sobre la mesa, no me sale. Más bien soy tímido. La historia de 'Tra- ditionis custodes' es larga. Cuando primero San Juan Pablo II --y después Benedicto ya más claramente con ‘Summorum Pontifi-
  Prófugos afganos en un campo de refugiados en el confín con Pakistán
cum’--, hizo esta posibilidad de que se pudiera celebrar con el misal de Juan XXIII (anterior al de Pablo VI, que es el postconciliar) para aque- llos que no se sentían bien con la li- turgia actual, que tenían una cierta nostalgia... me pareció de las cosas pastorales más bellas y humanas de Benedicto XVI, que es un hombre de una humanidad exquisita. Y así em- pezó. Ese fue el motivo. A los tres años él decía que había que hacer
poco acobardadas y entonces como para dar- les ánimos metí mi firma debajo de la de ellos. Para decir: este es el camino, no le tengo mie- do a la transparencia ni a la verdad. A veces duele, y mucho, pero la verdad es lo que nos hace libres. Así que esto fue simplemente. Ahora, que de aquí a algunos años aparezca otro... Esperemos que estos pasos que esta- mos dando en la justicia vaticana ayuden a que cada vez menos sucedan estos hechos que... Sí, usted usó la palabra corrupción y en este caso obviamente que, al menos en la pri- mera vista, parece que la hay.
¿Qué teme más, que [Becciu] sea declarado culpable o inocente, habida cuenta que usted mismo dio permiso para llevarle a juicio?
Él va a juicio según la legislación vaticana. En una época, los jueces de los cardenales no eran los jueces de Estado como hoy día sino el jefe del Estado. Yo quiero de todo corazón que sea inocente. Además, fue un colabora- dor mío y me ayudó mucho. Es una persona a la que tengo cierta estima como persona, o sea que mi deseo es que salga bien. Pero es una manera afectiva de la presunción de inocen- cia, vamos. Además de la presunción de ino- cencia, tengo ganas de que salga bien. Ahora, la justicia es la que va a decidir.
una evaluación. Se hizo una evaluación y pa- recía que todo andaba bien. Y andaba bien. De esa evaluación a ahora pasaron diez años (o sea, trece desde la promulgación) y el año pasado vimos con los responsables del Culto y de la Doctrina de la Fe que convenía hacer otra evaluación a todos los obispos del mun- do. Y se hizo. Llevó todo el año. Después se estudió la cosa y, en base a eso, la inquietud que más aparecía era que una cosa hecha para ayudar pastoralmente a quienes han vivido una experiencia anterior, se fuera transfor- mando en ideología. O sea, una cosa pastoral a ideología. Entonces había que reaccionar con normas claras. Normas claras que pusie- ran un límite a aquellos que no habían vivido esa experiencia. Porque parecía que estaba de moda en algunos lados que sacerdotes jóve- nes “ah, no, yo quiero...” y por ahí no saben latín, no saben lo que dice. Y por otro lado, apoyar y consolidar lo de 'Summorum Ponti- ficum'. Hice más o menos el esquema, lo hice estudiar y trabajé, y trabajé mucho, con gente tradicionalista de buen sentido. Y salió ese cuidado pastoral que hay que tener, con algu- nos límites pero buenos. Por ejemplo, que la proclamación de la Palabra sea en un idioma que todos lo entiendan; si no, es reírse de la Palabra de Dios. Pequeñas cositas. Pero sí, el límite es muy claro. Después de este motu



















































































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