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COLUMNA

La voz del Obispo

Educar con bien, verdad y belleza es crear cultura

Los artistas colocan su arte al servicio de la reconciliación y la paz en las relaciones que tiene el hombre consigo, con los demás y con Dios

21 febrero, 2025
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Es Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México. 

Jubileo de los artistas y del mundo de la cultura

En el libro del Levítico se nos recuerda que cada siete semanas de año se celebraba un Jubileo (Cf. Lev 25,11), el Jubileo era un año de armonía, un año de expresiones bellas en las que las relaciones de los israelita se orientaban: se perdonaban las deudas, los enemigos se reconciliaban, se liberaba a los presos, se dejaban descansar las tierras, para que luego dieran mejores cosechas.

El Jubileo de la Esperanza, en éste 2025 ha de ser también una expresión de belleza y de armonía, en medio de la guerra, la contaminación y la corrupción, al motivar a los fieles cristianos a reconciliarse con Dios, con los demás e incluso con la creación.

El Santo Padre ha abierto un espacio en el marco del gran Jubileo, para un Jubileo de los artistas y del mundo de la cultura en donde nos recuerda que: “su misión no es sólo la de crear belleza, sino revelar la verdad, la bondad y la belleza escondidas en los pliegues de la historia, de dar voz a quien no tiene voz, de transformar el dolor en esperanza”.

En un momento de crisis económica, social, del alma, de significado y de orientación los artistas se presentan, ante el ser humano, que deambula errante, como faros de luz que brindan un horizonte de esperanza, que en definitiva es Cristo, suma belleza que atrae a todos hacia sí y que nos deja ver que está presente en cada hombre y en cada acontecimiento buscando lo mejor para el camino y la vocación de cada ser humano.

“Esta es la misión del artista: descubrir y revelar esa grandeza escondida, hacerla visible a nuestros ojos y a nuestros corazones”. Es tarea del artista descubrir el “eco de Dios”, el artista es sensible a las resonancias de Dios y las distingue de otros ecos de este mundo que atraen hacia el individualismo, al egoísmo, al narcisismo y al consumismo que genera caos, confusión y oscuridad.

Los artistas son para el Papa “unos custodios de la belleza que sabe inclinarse ante las heridas del mundo, que sabe escuchar el grito de los pobres, de los que sufren, de los heridos, de los presos, de los perseguidos, de los refugiados”. Los artistas colocan su arte al servicio de la reconciliación y la paz en las relaciones que tiene el hombre consigo, con los demás, con la naturaleza y con Dios y así construyen con su arte puentes que generan espacios de encuentro y de dialogo iluminando las mentes y encendiendo los corazones para la creación de un mundo más bello que merezca la expresión “la vida es bella”.

El Papa interpela a todos en su homilía leída por el Cardenal José Tolentino: “Alguno podría decir: ¿para qué sirve el arte en un mundo herido? ¿No hay quizá cosas más urgentes, más concretas, más necesarias?”. El arte no es un lujo, sino una necesidad del espíritu. No es huida, sino responsabilidad, invitación a la acción, llamada, grito. Educar en la belleza significa educar en la esperanza. Y la esperanza nunca está separada del drama de la existencia; atraviesa la lucha cotidiana, las fatigas de la vida, los desafíos de nuestro tiempo”.

Educar en la verdad, en el bien y en la belleza es crear cultura, por ello se precisa transmitir a las siguientes generaciones algo válido y cierto, reglas de comportamiento que sirvan como base para edificar la propia vida.

Por ello, urge que los artistas, con su arte, con su lenguaje y la chispa creativa que les viene de Dios, sean un faro potente que ilumine la tarea educativa de los padres de familia, de los maestros y los catequistas, a fin de que la transmisión de la verdad y del bien se realice a través de la belleza en un contexto de desesperanza en donde los educadores experimentan la tentación de renunciar a su misión.

Los padres de familia, los maestros, los catequistas, los sacerdotes, los medios de comunicación, todos podemos poner nuestro aporte para la transmisión del bien y de la verdad, pero es tarea de los artistas el enseñarnos como podemos realizar esta tarea de una forma amable, cordial y pedagógicamente atrayente y este aporte generará en nosotros la esperanza en el campo de la educación y la transmisión de valores.

No será tarea fácil, dice el Papa, “porque el verdadero arte nunca es cómodo, ofrece la paz de la inquietud”, es decir, se precisa empeño, inquietud y valentía profética, mente y corazón para transmitir el bien, la verdad y la belleza  sabiendo que es así como se va creando la cultura.

En el rezo del Ángelus, dentro del marco del Jubileo de los artistas, el Santo Padre recordó “la importancia del arte como lenguaje universal que difunde la belleza y une a los pueblos, contribuyendo a colocar armonía en el mundo y a hacer callar cada grito de guerra”. Podemos concluir diciendo que este Jubileo quiere infundir  la esperanza de un mundo mejor donde la reconciliación con Dios se exprese en la reconciliación de los enemigos, en el cuidado de la creación y en el fomento de la fraternidad universal.

Que éste Jubileo abra una nueva puerta para la relación, fecunda en los siglos, entre los artistas y la Iglesia y así la tarea evangelizadora de la Iglesia se valga del aporte, del talento y de la creatividad de los artistas que con la literatura, la música, la pintura, la arquitectura, la escultura y el cine ayudan a revestir de colores, de formas y sonidos el mensaje del Evangelio que en definitiva es Cristo en quien está nuestra esperanza y la esperanza no defrauda.


Autor

Es Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México.